2 – Estudiantes de Río Cuarto 1
Sin cantar envido, en un partido al que le sobraron varios cuatros del mazo, y con algún ancho falso, Atlanta ganó la partida en Río Cuarto, con la eficacia como su mejor carta.
En la casa del León del imperio, las barajas de Erviti vencieron 2 a 1 a los naipes de Estudiantes de Río Cuarto, que no le dio ni para cartearse en su propio estadio, a pesar de que arrancó arriba en el tanteador. Hacía tanto que Atlanta no daba vuelta una partida, que la victoria se celebra con mucha euforia. Ni cantando vale cuatro, te ganaban esta mano.
Por la fecha 25 del torneo sucursal de la Primera, Atlanta viajó a Río Cuarto para medirse al cuartetazo de Estudiantes. Dos equipos que animaron el torneo pasado, aquel que los dirigentes resetearon por culpa de la pandemia(?) No hace falta que les vuelva a comentar lo que pienso de ese atropello perpetuado. Pero en este nuevo campeonato, los dos están más lejos en la tabla de posiciones que un liberal de aceptar la ayuda del Estado. Eso sí, en la temporada anterior El León del Imperio siempre le ganó al Bohemio, pero ahora la taba se dio vuelta y el elenco de Villa Crespo se impuso en los dos juegos. Primero en el Gran León, venciéndolo 1-0 y ahora en rodeo ajeno ganando 2 a 1.
El equipo de Erviti forjó una formación casi idéntica a la que jugó el último partido en la igualdad en uno ante Gimnasia de Mendoza. El único retoque estuvo en el cajón derecho de la defensa. Afuera por lesión el lateral Carrasco y adentro Luque para cumplir sus mismas funciones. Por eso Sumavil se mantuvo en los 3 palos, a raíz que en la semana a “Pancho” Rago los estudios que le hicieron por la miocarditis post Covid le siguieron saliendo fuleros, por lo que debe apartarse otro mes de los campos de entrenamiento.
El cuadrado defensivo fue armado con el ya mencionado Luque, junto a Pérez, López y Fernández, apellidos tan gallegos que podrían calzarle mejor al Deportivo Español que a Atlanta. En el medio los mismos sospechosos de siempre: Bolívar en el ring side de la mitad de cancha, secundado en los rincones del mediocampo por Ramírez a la derecha y Saggiomo a la izquierda. La trilogía de delanteros la formaron Taborda, Colombini y Pedrozo. Para los amantes de la numerología, Atlanta se plantó con su ya clásico 4-3-3. Esa misma característica telefónica que arrancó con “El Chano” Orfila, en tiempos de la B Metro cuando aún ningún chino había tomado la sopa de murciélagos.
La primera situación peligrosa del doparti no tardó en llegar, fue al toque, antes de los dos minutos, y correspondió al Bohemio. Después de una buena maniobra por la derecha del conjunto de Erviti, casi Estudiantes la manda a guardar en su propia meta. Estuvo a punto caramelo Gonzalo Maffini, que siguiendo con la lógica de los apellidos podría andar bien en la política como en la justicia, metió la pata y casi convierte un gol en contra. Pero a pesar de ese arranque entusiasta, el primer gol fue del dueño de casa. A los 9 minutos de la etapa inicial, Ramiro Fernández se llevó puesto a su marcador y le cometió penal, que el guaraní Javier Ferreira cambió por gol, a pesar que Sumavil acertó a donde debía arrojarse. El golero se estiró a su palo derecho y la bola le pasó cerquita de su mano. Uno a cero abajo y a remar contra la corriente.
Después de ese gol, El León del imperio no justificó el triunfo, se durmió en los laureles, ante un Atlanta que recibió con los brazos abiertos la concesión del balón, aunque le faltó astucia para poder explotarla, un defecto de fábrica del team de Erviti. Aunque a los 26 minutos del primer acto llegó una obra de arte de Fabricio Pedrozo, digna de ser exhibida en el museo de Bellas Artes.
Desde el sector derecho del ataque del Bohemio se configuró un rutinario tiro libre con formato de centro. Cualquier mortal lo hubiera celebrado de ese modo. Pero Don Fabricio, con pincel en mano, sorprendió a propios y extraños. Decidió rematar al arco, al palo del arquero, que en un esfuerzo de producción quise evitar que la bola bese a la red, pero no logró su cometido y encima se terminó lesionando. Golazo de Pedrozo, para ponerlo en un marquito. ¿De qué museo viniste, Fabricio? Con tremendo gol, ya le cambiaron el apellido, ahora es Fabricio Picasso.
El segundo tiempo no fue un canto a la belleza, costaba llevarlo con orgullo. Las situaciones de riesgo no asomaban por Río Cuarto. Nadie sabía si era por culpa del protocolo sanitario, que no presentó la aplicación Cuidar y por eso no lo dejaron entrar. Estudiantes no se acercaba al área de Sumavil ni aunque le ofrecieran un vagón de guita. Y Atlanta jugaba más adelante, con exceso de pelota, pero sin lastimar al rival. Hasta que a los 34 minutos de la etapa final otra vez Pedrozo agarró la llave maestra y en una nueva pelota quieta, ya no como goleador, sino como asistidor, logró que los 3 puntos viajen en vuelo chárter de Córdoba a Buenos Aires.
Fabricio centró el balón al corazón del área enemiga. El esférico buscó la cabeza de oro de “Nacho” Colombini, para que el “9” vuelva a mojar y con ayuda del golero rival la pelota se clave en el rinconcito de luz del palo izquierdo. Éxtasis en Río Cuarto, delirio en todo Villa Crespo y sus coquetos alrededores. Por fin Atlanta daba vuelta un partido y triunfaba en suelo ajeno. Con el “Nacho” de espada, Atlanta ganó una mano brava, en una partida por demás pareja en la que nadie había cantado flor y que había temor que ambos jugadores se vayan al mazo
Después del gol de Colombini, “Carlos Salvador” Erviti hizo su cambio fetiche. Quitó al mejor del partido, Pedrozo, y puso a su cantante predilecto, al defensor Perales. Armó en la última línea los 5 latinos. Al cuarteto que había atrás se le sumó un integrante más. Fue uno de los partidos que a Atlanta menos le llegaron, pero eso fue más por pereza del rival que por fortalezas propias.
Entre los puntos altos del Bohemio también destacamos el laburo del venezolano Saggiomo. Ojo, no queremos hacer apología de “Argenzuela” ni de “Atlantazuela”, pero el coloradito cada día juega mejor. Otros nombres propios que sobresalieron en la noche mediterránea fueron los de Bolívar y Alán Pérez. El primero anticipó todo en el mediocampo con su gamba. Y el otro en el juego aéreo y terrestre de la última línea acaparó antes que nadie la pelota. El que retrocedió algunos casilleros como si fuera el juego de la Oca es Taborda, de rendidor en el duelo con Gimnasia, a pasar a ser una sombra en Río Cuarto. Aunque la prestación de un equipo y otro explica su bajón. Es que Estudiantes no cedió terreno, en el campo se atrasó más que los discursos de Milei, y esta clase de delanteros resaltan cuando hay espacios. De todo modos cuando se gana, hasta Freddy Krueger es Brad Pitt.
El próximo compromiso de Atlanta será en casa ante Temperley, en un día inusual para que juegue el Bohemio, ya que el duelo frente al Gasolero será el sábado a las 15 horas. Habría que hacer mucha memoria para recordar el último partido sabatino. Si no me fallan los cálculos fue el 10 de julio, también en el Gran León ante Mitre, un espantoso 0 a 0 que ojalá no se repita. Lo que anhelamos que tenga repetidora son las victorias. Que haber ganado en Córdoba sea el empujón definitivo para conseguir una cadena de triunfos que nos arrimen el bochin en la tabla de posiciones, para tener la vida que queremos.
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