
Atlanta. La Voz del Hincha.
Después de laburar un buen segundo tiempo en el que la victoria parecía que pasaba a planta permanente, perdió una pelota uno de los delegados del ataque, Lautaro Fedele, y eso derivó en que tengamos horas extras para defender la última paritaria del encuentro en ese corner que gentilmente le cedimos al rival como si fuéramos una cooperativa. Es verdad que no tiene un buen legajo en el juego aéreo en su área de trabajo, pero la jornada ya se acababa, era cuestión de pasar tarjeta y nos vemos en Disney. Pero como sucede en la vida misma, el Patrón nos cagó y a diferencia del plenario contra Almagro, esta vez no nos salvó el empleado del mes, “Pancho” Rago. Fue empate 1 a 1 contra Patronato en las oficinas de Villa Crespo, con los autónomos hinchas bohemios masticando bronca, porque esta clase de igualdades es como el monotributo, no te paga ningún tipo de indemnización. Igual tranquilos, ya que en la hoja de cálculo del Excel seguimos figurando punteros.
Por la duodécima fecha de la Primera Nacional se medían y Club Atlético Patronato de la Juventud Católica, justo en el mismo día que despedían al Papa Francisco. Creer o reventar. Al menos en esta ceremonia religiosa nadie llegó tarde, estaba la delegación justa y adecuada y ninguno fue de turista, todos comprometidos con la causa y sabiendo las diferencias que hay entre un velorio y un entierro. El pueblo Bohemio se acercó a la capilla de Villa Crespo para alentar al cuerpo titular de Luís García, pero cuando al partido le estaban por cerrar el cajón terminamos todos cremados.
Para este choque ante el irregular elenco entrerriano, que en 2022 supo ganar la Copa Argentina, la gorra del DT decidió meter mano en el equipo de etiqueta. Sucede, que existían futbolistas que no se habían recuperado del desgaste que fue el doparti ante Ferro. Tres titulares de fierro quedaron guardados en el banco como si fueran cajas de ahorro. Igual, los eruditos economistas del ala oficialista anuncian con bombos y platillos que el negocio es el Carry Trade, que no es otra cosa que la bicicleta financiera. Parece mentira que se promocione esto, pero cuando tenes un gobierno sin escrúpulos, pueden vender hasta la Vieja en cómodas cuotas. En definitiva, esos jugadores que fueron al banco central terminaron siendo Fara, Ferracuti y Valdez Chamorro. Moreira, Tolosa y Sabella respectivamente ingresaron por ellos. También, se recuperó “el pescadito” de Ambrogio que junto al “Topo” Coronel volvieron a formar parte de la sagrada familia bohemia. Con sus esperados ingresos los quitaron de circulación a Tomás Díaz y a Fausto Montero.
Otra vez jugamos un flojo primer tiempo. Parecía una continuidad del cotejo ante Ferro. Si bien el rival no era una fotocopia a color del elenco de Caballito, las jugadas de mayor peligro las procesó el Patrón. Nosotros apenas una solita con un cabezazo que nació de un tiro de esquina. No generamos nada en el circuito futbolístico, nuestro juego tenía las puertas cerradas. “El Turco” Previtali probablemente haya disputado su peor partido del año. Estuvo errático con el esférico y perdiendo duelos con los molestos volantes de Patronato. A Alexis Sabella le costó moverse en el medio, tuvo Pachorra para recuperar la bola, y no ofreció la misma onda expansiva para empujar a sus compañeros como lo hace con su juego Jorgito Valdez Chamorro. Tampoco, defendimos en ataque, los de arriba no colaboraban para amortiguar al rival. La pelota volvió a ser un enemigo íntimo de los players de Atlanta. La número cinco viajó más tiempo en avión que en el subterráneo de la cancha y así llegar al área de enfrente era más difícil que ver limpia a la Ciudad de Buenos Aires. Nos fuimos al descanso esperanzados que se repitan los segundos tiempos victoriosos de los últimos encuentros. Era más una cuestión esotérica que futbolística, pero otra no nos quedaba.
En el complemento el míster Luís García decidió dejar a los mismos 11 jugadores del primer tiempo. No sabemos si lo hacía desde el convencimiento o por cábala, ya que ante Ferro no realizó cambios de movida para la etapa final y terminamos festejando. Pero para esta última parte del espectáculo hubo un jugador que rescató a . Le puso el hombro al equipo, ya que “El Topo” Coronel pidió todas las pelotas. Desde la tiento, pasando por la superball, la tango, la de cuero, la pulpo y la argentum. Todas pasaban por el “10”, que se transformó en la guía espiritual. Con la bola por el piso pinchaba muñecos rivales, pero los de adelante seguían embrujados, las chances tímidas que se gestaban terminaban en un saco roto. Por eso el DT recurrió a las variantes para conseguir una metamorfosis en el equipo. No se preocupen que aquí no ingresaron ni Franz Kafka ni Gregorio Samsa, lo hicieron dos jugadores necesarios para convertir en insecto a Patronato. A la cancha entraron Valdez Chamorro y Nico Medina. Arafue terminaron Sabella y Ambrogio.
A los 23 minutos de la complementaria llegaría la máxima alegría de la tarde. La jugada se terminó configurando entre los dos futbolistas que fueron moneda de cambio. Envío un centro al corazón del área la península Valdez Chamorro, y con la espalda, el hombro o cualquier parte permitida de su cuerpo la mandó a guardar Nico Medina. Éxtasis en las gradas del Kolbowski. Parecía que surgía efecto lo esotérico y otra vez abríamos la cuenta en el segundo tiempo. Y encima buscando las coincidencias, los Alcoyana Alcoyana de la vida (si vos sos joven y no entendes de que hablamos, googlea Alcoyana Alcoyana para captarlo) Al igual que los últimos tantos bohemios, convertidos por Gómez y Echeverría, también el de este pibe era su estreno en las redes sociales de Primera División. Todo cerraba, todo era felicidad, punteros en soledad, pero el destino tenía otros planes determinados para el sufrido pueblo bohemio.
Después de sacar la ventaja, Luís García comenzó con los cambios que necesitan venir con subtítulos. No sé en qué dialecto se habla este idioma, pero odio este tipo de vocablos, que necesidad cambiar tan radicalmente los usos y costumbres que te brinda un jugador para meter a otro que culturalmente está en las antípodas. A los 30 minutos de la parte final el DT decidió comunicarse a través del sumerio, la antigua lengua de Mesopotamia, pero que hoy no existe ser en la vía láctea que lo practique. Muy suelto de cuerpo el entrenador quitó a Coronel para poner a Rodrigo Ramírez, que tiene otras características, ya que uno construye y el otro destruye. Obviamente nos quedamos jugando con la empresa de demoliciones. Afuera el “10” que estaba jugando bien, para poner a un adorno en el mediocampo. En definitiva, esa variante fue un horror ortográfico por donde lo mires. Entiendo que si Coronel no podía seguir por temas físicos (si no estoy errado nunca completó un partido enterito en lo que va del año) su reemplazo debió ser un Fede Bisanz, aunque es verdad que sus últimas intervenciones tampoco tuvieron buena caligrafía. Pero al menos el melli domina la misma lengua que el volante creativo que acababan de sacar.
Más tarde y en un tiro de esquina en contra, cuando no se aconseja meter cambios en esa instancia de juego, va Lucho García y acude a reemplazar a Rojas y a Tolosa en la ceremonia del corner. Estos dos defensores fueron suplantados por Fara y Ferracuti. Quiso blindar la victoria colocando a dos habituales titulares. Pero lo peor aún no llegó. De contragolpe tuvimos un pack de jugadas de riesgo para mandar a liquidación el pleito, pero todas fueron mal resueltas, casi ninguna iba al arco. Es increíble esta moda que invade a los delanteros de estas latitudes. No sé en qué momento surgió, ni tampoco porque se expandió, pero hoy los atacantes no se animan a pegarle al arco. Ojo, no solo hablo de tiros de media distancia, ya eso es una causa perdida, son excepciones los que prueban de ese menú. Me refiero también y principalmente, a los que dicen llamarse delanteros y que al momento de rematar, prefieren insistir con un pase más al compañero. Están en una posición inmejorable para darle con tutti al arco y deciden prolongar la maniobra que por lo general termina como la mona. O también son finolis y le pegan con silenciador al balón, suavecito, a colocar, con glamour. Mira vos, con glamour, eso déjaselo a las divas de la farándula, no a vos que son un pobretón jugador. Son una cagadita esos tiritos, parecen que tienen miedito de hacer el gol. Es que también me pongo en la piel de estos muchachos y un alto porcentaje sufrió lesiones severas, por eso un gran lote de futbolistas no le quieren dar cuerda a la gamba por temor a volver a terminar en la camilla. Pero de todos modos, queremos desde este humilde espacio comenzar la campaña de que vuelvan los disparos al arco. En los tiempos del “Narigón” Bilardo se pedía por la vuelta de los wines. Después, fueron los actores que querían que vuelva la ficción a la TV. Ahora, necesitamos que le peguen a la portería, a la meta, a la valla, al maldito arco, como mierda quieran llamar a ese recinto que mide 7,32 metros por 2,44 metros. En esa cajita mágica hay que hacer los goles y hay una banda de futbolistas que pareciera que no se enteraron. Así que por favor que alguien termine las jugadas como dios manda.
El partido estaba a punto caramelo de dar las hurras, se estaba despidiendo con todos los honores, era el tercer triunfo en fila, pero en el tiempo de descuento sucedió un hecho macabro. Cinco jugadores de Atlanta se fueron disparados de contra, ellos solo tenían a tres defensores en su propio campo. En vez de utilizar la inteligencia artificial y atesorar el esférico, llevar la bola al rinconcito de luz, el petiso Fedele fue al bulto, quiso encarar como si tuviera habilidad, se creyó que era Messi el ñato este. Y convengamos que el puntero derecho Bohemio lo único que tiene de Lío es una camiseta de Inter Miami que le compró a los Manteros de Flores antes que el primo negro los saque con la cana porque este año hay que votar. Obviamente que Lautarito perdió la pelotita, y nos agarró con pocos hombres trabajando en la parte trasera de la cancha. Ágatas pudimos despejarla al corner y fue ahí que se armó la gorda.


Se llevó a cabo la última acción de gracia del encuentro. Se produjo en ese tiro de esquina un habitual centro al punto penal en el que había una montaña de futbolista. Rago prefirió quedarse Pancho junto a sus tres palos. En esa congregación de jugadores que se tornó el área apareció desde atrás uno de los que ingresó desde el banquito de suplentes, Joaquín Barolín, que desde nuestra ubicación nos pareció que cometió falta. Cabeceó trepándose a ese caudal de estorbos que estaban intentado defender la última jugada del match. Le quedó abajo del arco al “9” del elenco de Paraná, Alan Bonansea, para arruinarnos a los hinchas de Atlanta la bonasera del sábado. El centrodelantero de ellos sin dudar la mandó al fondo de la olla y rescató un punto para la visita en la agonía del cotejo. Evidentemente ante el Patrón, nos faltó un sindicato que nos defienda. Un Agustín Tosco, un Raimundo Ongaro, un Vicente Roqué o aunque más no sea la campera de Saúl Ubaldini. Nos quedamos sin personería jurídica y terminamos igualando un partido que lo teníamos en el bolsillo. Sacamos un punto como suele ser últimamente el porcentaje que viene aumentando el salario en la Argentina.
Como ganó 1 a 0 San Martín de Tucumán en su visita a Sarandí, ambos equipos están con las mismas unidades (24). Eso sí, nosotros tenemos un gol más a favor, por eso seguimos figurando al tope de las posiciones de la zona A de la Primera Nacional. En dos semanas nos veremos las caripelas en Villa Crespo. El lunes 12 de mayo nos enfrentamos, pero antes tenemos que viajar a Santiago del Estero, para jugar contra Atlético Güemes que anda penúltimo en la grilla de clasificados. Esperemos darle mucha mazamorra al rival, así volvemos a triunfar. Eso sí, por favor tratemos de no repetir el mismo final y que en Santiago querido no nos quedemos durmiendo la siesta.
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