Fue la peor actuación del equipo en el campeonato. Esta vez los cambios de Walter no dieron sus frutos. Ese efecto feng shui de ir movimiento los jugadores en el campo tampoco funcó. Rescató el invicto, en un encuentro que hizo más méritos para perderlo que para ganarlo. Fue empate 0 a 0 ante Deportivo Maipú en Villa Crespo. Solo faltó la definición por penales, para estar a tono con el fin de semana de la Copa de la Liga.
Atlanta tuvo exceso de balón en el primer tiempo y escaso vuelo futbolístico en todo el partido. Los ataques del elenco de Erviti fueron con silenciador, teniendo la profundidad de una pileta pelopincho y equivocándose a la hora de los pases. Encima, sufrió en el segundo tiempo a un digno rival, que ofreció un apetecible menú en su juego. Arrancó con una entradita fría en el orden de su defensa. De plato principal saboreó la presión atmosférica que ejerció en el medio campo. Y de postre sirvió los destellos estelares de su número “10” Álvaro Veliez, que provocó la expulsión de Martín López y enloqueció a un permeable fondo Bohemio. Si bien el partido estuvo lejos de ser un manjar, ya que nos dejó con mucho hambre, “El Botellero” mendocino cocinó mejor que el dueño de casa. Se jugó, o mejor dicho se morfó como quiso Deportivo Maipú.
Atlanta arrancó el cotejo con la vuelta al equipo de etiqueta de Joaquín Ochoa Giménez, relegando al banquillo al brother de Riquelme. A Colombini lo acompañaron arribeño: Taborda a su derecha y Pedrozo a la izquierda. “Maluma” Solari volvía de la lesión y fue freezado para ser usado en el segundo tiempo. El resto fueron los mismos sospechos de siempre, con la salvedad que la isla Martín García seguía lesionada. Por momentos Fabricio Pedrozo, que jugó con la 10 en su patente trasera, se posicionó detrás del “9”, algo que también buscó con Taborda en el segundo tiempo, pero ninguno le sacó viruta a ese distinguido y extinguido puesto.
Si en el primer tiempo el Bohemio tuvo la pelota pero careció de ingenio para generar ruido pesado en el área vecina, en el segundo tiempo ya no tuvo tanto contacto estrecho con el balón y el equipo no contagió a nadie. Erviti movió el banco, pero no consiguió ningún beneficio, es difícil salir favorecido cuando caes en las entidades financieras. El DT de Atlanta venía pegándole con los cambios, pero esta vez las variantes no le entregaron ningún plazo fijo.
Solari ingresó por Pedrozo para disputar el complemento. A “Maluma” se lo notó desconectado del equipo, tal vez le pasó factura la lesión que tuvo. Al rato salió Taborda para que lo reemplace Sebastián Riquelme, que gravitó lo mismo que un peón de ajedrez. Ya en la adultez del partido apareció el jugador número 12, Valentín Perales, que entró por un deslucido Gabriel Ramírez. A esa modificación se le adhirió la del “Ruso” García por Ramiro Fernández, lo que provocó que Ochoa Giménez termine de lateral volante por izquierda. Pero todo fue tan exitoso como montar una tienda de trajes de baños en La Paz, Bolivia.
Sobre llovido mojado, Martín López a 8 minutos del final vio la tarjeta roja, para aumentar el número de expulsados en el legajo del equipo. Con esto, Bolívar se incrustó entre los centrales bohemios y Riquelme terminó jugando de “5” como lo hacía su hermano en las inferiores de Argentinos. Recién con 10 y en tiempo de descuento, apuró el trámite genernado algo de barullo en el área del conjunto mendocino. Pero todo fue demasiado tarde, como un amor que dejaste escapar y cuando queres conquistarlo, ya tiene firmada la libreta civil. Por suerte Deportivo Maipú no tuvo sintonía fina en los últimos metros y aún el matrimonio con el invicto siguen comiendo perdices.
No fue tan distinto el juego de Atlanta con respecto a los otros partidos, la diferencia que esta vez no generó un comino en el área rival. En los anteriores encuentros, siempre apareció un alma caritativa. Podía ser la potencia de Colombini, la habilidad de Solari, la pegada de Flores o el talento de los medios, no me refiero a los de comunicación para instalar agenda, sino a los del Bohemio. Pero en esta oportunidad el equipo fue una respuesta automática, le clavó el visto al mensaje, le faltó un paquete de datos para conectarse en el campo y agradeció que su rival no tuvo Wi-Fi. En un partido de bostezos, Atlanta sigue soñando, ya que Tigre igualó en MDQ con Alvarado y la cima de la zona A sigue siendo Bohemia.
Lo mejor del cotejo fue lo que pasó antes que comience el bodrio entre estos dos equipos. Hubo un sentido homenaje a Carlos Timoteo Griguol, que se inició futbolísticamente en Villa Crespo. De 1957 a 1965 fue jugador del Bohemio, logrando ser parte de aquel equipo que ganó la Copa Suecia, un torneo que tenía el mismo valor que ganar la Copa de la Liga. En el tributo que se le rindió al “Viejo” Timoteo, estuvieron en el campo de juego sus nietos y su señora esposa, Beatriz Suárez, quien jugó al básquet en Atlanta, lo que le permitió conocer en el club a su futuro esposo. De algún modo, la institución de Humboldt al 500 ofició de agencia matrimonial.
El próximo lunes, si ya sé, Atlanta ya es un abonado exclusivo para jugar el primer día de la semana, se medirá en Carlos Casares ante Agropecuario, para seguir con esta buena cosecha de puntos. Eso si, no seamos otra vez “Bovinos” y mejores en el juego, para no perder el ganado y que no suceda lo mismo que pasa en el país, que el único que sale favorecido es el sojero.
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