Que nadie crea que está columna es para homenajear a Andrés Calamaro o hacer mención a la canción que dio origen a su quinto disco de estudio como solista en la década infame de los 90. Esta muy lejos de eso. Mucho más en estos tiempos que Fito Páez es tendencia con su flamante serie. Esta alta suciedad es por un equipo de fútbol, tan básico y peligroso como eso mismo. Un club que debería jugar en el sótano del fútbol de ascenso, pero con el poder que tiene en cualquier momento lo vemos peleando una clasificación a la Copa Sudamericana con Barracas Central.
Su institución tiene prontuarios y no logros deportivos, está más mugriento que el riachuelo y sus jugadores en el campo de juego son tan violentos como la policía de la Ciudad reprimiendo en una marcha de trabajadores. Con la impunidad de su gerenciador y mandamás, el Dr Víctor Stinfale, y una cúpula dirigencial de la AFA que avala todas sus maniobras, jugar contra Deportivo Riestra te obliga a whatsappearte con tu abogado.
Imagino que deben darle a los árbitros que los dirigen un año gratis de esa bebida energizante que eternamente auspicia en su camiseta. Es lógico que sea su sponsor ya que esa marca le pertenece a Stinfale, que bloqueó en la noche de los boliches a la bebida que te daba alas y con sus buenos modales(?) obligó a que solo se venda su energizante. Creo que me fui por las ramas, es que Riestra saca lo peor de uno, tiene más roña que un chancho revolcándose en su chiquero. Y esta vez sus mañas y patrañas las uso en el duelo ante Atlanta. Aunque deberían darnos un punto extra ya que no le dimos motivos para que le cobren su tradicional penal. No sancionarle al elenco de Soldati un tiro desde los 12 pasos es tan exótico como toparse con un africano rubio. Aunque ahora con la tintura que hay para el pelo hasta uno de Kenia logra ser como Brad Pitt. Sepan que enfrentar a Riestra te predispone mal, y todo lo que uno sospecha que pasará siempre es menor a lo que ve en el terreno de juego.
Por la fecha 13 de la Zona B de la Primera Nacional, Atlanta recibía en su coqueto reducto a la Asociación de Fomento Deportivo Riestra Barrio Colón, tiene tantos nombres como matufias en el fútbol argentino. Era un duelo ante un rival directo en la disputa por mantenerse en los puestos de reducido. Ellos llegaban dos puntos abajo del Bohemio, tenían 15 unidades y estaban afuera del lote privilegiado por el segundo ascenso a Primera. Una victoria los acomodaba en ese sitio y nos superaba a nosotros. Encima el historial no era alentador. Ya que desde 2015 que se enfrentan en un total de 10 dopartis la mitad los ganó el elenco visitante. Solo en 2 oportunidades pudo imponerse el conjunto de Villa Crespo que no lo vence desde 2016.
Para este cotejo el DT repitió 10 de los 11 apellidos que arrancaron el último encuentro en Córdoba ante el Racing de esa provincia, ya que reapareció Bogado para ser el Pacman de la mitad de cancha. En definitiva este fue el videojuego titular que eligió para jugar ante El Malevo: Nicolás Sumavil estuvo en el primer nivel del arco. Los arcades de la defensa fueron Franco Camargo, Alán Aguirre, Fernando González y Nicolás Mosca. El joystick del mediocampo lo manejaron Alejo Dramisino, Mauro Bogado y Juan Galeano. En la delantera anduvieron Lucas Ríos que tiene la estatura de Mario Bros, Nicolás Mazzola que tiene la definición de un juego de Atari y Franco Vedoya que cuando no le sale el cartelito de game over suele aplicarle la Fatality a los defensores rivales. Entre un 4-3-3 y un 4-2-3-1 se fueron moviendo los jugadores de nuestro gamer Mauricio Giganti.
El primer tiempo arrancó de la mejor manera para el Bohemio, ya que a los 2 minutos se puso en ventaja. Un centro artesanal de Vedoya por la extrema izquierda encontró de “9” con la “8” tatuada en la espalda a Dramisino, que metió un certero cabezazo para poner arriba al conjunto dueño de casa. Descontrol en las gradas del León Kolbowski, delirio en el banco de suplentes de Atlanta y fastidio en el visitante que ya estaría llamando a Viamonte 1366 para que le solucionen este tema. El problema que a esa hora de la noche solo está el sereno.
Los que no estaban serenos eran los jugadores de Riestra que te ensucian el partido más que un bebé a su babero cuando está comiendo. Son provocadores seriales, juegan al límite del código penal, molestan hasta a un cadáver y son capaces con sus acciones de sacar de sus casillas a Mahatma Gandhi. Por ese patoterismo permitido por los árbitros Ríos fue amonestado al toque de iniciado el encuentro, y Mouche sentado en el banco y viendo la carnicería que el rival le aplicaba a sus compañeros también se ganó la tarjeta del color del PRO. Para el referí de este partido (Nelson Bejas) era mejor sancionar disciplinariamente a un suplente por una miserable protesta que una provocación de un jugador en la cancha o por una patada descalificadora.
Los 45 minutos iniciales eran favorables al elenco de Giganti. Manejaba el balón a piacere y hasta le tendrían que haber cobrado un penal por falta a Aguirre, pero eso solo pasa en el área de enfrente cuando jugás ante este rival. Galeano pudo marcar el segundo tanto pero su tiro de gracia rozó el poste. Sin generar un vendaval de situaciones de peligro por la cantidad de tiempo que tuvo la pelota en su radar, era bueno el andar del Bohemio en el terreno de juego. Nada hacía sospechar lo que estaba por venir.
Para bajarle el telón al primer tiempo le faltaban 3 minutos, fue en ese momento que apareció un gol de otro partido, robado de una historia de ciencia ficción. El “2” de ellos, Jonatan Goitía, que tiene esa patente trasera pero es lateral derecho, se sumergió en el campo enemigo y sacó un remate envenenado de emboquillada viendo adelantado a Sumavil y estampó el inesperado (e injusto) empate. Habrá que tomar nota ya que es el segundo gol consecutivo que le marcan de media distancia. Es cierto que está clase de goles tienen la misma suerte que ir a jugar al casino, pero que te anoten por la misma vía dos veces seguidas no solo puede enmarcarse en jugadores “suertudos”.
Había una mezcla de sensaciones al termino de la primera parte. En el juego Atlanta fue superior, Riestra llegó dos veces, una fue de tiro libre y la otra el gol fuera de contexto, pero la bronquitis estaba porque otra vez había que remar en dulce de leche, ante un rival que te discute hasta los regalos que le haces para su cumpleaños. De todos modos como era lógico de imaginar Giganti no movió el banco, todo siguió como una copia fiel al original de la etapa inicial. En realidad siguió calcado los jugadores que entraron a la cancha, porque el desempeño ya no fue el mismo.
El equipo fue una orquesta de imprecisiones, el balón se prestaba como un libro a un amigo. En el caso de los libros no siempre te lo devuelven, aquí la pelota iba de un lado al otro pero nadie tenía compresión de texto. Los arqueros no leían ni un renglón en el segundo tiempo. Riestra no aplicaba la misma violencia que en los primeros 45 minutos, pero hacía tiempo cada vez que debía reanudar el juego. Su guardameta, Franco Agüero, aún está en el área propia del León Kolbowski para sacar del arco. Yo temía que en algún momento le pida al árbitro ir al baño, una urgencia fisiológica. Y el referí no sólo que lo iba a autorizar sino que lo iba a acompañar con el papel higiénico en la mano.
Hasta tuvo tiempo de saludar algún familiar o amigo que estaba en la tribuna de los allegados de Riestra que tenía a sus espaldas en el momento que debía sacar de su portería. Y esto es posta, no es sarcasmos o broma, es tan real que el árbitro lo permitió. Obviamente que nunca fue amonestado, que a la luz de los acontecimientos es lo menos grave de todo.
Giganti pasado los 20 minutos mandó a la cancha a Mouche que tenía una amarilla en el lomo por Ríos que se había quedado en el complemento sin más agua. El “14” del Malevo, Pedro Ramírez, en un par de oportunidades lo fue a buscar al recién ingresado en el Bohemio para hacerlo calentar y así el árbitro le sacaba la segunda amarilla y por ende lo expulsaba. El panelista de TYC Sports se portó como un señorito inglés, no entró en su juego y el plan de Riestra de hacer rajar a un rival, una típica maniobra que religiosamente lleva a la práctica en cada partido, no le pudo salir en esta oportunidad.
El elenco visitante tuvo una nítida jugada para llevarse una exagerada victoria de Villa Crespo. Un cabezazo delicioso dentro del área bohemia que tenía destino de red, pero apareció una atajada memorable de Sumavil para evitarlo. Fue una tremenda volada hacia su palo derecho que merece ser canonizada. Fue la jugada del partido, esa que en el segundo tiempo no tuvo Atlanta, que siguió retocando el equipo pero sin mejorarle el rostro, casi que terminó como el de Nicky Jones en el programa Transformaciones. Había ingresado con el bisturí desde el banco Camisassa por Camargo en la segunda ventana de cambios y en la última persiana se metieron con la anestesia Olivera por Vedoya y Pinto por Mosca. Pero el resultado no sufrió mejoras y todo terminó 1 a 1.
Con alta suciedad jugó Riestra que con su golazo y sus mañas descolocó a Atlanta que nunca se volvió a meter en el partido. El elenco de Giganti sigue en zona de reducido, pero en las últimas dos jornadas desperdició 4 puntos que le habrían dado más aire en la tabla de posiciones, por eso tiene que seguir jugando con oxígeno y pispeando como le va al resto de los rivales que tiene a su alrededor. Justamente su próximo partido será ante uno que tiene cerquita, separado por solo dos puntos. Tendrá que ir el domingo venidero a Caballito a medirse contra Ferro, con Griguol de los dos lados del mostrador. Será un duelo bravísimo ante el ferrocarril, esperemos que el equipo tenga la SUBE con saldo a favor, que no descarrile en ningún momento y que termine festejando como si estuviera en el trencito de la alegría.
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