Qué triunfo, la Madryn qué lo parió!
La primera alegría del 2023 no podía ser placentera como para disfrutarla tomando un whisky y fumando un habano. Tenía que ser con el sufrimiento tatuado en la piel, con los glóbulos subidos a las amígdalas. Nadie podía pretender que luego de dos actuaciones fuleras pasemos a ganar con una elegancia de la realeza en una reunión convocada por el grupo de WhatsApp de una tribu de indios. Se tenía que atrapar los 3 puntos con la misma estética de Freddy Krueger.
Goleamos a Deportivo Madryn 1 a 0 y la felicidad nos gobierna. Si hoy llamamos a elecciones votamos está victoria en las PASO, en Primera Vuelta y en Balotaje. Llevo en mis oídos la más maravillosa música cuando gana Atlanta. En cada gol bohemio la casa está en orden. Y el tanto convertido por Diego Becker en el medio de las ballenas fue un hito para nuestra democracia futbolera.
Por la tercera fecha de la zona B de la Primera Nacional el elenco de Giganti viajó más de 1300 kilómetros en búsqueda de la felicidad. Después del debut trocidísimo en Caseros y del empate austero con la Rafaela, llegaba el turno de pisar Puerto Madryn. La última visita a ese ciudad y ante el mismo rival fue derrota apestosa por 4 a 1. En esa tierra sagrada el Bohemio fue cuatros veces y nunca pudo ganar. Ya que en tres oportunidades se midió ante Guillermito Brown con dos derrotas y una parda. Sumado al nauseabundo doparti que había protagonizado el año pasado contra Deportivo Madryn. Pero la historia cambió, las rachas a diferencia de los espejos están para romperse, ojalá que con esto se consigan 7 años de buena suerte.
Mauricio Giganti por obligación más que por convicción retocó la parte del fondo de la casa más famosa de Villa Crespo. Modificó dos jugadores por lesión del equipo que empató sin goles con la Crema santafecina, y metió mano desde lo táctico en el lateral derecho. Los marginados por la sanidad fueron el arquero Pedro Fernández y el primer marcador central Ian Rasso. Sus reemplazos, Sumavil y Aguirre, se destacaron e hicieron méritos para no salir del equipo titular. El tema es saber que pasaba si estos dos futbolistas no se lesionaban, dudo que habrían jugado sus relevos que la rompieron por completo. Sospecho que habría seguido el mismo portero que no baldeaba ni la vereda del edificio donde laburaba, y continuaba el defensor tenebroso que jugó los dos primeros cotejos. Menos mal que hubo pequeñas cuestiones físicas que acomodaron los melones rumbo a Madryn. La otra variante si fue futbolística, acá no hubo camillas de por medio. Afuera Dramisino y adentro Camargo. Se optó por poner un lateral que conoce más el paño.
En definitiva el míster apostó por estos 11 futbolistas: en el arco apareció por primera vez en este torneo Nicolás Sumavil. En la defensa se agruparon Franco Camargo, Alán Aguirre, Fernando González y Marcos Pinto. En el medio se sostuvieron Mauro Bogado, Federico Marín y Juan Galeano. En la tripulación de adelante siguieron Nicolás Medina, su tocayo Mazzola y Diego Becker. Más allá de los recambios en la parte trasera, no se alteró la numerología y se jugó 4-3-3.
El primer tiempo de Atlanta fue lo mejor del amor que mostró el equipo en este benjamín campeonato. Generó más situaciones de peligro en un rato de esa etapa inicial que en los anteriores 180 minutos que había disputado. En el amanecer del encuentro llegó en cantidad y en calidad al área rival. A los 60 segundos de comenzado el pleito el arquero de ellos despejó mal la pelota ante la presión molesta de Nicolás Medina. Allí le quedó la bola de fuego a Mazzola para que con el arco sin custodia anoté la primera alegría de la tarde, pero le erró a la valla. Su remate lo traicionó como Piqué a Shakira. Esperemos que esta mala definición no sufra una canción despechada por el “9” de Atlanta.
Antes de estrenar el grito sagrado en este campeonato, también Galeano lo tuvo para convertir y falló en la definición. Ya en un par de minutos Atlanta construyó más peligro que en los dos partidos jugados en este torneo. A los 5 de la etapa inicial llegó el desnivel definitivo, premio a las buenas intenciones del elenco visitante. Nicolás Medina comandó el ataque por la banda ancha derecha de la ofensiva bohemia. Metió el centro como indicaba a grito pelado la jugada. El golero del aurinegro dejó cortita y al pie de Becker la bocha. El del apellido tenístico no dudó y su tiro de gracia se fue a la red. Punto para Atlanta, a esta altura valía como un set el gol que anotaba Diego, el primer tanto en el 2023 para el conjunto de Giganti. Ganar Wimblendon era un poroto al lado de la anotación que había conseguido Becker. Que aunque se escriba diferente, este gol era un poema recitado para el pueblo bohemio. Parafraseando al gran Adolfo: “Volverán las victoriosas golondrinas al barrio de Villa Crespo”.
En esos 45 minutos iniciales el dueño de casa no quiso quedarse en el molde y construyó algunas situaciones de riesgo, pero chocó con la solvencia de Sumavil. Que en una jugada se puso la capa de superhéroe, firmó contrato con Marvel y voló como un avión para evitar el empate de Deportivo Madryn. Atajadón del “1” bohemio que ya mostraba sus poderes de acero. De todos modos en el conjunto de Giganti se notaba una mayor confianza defensiva en esos 45 minutos iniciales. Alán Aguirre solucionaba más en el juego área y le daba seguridad a Fernando González, que sin ser un mariscal mejoró la versión que había tenido en los otros dos encuentros. Además en el ataque de pánico Atlanta siguió castigando a su rival. Medina lo tuvo por triplicado. Primero en un delicioso mano a mano, y luego en dos remates que respondió con crecer el guardameta de enfrente.
Después del coral primer tiempo jugado por Atlanta era fácil de imaginar que Giganti no iba a mover el banco, era innecesario meter mano, era como querer agarrar el pincel y retocar a La Gioconda. Es cierto que algunos le hacen bigotes a la Mona Lisa, pero después de lo vivido en los 45 minutos iniciales ni un lunar había que pintar.
Las segundas partes nunca fueran buenas, por eso al Bohemio le costó el resto del doparti. Ya no tuvo su obra maestra en el estadio Abel Sastre de Deportivo Madryn, más conocido como el coliseo del golfo, inaugurado en este siglo, en el 2006. Por como se dio el complemento fue la guerra del golfo, sin que estuviera Saddam Hussein en el medio ni las ganas de quedarse con el petróleo de nadie, pero fue bélico lo jugado en el segundo tiempo.
Las huestes locales se hicieron de la armadura del balón, las tropas de Villa Crespo no quisieron retroceder a su propia trinchera, pero el oponente con su estrategia lo iba empujando a la base de Sumavil, que en la recta final de la batalla sacó todas las balas que disparó el ejército aurinegro.
El comandante Giganti debió cambiar algunos soldados, Marcos Pinto quedó herido y lo reemplazó Dramisino, que venía jugando de “4” y entró al campo minado a resistir de “3”. En esa ventana también se filtró Krilanovich para reemplazar a Bogado que aún su fútbol no se destacó en la armada del mediocampo.
Más tarde, ingresaron otros uniformados. El veterano de guerra Pablo Mouche relevó a Nicolás Medina y Federico Bisanz de las fuerzas básicas bohemias apareció en el lugar de Becker. Ya en el final para bancar los ataques del enemigo, quitó al tanque de Mazzola y colocó al defensor del pueblo Valentín Gelos, un cabo menor que pinta para ser coronel.
Con el sufrimiento de una madre que espera que su hijo vuelva de la guerra, Atlanta reclutó los 3 puntos. Es cierto que solo se ganó una batalla y que la contienda aún no acaba, quedan miles de guerrillas por enfrentar, pero la alegría de este triunfo no encuentra enemigos.
Entre los destacados obviamente hay que nombrar al arquero, gracias a su máxima seguridad El Bohemio Suma(vil) la primera victoria del año. Pensar que si no se lesionaba Pedro Fernández, que tiene más nombre de actor mexicano que de arquero, la presencia en Madryn del que fue el “1” habría sido en el banco y no en el campo. También jugó bien Alán Aguirre en la cueva. Mejoró a su compañero de travesuras en la retaguardia, Fernando González y aportó algunas soluciones en el juego área, aunque por momentos a la visita le volvieron a ganar en las alturas, un defecto de fábrica que sigue siendo un tema a tratar por un galeno.
Buen primer tiempo de Nicolás Medina que se fue apagando en el complemento, pero sus intervenciones en la etapa inicial fueron escenciales para llegar a la meca. En la misma tónica lo ponemos a Diego Becker, el autor del primer gol del año. El que aún no despega es el compañerito que tienen en la delantera, Nicolás Mazzola. Inquieta a los rivales con su cuerpo, es más fácil mover a Pie Grande que a este atacante, pero a la hora de los bifes es vegano el “9” de Atlanta.
El Bohemio dominó las áreas en Puerto Madryn pero sigue sin imponerse en el medio. Marín es un “5” para jugar en el atari y no en estos tiempos de Play Station. Bogado es intermitente como las luces del árbol de Navidad, y hasta aquí no se complementa con Galeano. Da la sensación que los dos en el mismo equipo es como comer una ensalada de lechuga mantecosa mezclada con lechuga capuchina. Ojalá que en los próximos partidos su nivel nos lleve hablar de un banquete para chuparse los dedos.
Después de esta alegría superema llegará la próxima parada obligada. El domingo venidero a las 17hs en el León contra Villa Dálmine, el equipo del que era fana Juan Carlos Calabró. Ojalá que Atlanta no sea un pelotazo en contra, que nadie del equipo le rinde tributo a Renato Pasalaqua y que el triunfo se quede en casa, porque ya demostró en Chubut como decía Johnny Tolengo que El Bohemio está para ganar.
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