Atlanta 0 Agropecuario 1
Y un día pegó la vuelta la Primera Nacional. Después de la suspensión de actividades por la pandemia, la categoría telonera de la Liga Profesional, le quitó la pausa y le puso play a la fecha número 11 del campeonato vedette del fútbol de ascenso. Eso sí, por los nervios que nos provoca, por el bajón que te pega cuando tu equipo hace sapo y por la angustia que genera no poder ir a la cancha, su regreso podía seguir en veremos. Es cierto, que veo todo con ojos del Pitufo Gruñón porque Atlanta perdió el invicto y la punta de su zona, al caer 1 a 0 en Carlos Casares ante Agropecuario.
Después de un primer tiempo flojo de papeles, en el que el conjunto de Erviti no tuvo la célula verde, ni hizo la VTV, tampoco tenía el seguro del auto al día y la patente se leía menos que a Marx en una reunión de gorilas. En el segundo tiempo la historia cambió. Si bien nunca tomó la sartén por el mango, el Bohemio subido a la motoneta del contragolpe, generó ruido pesado en el área vecina. Tal vez fue el partido que más situaciones de peligro tuvo y el que menos rentabilidad pudo sacarle. Claro, es lógico, si enfrente estaba el sojero, los únicos que ganan son siempre los mismos, la sociedad rural y sus satélites.
No solo a Atlanta le faltó definición, no tuvo elaboración de juego, un déficit que es general y también soldado en este equipo de Don Walter. Esa ausencia del departamento creativo se profundizó porque en el medio hubo retoques obligados. Venían acompañando a Bolívar: Ramírez y Riquelme. Este último pegó el faltazo por contagiarse de Covid y el otro por ser su contacto estrecho. Ingresaron en sus lugares Dramisino, que esta vez se portó como un señorito inglés y no vio ninguna tarjeta roja. Y jugó desde el arranque Ochoa Giménez, que sigue en una versión antigua de su mejor nivel. Parece mentira que en un equipo comandado por Erviti y Gracián, el problema sea la creación de juego. Es como que a un cuento de Borges le falten los espejos o a Macri le corten Netflix después de las 7 de la tarde.
Esta vez los laterales bohemios tuvieron menos peso que un boxeador minimosca. A Flores le arrancaron todos los pétalos y Fernández se subió al barco para pelearse con los pueblos originarios. Y encima el gol de Agropecuario fue más un defecto de fábrica de Atlanta que una virtud del rival. Una pelota enviada al área casi de compromiso por el Sojero. En las alturas Martín García despejó como el cutis, en realidad nunca la sacó de circulación a la bola, la dejó vivita y coleando para que en última instancia aproveche Parnisari, un apellido de relator, que cantó más fuerte que nadie el único gol del doparti, provocando una derrota “Agriopecuaria”.
El ingreso de Pedrozo al equipo de Erviti le calzó como anillo al dedo. Fue moneda de cambio en el complemento por un desdibujado Taborda, que solo tuvo una clarísima de tiro libre que encontró la firma con el travesaño. Pero Fabricio estuvo rápido y furioso por la banda ancha izquierda. Se conectó bien con los de arriba y generó las chances más puras de gol. Tanto con remates peligrosos al arco como asistencias artesales para sus compas. Pero el que faltó a la clase de definición extrañamente fue un alumno aplicado en esa materia como el Tío Nacho Colombini. La del cabezazo del final, aún no encuentro traductor disponible que me lo explique. La figura del match fue Sand, que no es José, sino Darío. El de Lanús hace los goles, esté los evita. Parece un colmo, como que al bombero le salga un hijo chorro o que al jardinero lo dejen plantado. Pero esto no es chiste, fue una desgracia para El Bohemio toparse con semejante arquero.
Ya está, ya se presentó la parca de la primera derrota en el torneo. Chau invicto, ahora hay que preparar el mejor equipo para la próxima fecha, en casa ante Quilmes. Esperando que Atlanta no sea abstemio ni celíaco y tome una buena cerveza.
More Stories
Por fin entró
Depende de nosotros
Otra vez sopa