All Boys 1 – 0
Más de lo mismo. Debí revisar varias veces el celular para confirmar que estábamos en 2022 y no que seguíamos en el año pasado. Veía al equipo y era una copia fiel al original de la temporada anterior. Los mismos errores defensivos, cada balón impulsado por el rival en nuestra área oficiaba de daga en el medio del pecho. Sin apetito para armar juego en el medio y con ataques que tenían la frecuencia del cometa Halley visitando la tierra. Un DT que desorienta con los cambios, un plantel que mejoró su calidad pero que no tiene cantidad, es corto como el pelo de un colimba. Y encima, sigue sufriendo fallos arbitrales que a veces parece que te toman de punto. Somos un meme para los jueces, se necesita una reforma judicial, tanto en la del país como en la de la AFA.
Por la primera fecha del eterno torneo de la Primera Nacional, Atlanta perdió sobre la hora 1 a 0 ante All Boys, en un partido que tenía olor a recontra empate. Una falla de origen defensiva del Bohemio, un taco delicioso de Comachi y una definición certera de Brandán le dieron el triunfo al dueño de casa, que jugó 60 minutos con un jugador más y nunca se notó. Y eso no fue por virtud de Atlanta, si no por defectos de fábrica del Albo de Floresta.
Para esta primera fecha Erviti repitió el mismo esquema que utilizó en los partidos amistosos/entrenamientos de pretemporada. Defendió con un pentágono, no me refirió a las puertas, si no a la línea de 5 hombres atrás que fue configurada con estos nombres: tres centrales (Alán Pérez, Rodrigo Colombo y Martín García) Dos laterales volantes(?): A la derecha de la pantalla, para sorpresa de todos los presentes, jugó Alejo Dramisino. Y en la extrema izquierda lo hizo Augusto Gallo, que fue el mejor de los nuevos.En el mediocampo se repartieron el centro Maxi González y el retornado hijo pródigo de Juan Galeano. Por la banda ancha derecha apareció Juan Bizans y en la otra orilla Fabricio Pedrozo, que ya es parte del inventario de Atlanta. Como centrodelantero estuvo Gonzalo Klusener, que en sus pies tuvo la única jugada de gol del Bohemio en todo el partido. Sin tetas no hay paraíso, y sin ambición tampoco. Un equipo que de la boca para afuera dice que el objetivo es ascender, no puede ofrecer en su menú una sola chance para mojar. Se repitieron patologías del torneo pasado, otra vez sopa, de todos modos el torneo es tan largo que aún es prematuro ir al muro de los lamentos.
Corrían 28 minutos del primer tiempo, Atlanta se empalagó saliendo del fondo (previamente hubo una falta al mellizo Bizans) Martín García la chingó, no miró a donde soltaba la redonda, la entregó corta a la bocha y de ahí en más todo se degeneró. Fernando Brandán dominó la pelota, se fue abriendo del área rival, a Rago no le quedó alternativa que salir de su cueva, ganó la posición y terminó tocando el esférico con la mano. El árbitro Zunino le iba a mostrar la correcta tarjeta amarilla, ya que el delantero se estaba yendo contra el lateral y por ende no era una maniobra que califique para estar en el manual de las jugadas manifiestas de gol. Pero el línea lo llamó, lo chamuyó al oído y cambió el fallo por una prepotente e injusta tarjeta roja.
Fíjate vos, el juez de línea modificó la decisión disciplinaria. En este país los árbitros asistentes, los que te marcan los offside con la misma precisión que los meteorólogos aciertan el clima, nunca se meten en nada. Son más tranquilos que los peones de ajedrez. Tienen menos voz que Maggie Simpson. No llaman ni a los bomberos cuando se prende fuego su casa, pero este ñato le dice al referí que debe rajar al arquero bohemio. Encima la pifió, ya que no hubo agresión física y el delantero se estaba abriendo del área. Con la amarilla era suficiente, esa que nunca le mostró a Barrientos por ejemplo. Pero es muy temprano en un torneo tan amazónico para llorar los fallos de los (ex) hombres de negro, que también debieron expulsar a González en el elenco de Erviti, que hizo méritos para ganarse dos o tres tarjetas amarillas, así que mejor me bajo de aquí y dejo a los colegiados tranquilos.
Atlanta nunca tuvo argumentos para ganar el partido. En vísperas de San Valentín el Bohemio fue flechado por cupido y se enamoró del empate. Ya andaba queriendo regalarle un desayuno a domicilio, hasta le escribió alguna cartita de amor. Estaba tan embobado con firmar tablas que en esa ensalada de cambios que hace el entrenador, quitó a sus dos delanteros para poner al lateral derecho Matías Molina y a Julián Marcioni, dos que volvieron este año al conjunto de Villa Crespo. Coincido que Klusener ya había llenado el formulario para ser moneda de cambio y su lugar podía ocuparlo Marcioni, pero sacar a Pedrozo era abrazar a un resultado que todavía no le era correspondido.
En el cierre del match day llegó ese gol de All Boys para volver a ganarle al elenco bohemio después de 14 años. El dueño de casa inquietaba en cámara lenta por su carril derecho, que ni con el ingreso de Molina Erviti pudo subsanar. Un mal despeje de Maxi González originó la hecatombe. El centro de Sánchez, el taco aguja de Comachi y la definición de “Jean Claude Brandán” le dieron la victoria al cuadro de Monte Castro, que se aprovechó de una defensa de Atlanta que trabaja a reglamento, de forma administrativa, que mira mucho más de lo que actúa. Es cierto, que aún hay tiempo para mejorar, ya que el campeonato es más largo que una jirafa con zancos. El tema es no esconderse en el caparazón de la tortuga y salir a jugar como un león en todos los zoológicos de la Primera Nacional, porque de lo contrario podemos dormirnos y terminar como el cocodrilo.
La próxima fecha será en casa ante Güemes de Santiago del Estero. Deseamos que sea un equipo gauchito, que duerma la siesta y que los 3 puntos queden en Villa Crespo. Todavía es temprano para dar un diagnóstico, aún el paciente tiene pocos síntomas. Ojalá que los errores de mala praxis del DR Erviti no se vuelvan a cometer, y aunque al Vademecum del plantel pareciera que le faltaban algunos remedios, esperemos que se encuentre la receta médica adecuada para que este año los hinchas de Atlanta no terminemos todos enfermos.
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