Otro empate sin gusto, insípido, desabrido, insulso. El dueño de casa se jugaba una final ante Atlético de Rafaela y lo disputó con el mismo ímpetu que un partido de solteros contra casados, aunque estos futbolistas hace rato que están divorciados con el hincha. Es más, ningún juez de paz podría darle el sí al elenco bohemio, ni nadie se animaría a salir de testigo de este combinado que dirige Giganti. Como anillo al dedo le quedó el resultado de 0 a 0 a este partido, que no por casualidad ambas escuadras están militando los puestos de deshonra en la tabla de posiciones. El Bohemio es vigésimo octavo con 31 puntos y La Crema se corta en la ubicación trigésima segunda con 27 unidades. Por ahora están afuera de la zona roja del descenso, aunque jugaron un doparti para no querer salir del sótano del campeonato. Si usted fue a la cancha y observó en vivo y en directo los 90 minutos debe urgente pedir un turno con el oftalmólogo, sus ojos se lo agradecerán.
Atlanta y Rafaela no se veían las caripelas desde 1996. Por primera vez igualaron un partido, ya que en las anteriores 6 ediciones siempre hubo un ganador. Por cierto, los 3 cotejos celebrados en Villa Crespo fueron con triunfos bohemios y por el mismo marcador, 2 a 1. ¡Hasta eso nos quitó este equipo! El duelo más recordado entre estos dos fue cuando se enfrentaron en la liguilla de 1995 por el 2do ascenso a Primera. Atlanta se ganó el derecho a disputar esa instancia por haber salido campeón en la Primera B al derrotar en la final a Dock Sud. Ambos conjuntos ganaron sus partidos de local por 2 a 1, como el Bohemio venía de una categoría menor quedó eliminado. Un formato de disputa por el ascenso que difícilmente volverá, aunque con los cráneos que manejan el armado de torneos puede pasar cualquier cosa. Si usted tiene un equipito en su barrio que juega a la pelota no se sorprenda si desde la AFA lo llaman para disputar el nuevo certamen de Primera, ya que esperan tener para las próximas temporadas un torneo de 1000 equipos.
Por la fecha 30 del tortuoso campeonato de la Primera Nacional Atlanta recibía a Atlético de Rafaela en un duelo clave de sol por la supervivencia en la categoría. Ambos jugaron a no perder, si antes del encuentro le daban la chance de firmar el empate, los dos equipos iban a la cancha con un container de lapiceras para estampar la rúbrica en todos los ejemplares que hagan falta. Para este crucial cotejo(?) Giganti no podía contar con Alán Pérez y Matías Donato por estar lesionados, a esta altura de la vida uno no sabe si es un perjuicio o un beneficio para Atlanta.
Con algunos jugadores que los ubicaron en posiciones sorpresas estos fueron los 11 futbolistas elegidos por el DT bohemio: Francisco Rago estuvo en la meta. Matías Molina, Rodrigo Colombo, Martín García y Franco Perinciolo se agruparon en la extrema defensa. Federico Marín se incrustó en la mitad de cancha, teniendo en sus costados a Evelio Cardozo y Juan Galeano. Julián Marcioni fue el extremo derecho, Gonzalo Klusener jugó de “9”, perdón ¿Jugó de “9”? Y en la banda ancha izquierda apareció de forma sorpresiva Alejo Dramisino, que ya debe estar mareado, porque con Erviti jugó de lateral derecho, pero también este año se desempeñó de volante central, de mediocampista por derecha, por izquierda y hasta algún partido lo terminó de “3”. Pero Giganti rompió la matrix y lo reubicó de extremo, con su ímpetu y su gran corazón compensó una posición que le era exótica y tóxica a la vez. En definitiva volvió el 4-3-3, aunque no es un tema de números sino de juego lo que viene sufriendo el bohemio.
El primer tiempo fue un insulto al buen gusto, no había situaciones de goles ni aunque le ofrecieran todo el patrimonio de Elon Musk. Tal vez, había temor de que si daban 3 pases seguidos se los considere como una asociación ilícita. Vio que en la Argentina no es necesario tener pruebas para condenar a alguien, el partido judicial se encarga con los medios de comunicación afines a armar una opereta que se lo cree hasta el verdulero de la esquina. Por ahí ese miedito le pasaba por las venas a los jugadores de Atlanta y ninguno quiso darle una alegría al pueblo por cuiqui a que lo metan en cana. Fue espantoso, nuevamente, el desempeño del Bohemio, que solamente generó un disparo a portería con la pegada de Galeano, todo un despropósito en un partido que era fundamental para gambetear la zona caliente del descenso. También hubo otra chance clarita de gol, que hubiera preferido evadir, fue la que tuvo en los pies Klusener. Era un mano a mano temible, pero el “9” se olvidó de poner la gamba. Nunca remató, se la terminaron birlando, parecía que se iba a sacar una selfie y luego entrarle a la pelota. Primero remato y luego existo, esa debería ser la premisa para el centro delantero de cualquier equipo.
El segundo tiempo fue una fotocopia de los 45 minutos iniciales. Como no podía ser de otra manera Giganti no movió el banco, en el que tenía como si estuvieran guardados en una caja fuerte a los pibes del club, Juan Bisanz y Nicolás Medina. También, aparecían como plazo fijo el defensor central Valentín Gelos, que llegó este año como una promesa desde Vélez, y el otro purrete made in Celina era Lucas Ríos. Los 4 esperando su momento en el banco de reservas. De todos modos, durante el complemento 3 de ellos fueron monedas de cambio. Por lo que dieron los titulares en el campo de juego, cualquier otro billete que se tiraba a la cancha iba a tener más valor que la mayoría de los que entraron desde el minuto cero. El melli Bisanz ingresó por Evelio Cardozo, con lo que Dramisino volvió a la casa de los viejos para jugar en su posición habitual de mediocampista. Medina entró por Marcioni y Ríos hizo lo propio por el mencionado Alejo Dramisino. Dicho sea de paso el que mejor ingresó fue Ríos, fue un océano para Atlanta. Demostró en un puñado de minutos tener más ganas que unos cuantos jugadores de Primera que ya tuvieran mil horas jugando con la pilcha del bohemio.
Las situaciones más nítidas para el elenco de Villa Crespo se dividieron en dos. Una fue el remate de media distancia de Juan Bisanz que pasó al lado del caño izquierdo de la portería, por lo que más de un hincha en la platea pegó el grito sagrado creyendo que era gol, pero todo fue desilusión. Y la otra posibilidad volvió a recaer en los pies de Klusener. Nuevamente tuvo un mano a mano, pero se abatató, y cuando quiso gatillar ya el arquero le anuló el ángulo de tiro y el tímido remate murió en el cuerpo del golero. Hoy con el diario del lunes es muy fácil criticar la incorporación de Klusener, casi todos lo hubiéramos traído con los ojos cerrados, seguramente la mala praxis estuvo en el repuesto del “9”. Donato no funcionó los pocos partidos que jugó en su primer ciclo ni tampoco ahora en su retorno, de esas vueltas inexplicables que tiene la vida. Es como volver con un ex que sabes que te trató mal, hay conductas del ser humano que no tienen subtítulos.
Nos dejaron a todos con la Crema cortada. Miserable 0 a 0 atraparon Atlanta y Rafaela, que perdieron dos puntos en una fecha que los que vienen abajo ninguno ganó. A esta altura del campeonato se valora muchísimo que el pelotón de los equipos que intentan escaparle al descenso no ganen, que cuando se enfrentan entre ellos rezamos varios padres nuestros para que igualen. Todo esto sucede porque el conjunto de Giganti no logra 3 puntos seguidos, es más frecuente festejar Navidad que ver ganar al Bohemio. Ni le digo celebrar un gol, ese acto se concibe cada muerte de obispo y por lo que tengo entendido el último que tocó el arpa fue en la década pasada. Hay que implorar que acabe de una vez este torneo, que nos mantenga adentro de esta bolsa de gatos que llamamos Primera Nacional y reempensar lo que vendrá, ya nadie aguantará otra temporada nefasta como la reciente o la de 2021. Dicen que el hombre aprende de sus errores, pero también tropieza dos veces con la misma piedra, yo temo que tropiece tres veces con el mismo cascote.
El próximo sábado Atlanta tendrá una nueva final del mundo, se mide en Tandil ante Club y Biblioteca Ramón Santamarína, pedazo de nombre tiene. Rival directo en la pelea para no irse a la B. Ojalá que frente a esta Biblioteca podamos tener inicio, nudo y desenlace a nuestro favor. Que no sea un cuento de terror nuevamente nuestro juego, que al menos algún jugador esté inspirado y meta un par de versos para que los 3 puntos queden en Villa Crespo. Ya nadie espera ser un best seller, pero que al menos podamos ponerle la tapa al rival. El mayor problema es que se juega en Tandil, por eso tenemos miedo de terminar siendo unos salames dentro del campo de juego.
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