1 de mayo

1994, en Imola, Italia, muere Ayrton Senna da Silva.

Nacido en 1960, tres veces campeón del mundo de Fórmula 1, falleció en el Gran Premio de 1994.

Primero se produjo un gran accidente en la largada que hizo ingresar al coche de seguridad -imágenes muestran a Senna haciéndole señas para que no frenara tanto la velocidad de los autos-; la carrera se reanudó en la vuelta 6, en la siguiente el Williams del brasileño no tomó la curva Tamburello, sino que salió de la pista en línea recta aproximadamente a 305 km/h e impactó brutalmente contra un paredón de cemento a 218 km/h.

La rueda delantera derecha se desprendió y golpeó su casco, mientras que un perdigón de la llanta delantera le atravesó el casco y la visera, ocasionándole la muerte casi inmediata -fue trasladado en helicóptero al hospital Maggiore de Bolonia, donde permaneció en coma inducido algunas horas, pero poco después se confirmó su muerte cerebral-.

La rotura de la barra de dirección es una de las posibles causas de su muerte. Si bien no se comprobó en el juicio que duró varios años en Italia, el caso se reabrió mucho después para que finalmente en 2007 se declarara que fue la rotura de la columna de dirección la causa del accidente, pero debido al tiempo transcurrido, no hubo ninguna acción legal contra Patrick Head. El equipo Williams nunca aceptó su responsabilidad, tampoco los ingenieros que realizaron la pobre modificación de la columna de dirección que Senna había solicitado.

Otra de las posibles causas del accidente es que su auto perdió altura debido al enfriamiento de los neumáticos por la entrada del coche de seguridad, lo cual causó una pérdida de presión provocando una pérdida de adherencia al hacer contacto el chasis con la pista -se vieron saltar chispas del coche antes del impacto-.

Hipótesis de un trágico accidente, evitable, que se llevó la vida de uno de los mejores pilotos de la historia.

1969, debutaba en el arco de Quilmes, Ubaldo Matildo Fillol.

El Pato recuerda que “estaba jugando en la quinta división y un día me dijeron que tenía que ir a almorzar con el plantel de Primera. Fue el mismo día del partido que teníamos que jugar contra Huracán. Recuerdo que entré al restaurante, vi a los jugadores y al técnico Doval, que me agarró y me dijo ‘vas a debutar en Primera, lo único que te pido es que juegues tranquilo como lo haces en tu división, que lo haces muy bien”.

Para uno de los mejores arqueros que tuvo el fútbol argentino, aquel debut “sin dudas que no fue el soñado, terminó el partido y quedé destruido. Tuve la sensación de que se terminaba todo para mi” -su arco en cero le duró dos minutos de partido, Miguel Brindisi le convirtió el primero de los seis goles de Huracán en la derrota final 6 a 3-.

La historia que vino después es conocida y muy distinta.

2005, el rosarino Lionel Messi convierte su primer gol con Barcelona.

Corrían 42 minutos del segundo tiempo del partido contra Albacete -por la 34ª jornada de La Liga- cuando Frank Rijkaard decidió que entrara a jugar. En los pocos minutos que estuvo en cancha convirtió dos goles: la primera le fue anulada, la segunda no.

La jugada se inició por izquierda, con Deco tirándole un pelotazo a Messi, que la dominó de cabeza y se la pasó a Ronaldinho. El brasileño, que lo había asistido antes, lo volvió a dejar sólo contra Raúl Valbuena para que de primera, Messi defina y corra a festejar el primero de muchos en Barcelona.