
1 – Almagro 1
Fue una noche épica. Heroica. Histórica. Y no me refiero a un insignificante resultado deportivo. Eso es tan pequeño, tan efímero, tan vulgar para compararlo con lo que se vivió en la velada del 6 de mayo de 2022 en el Gran León. Después de 52 años Atlanta estrenó sistema lumínico. Se tiró la casa por la ventana. Fuegos de artificio, un dron, música al por mayor y el cotillón en las gradas del estadio le pusieron todo el color a un momento inolvidable, a un hito en la historia del Bohemio. No faltó nada ni nadie. Hasta las viejas glorias del balompié del club se hicieron presente. Fueron los invitados de honor a una jornada que permanecerá para siempre en el corazón de Atlanta.
Atrás quedaron las antiguas y obsoletas torres de iluminación, esas que enfocaron a Gómez Voglino, Bettinotti, Artime, Griguol, Bonnet, Ribolzi, el Bichi Paredes, los hermanos Soriano o Pepe Castro. Ahora el show de las luces led, esas que exige la prepotente Conmebol, iluminan la casa más grande de Villa Crespo. Con la presencia de una de las hijas de León Kolbowski se encendió el nuevo panel lumínico, ese que desde la fecha 14 del extenso torneo de la Primera Nacional alumbró al primer equipo de Atlanta enfrentado a Almagro.
En esta noche inolvidable las luces led no fueron el único chiche que estrenó el Bohemio, también lució nuevo entrenador. Después de la salida de común acuerdo de Erviti llegó el uruguayo Alejandro Orfila, el padre del ascenso a la B Nacional en 2019. Ese que llevó a Atlanta a liderar la primera rueda de la segunda categoría del fútbol argentino. El Chano, como lo apodan y no porque le guste Tan Biónica, dejó una huella imborrable en el Bohemio. Molestó las formas en las que se fue, cruzando el charco a finales de 2019 para dirigir al club de sus amores, Defensor Sporting. Pero la manera en la que jugaba aquel equipo de Atlanta enamoró al hincha. Como si se tratará del hilo rojo, ni Orfila en sus siguientes clubes que dirigió, ni los DT que vinieron luego de él al conjunto de Villa Crespo, conformaron una relación tan simbiótica y hermosa como la que lograron en ese gran 2019. Al mister charrúa le fue como la mona en su país natal, también en Belgrano y en Morón. El Bohemio no tuvo piel con los entrenadores que vinieron después de él. Con Fabián Lisa fue una relación tormentosa. Y con Walter Erviti hubo un gran metejón de entrada, pero después la pareja se desgastó por todos lados. El destino los volvió a unir, ojalá que esta vez el final sea comiendo perdices.
Para este primer encuentro ante Almagro, Orfila mantuvo la misma distribución de la riqueza de los jugadores en el campo, el famoso 4-3-3, pero varió algunos nombres propios. En el arco siguió su majestad Rago, que en el cotejo pasado ante Alvarado llegó a los 100 partidos con el Bohemio. En la defensa se produjeron un par de modificaciones. Una fue por gusto y la otra por obligación. Gabriel Carrasco, Alán Pérez, Martín García y Augusto Gallo configuraron el ministerio de defensa. El zaguero central con nombre de isla, tan aclamado por el hincha de Atlanta, retornó al fondo de inversión del primer equipo en lugar de Rodrigo Colombo, pura elección del entrenador. El otro retoque fue por necesidad. Augusto Gallo, borrado por Erviti, reapareció por el lesionado Franco Perinciolo.En el medio estuvieron los mismos sospechosos de siempre: Juan Galeano, Maxi González y Ramón Fernández. En la delantera también El Chano movió sus influencias. Julián Marcioni y Juan Bizans continuaron en los extremos, pero la novedad radicó en el centrodelantero. Afuera Gonzalo Klusener y adentro Matías Donato. Por el juego que quiere el DT, que sus atacantes sean los primeros defensores, el “9” con apellido de cocinero encaja mejor para ese sacrificado laburo.
La primera media hora de juego frente al Tricolor fue nostálgica. Fue una selfie de aquel equipo del Chano en 2019. Se presionó hasta los dientes. Había un compromiso de los player para llevar hasta las últimas consecuencias la idea del DT. Para alegría del pueblo bohemio, que se sentía en las gradas del León como en el auto de Volver al Futuro, llegó el gol que abrió la cuenta. A los 7 minutos del primer tiempo Carrasco envió un centro al segundo palo del área rival, allí como un hincha más se coló en palomita Juan Bizans para estampar el primer tanto en el nuevo ciclo de Orfila. Delirio total en el iluminado estadio de Villa Crespo.
A la presión alta, molesta y algo sofocante que provocaba el conjunto del Chano, le faltaba traducirlo en situaciones de peligro. Marcioni era el primer defensor, aunque jugará en la delantera. Lo propio sucedía con Donato. Mucho despliegue y pocas nueces, ya que en los últimos metros se apagaba la imaginación de los ataques. Se terminaba con remates al arco que se iban lejos como los precios de los supermercados. O ninguno de los centros, de los pocos que se enviaron al área rival, llegaban al destinatario. Encima en la adultez de la primera mitad arribó al empate Almagro. A los 34 minutos armó una buena jugada el 10 de Villa Raffo, Tomás Conechny, con pasado en San Lorenzo y en el fútbol Yankee. Colocó con precisión de relojero el balón en la hoguera de la defensa bohemia y ahí con mucha clase remató de primera Walter Rueda, para que la etapa inicial termine en tablas. La Rueda de la fortuna parecía no estar del lado de Atlanta.
En el segundo tiempo al Bohemio se lo notó sin combustible, un rasgo repetido en el ciclo de Erviti. Tanto fue el desgaste de la primera parte, que para el complemento se llegó sin nada en el tanque. La presión tan marcada de los 45 minutos iniciales no desfiló en este segundo acto. Con poco Almagro lo complicó. Nuevamente la peor cara bohemia fue su defensa. Alán Pérez está para dejar la 2 en su dorsal y pasar a usar la 13 o la 14. El clamor popular del hincha pidiendo a Martín García, de tan buen desempeño la temporada pasada, no quedó reflejado en estos 90 minutos. Tal vez hay exceso de confianza en sus dotes técnicos o algún desperfecto técnico por tener al lado este presente otoñal del señor Pérez. Por lo que sea el flaco García no dio buenas señales en la última línea. Aún tiene crédito abierto por esa campaña pasada. Tampoco los laterales fueron de confianza. A Gallo se le notó la inactividad caprichosa que le provocó Erviti, y Carrasco hacedor en el gol de Bizans, en defensa transmite la misma seguridad que una zona liberada por la cana argentina.
El mediocampo no gozó de buena salud. Galeano y Fernández los obreros que deben construir el juego de Atlanta estuvieron sin bolsas de arena para llevarlo acabo, ni un ladrillo levantaron del suelo. Por algo Orfila en algún momento del segundo tiempo los uso de moneda de cambio. Por Juan Daniel ingresó un esforzado Alejo Dramisino. Y en lugar de Don Ramón entró Gonzalo Klusener para que en el epílogo del match se juegue con doble “9”.
Nada funcionó en el complemento, ni la salida de emergencia de Bizans para que lo reemplace Fabricio Pedrozo, ni la modificación de Marcioni para que juegue en esa orilla derecha Gonzalo Berterame. Si bien hubo un par de oportunidades para ganarlo, con una tijera electrizante de Martín García en un córner o la del final de Maxi González rematando al travesaño, también se pudo haber perdido. Almagro tuvo sus contadas chances para volverse a casa con un triunfo. Es verdad que habría sido exagerado, pero en las manos de Rago y en la falta de puntería de sus atacantes quedaron relegadas las posibilidades de cantar victoria. Todo terminó 1 a 1 en el estadio europeo de Villa Crespo. Fue un empate a media luz. La iluminación del primer tiempo, la oscuridad del complemento. Tanto tiempo perdido sin tocar la perilla del cambio de entrenador puede ser perjudicial para Atlanta de quedarse sin suministro eléctrico en este luminoso torneo de ascenso.
El próximo partido será de visitante ante el mejorado Nueva Chicago. Duelo bravo en Mataderos para el Chano y toda su tropa. Habrá que ser un Torito en rodeo ajeno para atrapar una victoria que con el paso de las fechas la última tiene olor a naftalina. Eso ya no es culpa de Orfila, que tendrá su primera semana completa para seguir grabando su idea en el bocho de los futbolistas, esos que intentarán enderezar el barco, el que por ahora está lejos de convertirse en un crucero y que quiere evitar ser el Titanic.
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