25 abril, 2024

Un lugar, todas las disciplinas

Atlanta: generación BOE

Fecha dos

3 – Güemes 1

Triunfo piramidal de Atlanta en su primer encuentro en casa. En un segundo tiempo que pintaba para que el hincha bohemio sufra un esquema ponzi en su contra, con los Gauchos de Güemes agazapados para estafar al público local, todo terminó con final feliz. Fue victoria 3 a 1 en las oficinas de León Kolbowski, con El CEO del gol, Gonzalo Klusener, como el coaching del partido. Ya que empezó a pagar las ganancias en el área rival y con dos pepas provocó las “gritomonedas” en las gradas de los clientes de Villa Crespo. Traigan estafadores que ilusiones sobran. 

Por la segunda fecha del Matusalén torneo de la Primera Nacional, Atlanta recibía a Güemes de Santiago del Estero, con el curioso dato que nunca antes se habían enfrentado. Erviti en búsqueda de la primera victoria del año cambió el esqueleto táctico y algunos nombres propios con respecto al duelo de la fecha inicial del certamen telonero de la Liga Profesional.

Rago entre expulsión y lesión no podía estar en el candelero del equipo, su lugar lo ocupó el arquero de repuesto, Nicolás Sumavil. También, el DT bohemio reseteó la defensa y mandó a la papelera de reciclaje la línea de cinco que usó en la primera jornada para instalar cuatro hombres en la retaguardia. Los mismos fueron: Dramisino y Gallo en los laterales, Alán Pérez y Rodrigo Colombo en la cueva. El que salió del fondo para ir al banco fue Martín García, participe esencial en la expulsión de Rago. Hay que aclarar que los primeros minutos la zona trasera no defendió bien, lo salvaron los offside de su rival, si no los apellidos de los marcadores centrales iban a estar acompañados de algunos insultos al estilo Gerardo Romano en el Marginal.

En el medio se formó un triunvirato de volantes con Juan Daniel Galeano, Maximiliano González y Lucas Pérez Godoy. Ya es un clásico en Atlanta toparse con un jugador con doble apellido, no sé si adjudicar este hito (?) a una cábala o considerarlo un dato boludo que suma menos que una calculadora sin pilas.

En la delantera y tomando como referencia el primer cotejo del torneo, Julián Marcioni se reestreno de titular con la del Bohemio en lugar de Juan Bizans. Klusener se mantuvo como el “9” del equipo, y Evelio Cardozo, la ultima joya de la abuela Tita Mattiussi, reemplazó a Pedrozo. Para los amantes de la numerología, el elenco de Erviti abandonó el 5-2-3 por el clásico 4-3-3.

En el primer tiempo Atlanta sin ser la octava maravilla fue superior al conjunto santiagueño, que por el horario del partido se durmió una siesta. El dueño de casa tuvo su luna de miel en esos 45 minutos iniciales cuando se encendió Evelio Cardozo, que es intermitente como el termostato, pero cuando se prende fuego es determinante. De las pocas especies en el plantel que ganan con la gambeta, y que además es elegante con el pase, cuando decide soltar la redonda. Gonzalo Klusener tuvo en sus botas la más clara de la primera mitad, ante una habilitación de sastre de Galeano, pero el ex capocannoniere de Talleres de Córdoba falló con el high definition. Su tiro de gracia pasó a centímetros del poste izquierdo del golero Papaleo, que no es Carolina, pero que por momentos tuvo cositas de actor.

El amanecer del segundo tiempo fue electrizante. Como dos boxeadores con la guardia baja, fueron al palo por palo. Ambos pugilistas tuvieron sus chances de mandar a la lona al rival, pero a los 12 minutos de la etapa final y luego de una serie de centros al corazón del área local, Güemes dio el golpe con un certero remate después de un rebote inexorable que dio Sumavil. El autor de esa piña fue Tomás Assennato, ojo que si lo lee rápido puede creer que dice asesinato, pero al margen de las similitudes del apellido, su gol provocó una desazón en el público bohemio que se le pareció bastante a cuando se muere un ser querido.

Luego de la ventaja exagerada del ilustre visitante, Erviti comenzó con los cambios. Hizo tres de un tirón. Volvió a ponerse la de Atlanta Ramón Fernández, de los últimos enganches que quedan en extinción. Que brilló con su calidad premium en el trato y en la pegada del balón en el 2008 en el conjunto de Villa Crespo. Surgido de Estudiantes de La Plata y haciendo pie en el fútbol chileno, este año pegó la vuelta para jugar en el Bohemio. Don Ramón ingresó por Evelio Cardozo, que por los pergaminos del primer tiempo, merecía seguir al menos un rato más en el complemento. Los otros cambios fueron Pedrozo por un apagado Marcioni, que sus (malos) pasos por Newell’s y Platense lo desconfiguraron, ojalá pronto se encuentre su manual para reinstalarlo. La tercera variante fue Franco Perincioli por Augusto Gallo, que tampoco había comprado muchos números del talonario para salir del equipo. El lunar de esas modificaciones se dio al instante que se realizaron, porque Pérez Godoy se lesionó, con lo que se debió gastar otra ventana de cambios quitándolo del campo por Matías Molina. Con tantos garabatos, así quedó el plato de Erviti: Sumavil; Molina, Pérez, Colombo, Perincioli; Dramisino, González, Galeano, Fernández; Pedrozo y Klusener. Más allá de ciertas mutaciones que hubo en el desparramo de los jugadores en la cancha, gran parte del segundo tiempo se jugó así.

Atlanta le costaba llegar con claridad al área rival, chocaba con los Gauchos de Güemes, que defendían con las bombachas y las boleadoras por todos lados. Si parecía que en la última línea estaban José Hernández, Estanislao del Campo, Hilario Ascasubi y Esteban Echeverría, no faltaba nadie. El Bohemio necesitaba algún consejo del Viejo Vizcacha, tener el facón más cerca, o al menos con el poncho lastimar a su rival, pero el campo estaba minado, todo era complicado.

Cuando parecía que las críticas a Erviti volvían a instalarse, la protesta se hacía moneda corriente, llegó la gauchada del defensor Gabriel Fernández. Quién en el minuto 32 del segundo tiempo frente a un envío al área propia levantó el brazo como dando el presente en el colegio y tocó la pelota con esa mano super extendida. El colegiado del cotejo no dudó en señalar la pena máxima y amonestarlo por tremendo manotazo, encima ya tenía una tarjeta en su lomo, por ende vio la roja y dejó con 10 a su equipo. Gonzalo Klusener cambió por gol el obsequio del defensor de Güemes, con un remate al palo derecho muy ajustado como un pantalón chupín. Por suerte este penal no lo atajó Alberto Fernández.

En un ráfaga de minutos Atlanta dio vuelta el pleito. A los 38 minutos del complemento frotó la lámpara el genio de Ramón y le cumplió el deseo a todos los hinchas bohemios que estaban en el Gran León. Con su pegada biónica le puso la pelota en el área a Juan Bizans (que cuando se quedó con 10 el rival entró por Dramisino) El cabezazo del mellizo encontró en el segundo palo a Klusener, que también puso la saviola y estampó el gol, para que ahora la victoria se mudé de Santiago del Estero a Villa Crespo. Éxtasis total en las tribunas del dueño de casa. Fiesta pagana para el pueblo bohemio.

Como bonus track, en la última jugada del match Güemes dispuso de un tiro de esquina para visitar el área rival. Era tan en el epílogo que mandó hasta su arquero Papaleo a cabecear, si fuera por él iba hasta Irma Roy. Pero la jugada al gaucho santiagueño no le salió bien, la pelota quedó corta, le cayó como un regalo del cielo a Juan Bizans, que emulando al “Pity” Martínez se fue derecho a marcar el tercero y con el arco vacío logró su cometido. Con el tercer gol la algarabía fue plena en el estadio Santiago Bernabéu de Villa Crespo.

En el equipo de Erviti hubo un primer tiempo de caviar de Evelio Cardozo. También hay que destacar al titiritero en el medio que fue Juan Galeano. No podemos ignorar los ingresos valiosos de Ramón Fernández y Juan Bizans. Pero tampoco hay que obviar el exquisito partido de Maxi González, que por momentos el “5” uso el overol y en otros se calzó el smoking. Ellos junto a los goles de Klusener fueron la generación BOE, la que no te estafa como los chorros que le sacan la guita al pueblo argentino. Hablando de mafiosos y mal vivientes, en la tercera fecha Atlanta visita a Riestra. Esperemos seguir por este camino, para que el torneo más largo del mundo continúe siendo un buen negocio para los hinchas bohemios.