14 noviembre, 2024

Un lugar, todas las disciplinas

“Banco Ríos”

Atlanta

En la última transacción del año el equipo económico de Villa Crespo líquido al mendocino Lobo de Wall Street por un categórico 4 a 1 y aunque no le sirvió para a hacer buenos negocios en la Primera Nacional, le regaló a sus clientes del tablón las mejores divisas de fútbol. Con los ejecutivos de cuenta juniors que pisaron el verde césped para Atlanta queda claro que hay futuro en las finanzas del juego bohemio, ojalá que el mercado acompañe y que el sueño de volver a la City del fútbol argentino sea posible en el 2023.

Con un trapo impresionante que cubrió toda la popular local y con el aliento en estéreo de todo el estadio, el simpatizante bohemio acompañó a sus colores en el último partido del año, a pesar que ya no se jugaba por nada, con todos los objetivos clausurados y con un equipo que naufragó toda la campaña en un mar de dudas. El orgullo de ser hincha empujó para decir presente en el Gran León y no soltarle la mano al conjunto de Villa Crespo en la última función, que por cierto el elenco de Giganti estuvo a tono con su gente y entregó el mejor concierto de todos.
Por la fecha 37 del acabado torneo de la Primera Nacional, Atlanta le tocó jugar la última jornada del certamen recibiendo en casa a uno de los candidatos a ganar el reducido por el segundo ascenso a la A, Gimnasia de Mendoza.

Venía con números muy sólidos el Lobo de esa provincia: era el tercero en discordia en la tabla de posiciones, contaba con una de las vallas menos vencidas y junto al campeón Belgrano de Córdoba era el que menos perdió. Pero llegó a Villa Crespo y todos esos números se evaporaron, le sirvieron lo mismo que ponerse a vender trajes de baños en el país hermano de Bolivia. 

Para despedirse del campeonato, Giganti armó este equipo que deleitó a sus hinchas de principio a fin: en el arco estuvo como (casi) siempre las manos consagradas de Rago, que veremos si el arquero récord en la historia de Atlanta sigue un año más o este fue su último partido en el club. En la defensa se agruparon Dramisino, que terminó el torneo como lo comenzó, jugando de “4”, ya que el DT no podía contar con Molina lesionado. En la zaga central jugó la pareja titular, Pérez y Colombo. En el lateral zurdo se mantuvo el discutido Perinciolo. El trío del medio lo configuraron Galeano, González y Cardozo. Adelante flotaron por las bandas Bisanz y Marcioni, para que de “9” se ubique Ríos, que jugó como los dioses y sin ánimo de spoilear nada, anotó 3 goles, algo que ni Klusener ni Donato pudieron hacer en los restantes dopartis que ellos jugaron. 

Como la historia manda Atlanta venció con todos los honores a Gimnasia y Esgrima de Mendoza, que en el escueto duelo de enfrentamientos entre ambos nunca el Bohemio perdió oficialmente contra El Lobo. Jugaron 3 veces, uno en los viejos Nacionales de la década del 70, y otros dos choques el año pasado por el célebre torneo de la Primera Nacional. Dos victorias nuestras y un empate fue el saldo positivo que arrojó verse las caripelas con el “Pituco”. Ahora ellos venían muy dulces, con 10 encuentros sin perder de visitante y con la chance de ser segundos o terceros en la tabla final del campeonato, puestos que tienen acomodo en el reducido por el segundo ascenso. La gran victoria del Bohemio lo mandó al cuarto lugar para obligarlo a jugar ya este próximo fin de semana el mini torneo que enviará a otro equipo a Primera de la mano con Belgrano.

El primer tiempo de Atlanta fue memorable, una obra arquitectónica faraónica, jugó 11 puntos y el resultado fue cortó, ya que tuvo chances inmejorables para ampliar la chapa del marcador. Pornográfica actuación del Bohemio en esos 45 minutos iniciales. Lucas Ríos fue un océano, Galeano escribió los mejores textos, Bisanz, Cardozo y Dramisino siguieron la onda verde del equipo, y el hincha aplaudió hasta quemarse las manos viendo esta gran función.

El primer gol no tardó en llegar. A los 8 minutos se gestó el tanto que rompió el hielo en Villa Crespo. La comenzó en la mitad de cancha Bisanz, se la entregó a Galeano quién puso al equipo de frente manteca con el arco rival, ya que se perfiló para adelante con el balón a su merced. Abrió el peligro con Dramisino que se filtró por el lateral derecho, Alejo metió un centro venenozo al área enemiga y entre tantas piernas propias y ajenas apareció la definición del gurrumín Lucas Ríos para empezar a armar la fiestita en el León Kolbowski.

El segundo grito sagrado lo volvió a entonar la nueva joya de Celina. Corría el minuto 22 cuando Atlanta armó flor de zafarrancho luego de un córner para la visita. Como decía el “Narigón del siglo”, Carlos Bilardo, tiro de esquina mal pateado es gol, es gol del rival. Y en honor al Doctor, El Bohemio lo cumplió al pie de la letra. Ese envío lo ejecutó para la mona el elenco mendocino y en la contra el conjunto de Giganti no perdonó. La inició Galeano con su suela mágica, se la pasó a Juan Bisanz que tenía la velocidad de una liebre, metió una corrida que no lo frenaba ni una carta documento del estudio de abogados de Federico Beligoy. En el momento preciso, a la hora señalada, se la tocó a Ríos que ya estaba con el tenedor y el cuchillo dentro del área, para que el bebé Oaky de Villa Crespo deje de garpe a su marcador con un freno artesanal y defina con clase al palo derecho de la valla rival. Otro golón, para que el hincha se sienta gordo de contento con la exhibición mostrada por el Bohemio. 

Si el primer tiempo terminaba 3 o 4 a cero nadie se hubiera ofendido, habría sido un resultado Alcoyana Alcoyana por lo que mostraron en el terreno de juego. Pero faltó calibrar la mira en las chances que se tuvieron. Juan Daniel Galeano, Evelio Cardozo y el melli Bisanz gestaron otras posibilidades de gol pero por una pisca de azar o intervención del arquero no terminaron de configurar un score más abultado en la primera mitad. Como ante Chaco For Ever, Atlanta se iba al descanso mostrando lo mejor del amor en este torneo, es cierto que si la levantada futbolística arrancaba un par de fechas antes se ingresaba al cuadro de honor de la Copa Argentina y si los números acompañaban te podías subir al piso 13 de la tabla y pelear por un lugar en el reducido. Pero eso ya es historia como San Martin cruzando Los Andes o la vuelta de Perón al país.

Para rendirle tributo a los jugadores que disputaron magistralmente el primer tiempo, Giganti no modificó nada del equipo para arrancar el complemento. Era muy obvio no realizar cambios, tenía más lógica que cualquier ejercicio de matemática. Pero para intentar poner algo de suspenso y promulgar la ley del ex en el Congreso de Villa Crespo apareció el tempranero descuento del Lobo mendocino con un tanto de Santiago Solari, que la temporada pasada jugó para Atlanta. A los 10 minutos de la etapa final se coló un centro desde la banda ancha izquierda del ataque visitante, la derecha del dueño de casa. El envío encontró la cabeza de “Maluma”, el hermano del delantero que hoy juega en River, que con su frentazo ponía 1-2 al “Pituco” y soñaba con una remontada que no llegaría ni por todos los tesoros de Suiza. 

Un minuto más tarde del tanto de la visita llegó la tranquilidad absoluta a Villa Crespo y sus coquetos alrededores. Juancito Bisanz trabó como tres veces para ganar la bola, se la tocó al galancito del partido, Lucas Ríos, quién dentro del área mostró más de sus recursos humanos y le picó la pelota al arquero de Gimnasia, para pinchar las ilusiones del rival y emocionar al público local. El nuevo nene mimado del equipo la rompió en la reserva, Giganti le dio lugar en la Primera y marcó su primer hattrick con la camiseta bohemia. Pensar que en toda esta temporada jugó Klusener y Donato, que si hacían un gol era para festejarlo en el Obelisco. “Banco Ríos”. ¡Qué grande este delantero”! Con esta caja de ahorro hay futuro, pero no lo dejen tanto solo a este producto de Villa Celina, hay que acompañarlo con inversiones y gastando la tarjeta de crédito.

Para decorar el resultado e imponer la goleada Galeano desde los 12 pasos marcó el cuarto. Otra gran maniobra de Bisanz, que no fue tendencia en las redes sociales del arco rival pero su juego fue trending topic en el encuentro. El melli corrió como una gacela con el balón atado a sus pies, asistiendo a Marcioni. Este ya dentro de la hoguera del área oponente volcó el esférico a la otra orilla buscando a Cardozo que fue derrivado y al ñato de Comesaña no le quedó otra que cobrar penal. Ahí fue Juan Daniel para que con categoría estampe desde los 11 metros su gol. El arquero eligió el palo izquierdo y ni bien se movió el golero, Galeano suavemente se la filtró de rastrón al otro caño. Fiesta nacional y popular en las grandas del Gran León. Delirio total del hincha bohemio, que por un ratito se olvidaba de todos los males que le aquejaban y celebraba la gesta de su equipo.

Después de tanta euforia por la goleada armada llegaron las variantes de Giganti. Ingresaban dos chiquilines más del club, Nicolás Medina y el otro mellizo Bisanz, Federico. Salían Marcioni y Cardozo. Al ratito seguía el desfile de purretes de Celina ya que entraba Valentin Gelos por Perinciolo. Para cerrar la ventana de cambios, bajarle la persiana al cotejo, y que se produzca la primera gran ovación de su vida, dejaba la cancha Lucas Ríos para que entre en su despedida de Atlanta Gonzalo Klusener, que junto a él metían, aprovechando el 2×1, a Federico Marín en lugar de Maxi González. Era tanta la alegría por lo vivido en la cancha que cualquiera que hubiera salido del equipo iba a hacer aplaudido. Si dejaba el terreno de juego el delincuente de Miguel Ángel Broda, capaz que algún desprevenido lo alababa. En un país que tiene memoria corta todo es posible, por eso si usted puede aproveche y vaya a ver la película Argentina, 1985. En tiempos de negacionismo y verdades a medias, siempre es bueno refrescar la historia.

En números, el elenco de Giganti terminó en el puesto 17 con 46 puntos, los mismos que reunieron Quilmes y Deportivo Madryn. 11 partidos ganados, 13 empatados y 12 perdidos. 33 goles a favor y uno menos en contra. Faltó un triunfo más para clasificar a la Copa Argentina y tres victorias más para jugar el reducido que a un equipo depositará en la máxima categoría de nuestro fútbol. Se puede festejar el triunfazo ante Gimnasia y también reflexionar por lo vivido este año en la Primera Nacional. 

Después de este excelente partido de Atlanta, en el que la descosió Lucas Ríos con sus goles, en el que la rompió Galeano en la conducción, Bisanz con su talento y velocidad, más los aportes de Dramisino que fue el mejor del bohemio todo este año, habrá que parar la pelota, aprovechando que el torneo terminó y más allá de las últimas actuaciones, hay que hacer un balance profundo para que lo malo de este 2022 no saque fotocopias en el 2023. Con un presupuesto alto desde lo numérico, el más suculento de los últimos años, salvo honrandas excepciones se incorporó para el tuje. Abundancia en algunos puestos, ausencias en otros, muchas apuestas y pocas nueces para un campeonato que nos vio más tiempo peleando por no descender que luchando por volver a Primera. Se pifió fiero en darle segundas oportunidades a Erviti, se armó un plantel para comunicarse con la operadora preferida, 4-3-3, pero faltaron especialistas para explotar ese sistema. Todos los objetivos trazados para este año no se cumplieron ni a palos.

Giganti fue lo mejor que tuvo el bohemio en el banco, enderezó el rumbo ingnorando los espejitos de colores del reducido y sacando puntos para evitar la dramática zona roja del descenso. Puso lo más sagrado que tiene la institución, los pibes de Celina, aunque algunos levanten la bandera que es una política de estado en el club, fue una medida de urgencia, porque los jugadores que vinieron a principio y sobre todo a mitad de temporada no funcionaron.

Si seguimos el próximo año dándole todo el manojo de las llaves del fútbol a Romano, que no tengo nada personal con él, que sabe de fútbol como tantos otros soberanos, estaremos atados a tirar una moneda al aire. Seguiremos apostando como si estuviéramos en el casino y haciendo negocios con la resaca que le queda a los representantes amigos del manager bohemio. Ojalá que en estos 4 meses que quedan para el próximo torneo, con la espuma que large la Copa del Mundo en el medio, demos un salto de calidad para que a finales de 2023 todos los hinchas de Atlanta saltemos de felicidad porque volvemos a jugar en la A.