La sobreexigencia y presión en el deporte. Por Corina Argüello, Licenciada en Educación Física y Diplomatura en Género y Deporte.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define a ésta “como un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”. Sabemos que la totalidad de la población, desde las niñeces hasta las personas mayores, deben realizar actividad física pues es fundamental para llevar una vida sana y prevenir enfermedades. Pero… ¿hasta qué punto se puede exigir a un cuerpo y a una mente?, ¿Cuál es el límite de presión y exigencia que se puede soportar, por la necesidad de ser la/el mejor en algo, sin llegar a causar daño físico o mental?
“Los campeones aprovechan sus oportunidades, la presión es un privilegio”, fue el contenido del mensaje de texto que le envió la famosa tenista Billie Jean King a Maria Sharapova antes de que ésta ganara la final del Abierto de Australia jugado en Melbourne en 2008. Un verdadero campeón o campeona, entrena más que ningún otro sin agotarse, sufre, pero no se queja, nunca retrocede ni se da por vencido, no demuestra dudas o temores, no debe mostrar vulnerabilidad ni inseguridades, debe soportar estoico las presiones externas e internas, jamás claudica… ¿Es así? Las deportistas, ¿no son personas? Los atletas, ¿no son seres humanos?
Los JJOO de Tokio han explotado de noticias acerca de un tema considerado tabú: la salud mental de los y las deportistas de alto rendimiento, que han tenido que abandonar competencias, retirarse de alguna prueba, se han lesionado en la plena competencia, por no poder soportar más la presión y por
esto se han visto agredidos, insultadas, atacados, criticadas ferozmente en las redes.
La gimnasta estadounidense Simone Biles (foto principal) tuvo la valentía de referirse públicamente a “los demonios mentales” que la llevaron a abandonar en varias competencias de Tokio 2020. No fue la única atleta que habló de su salud mental. Si nos referimos a la Argentina, después de quedar afuera en las pruebas de 1500 y 800 metros libres, la nadadora Delfina Pignatiello recibió ataques y críticas a través de sus redes sociales, por lo cual decidió dar de baja algunas de ellas y colocar en “privado” otras, argumentando sentirse “muy lastimada y priorizando su salud mental y su bienestar”.
La tenista argentina Nadia Podoroska publicó un mensaje en sus redes sociales en el que se solidarizó con Pignatiello por los ataques on line que sufrió: “los mensajes de odio en las redes sociales causan mucho daño y no tienen ninguna justificación”, aseguró la deportista rosarina y pidió cuidar
la salud mental de los deportistas. La tiradora riojana Fernanda Russo publicó un vídeo en el que también llamó a dejar de lado las agresiones on line. “Tengamos un poco más de cuidado con las cosas que escribimos en la pantalla. Primero que nada, somos humanos”, pidió la deportista.
“En estos Juegos sobrevive el más fuerte”, dijo a el DiarioAR, Nelly Giscafré, encargada del área de psicología del CeNARD: “Algunos deportistas llegaron quemados a los Juegos Olímpicos” Además de la exigencia propia del deporte, las condiciones de entrenamiento en el 2020/21 fueron muy difíciles por la pandemia, “algunos no llegaron, algunos habían clasificado y quedaron en el camino, otros tuvieron Covid y no pudieron participar, y otros participaron, pero se frustraron porque no tuvieron competencias anteriores”.
Desde nuestro cómodo sillón y la tranquilidad de nuestro hogar, todos y todas podemos opinar que tal o cual cosa se podría haber hecho mejor, todos somos técnicos, gimnastas, atletas, todos somos mejores árbitros y jueces que los de la TV, todas juzgamos, todos protestamos, porque este equipo o deportista no cumplió con nuestras expectativas, hacemos comentarios ofensivos, sin pensar y sentir con empatía, sin respetar los años y años de esfuerzo y entrenamiento que cada una de las personas que participaron han invertido para llegar a un Juego Olímpico…
Bienvenido sea el debate sobre la salud mental de las y los deportistas, para visibilizar las presiones, las ansiedades, los temores, “los demonios mentales”, la vulnerabilidad, las emociones, los sueños, los anhelos, para que desde pequeños se aprenda a trabajar sobre la afectividad, para que se puedan poner en palabras, para que deje de ser un tema tabú en el deporte, para recordar permanentemente que no son máquinas de ganar medallas, sino seres humanos, para humanizarlos… y volvernos más humanos nosotros también.
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