7 septiembre, 2024

Un lugar, todas las disciplinas

Empate pirata

Atlanta

De la galera. Con mucho tarro. Con más tuje que la ganadora de Miss Reef. Es que el empate 2 a 2 de Atlanta en Córdoba ante Belgrano, tuvo que ver con el nombre del gato de ALF. En un chivo partido ante un duro conjunto de Orfila, se estaba marchando contra la corriente el invicto de Erviti.

El equipo de Walter respondía menos que el servicio de atención al cliente de cualquiera multinacional. Todo parecía que estaba terminado, archivado, procesado, finiquitado. Hasta la corona nos habían comprado. Pero antes que se ponga en marcha el coche fúnebre, llegó esa jugada. La jugada. La que provocó el delirio en Villa Crespo y sus coqueteos alrededores.

Centro artesanal del mejor del elenco bohemio, Leonardo Flores. Quien se puso esa suerte de anteojos o binoculares que emula cuando festeja sus goles para dedicárselo a su hija, lo que le permitió encontrar dentro del área rival a Cristián “El Ruso” García. Quien habilitado como los manteros de Once, estampó el empate en la última acción de gracia, arrojándose con calidad para anotar con la gamba zurda un empate Pirata. Es cierto, que el elenco de Orfila mereció el triunfo, pero el fútbol es más caprichoso que antojo de embarazada.

Por primera vez en 5 fechas del benjamín torneo de la Primera Nacional Atlanta fue superado. Lo escracharon en el mediocampo, donde sus tareas estuvieron limitadas. No hubo un corte clásico, ni tampoco distribución de la riqueza. La elaboración del juego sigue siendo una deuda interna. 

Poniendo la lupa en los medios, no se asuste, no analizaremos a los medios de comunicación, que dejan mucha tela para cortar, sino a los del Bohemio. Gabriel Ramírez permanece lento como película francesa. Bolívar es el mejor de ese inventario, pero como al solterón de la familia, le falta compañía. Al cuarto de hora se lesionó Pablo Martínez, que fue la sorpresa de Erviti en el equipo de etiqueta. Su lugar lo ocupó Gonzalo Casazza, pero es intermitente como el termostato.

Si la lupa la bajamos al fondo, podemos decir que esta vez la robustez de la defensa no viajó a Córdoba. Fue permeable el equipo en esa zona. Los dos goles de Belgrano oficiaron de muestra gratis de las fallas de orígenes que hubo en la retaguardia. Además dd una batería de jugadas de gol que tuvo el dueño de casa. Esperemos que solo haya sido una excepción a la regla. 

En la defensa por varios cuerpos de ventaja, “Leito” Flores fue el mejor del equipo, pero el resto de la tripulación de abajo no fue ni un pétalo. Faltó Ramiro Fernández en el lateral izquierdo. Su reemplazo Martín López, regaló varias veces la espalda y su costado por momentos se convirtió en una autopista. Alán Pérez fue la Biblia y el calefón y su compañero en la cueva, Martín García, fue una isla de como venía jugando. Mostró que es humano. Aunque tiene crédito abierto. Un partido (malo) no mancha su legajo.

A pesar de ser superado, de tener dificultades para armar el juego, Atlanta convirtió dos goles. Abrió primero el marcador en el atardecer cordobés. En una contra letal se puso en ventaja. Flores la inició, Solari tomó la posta y con un centro bombeado habilitó a Colombini, que con la tranquilidad de Mahatma Gandhi en el área chica convirtió el primer gol del partido. El problema, que esta vez el elenco de Erviti tuvo la defensa de un linyera en la corte de la Haya, y al toque del gol de “Nacho” llegó el empate Pirata. Ruiz Gómez aprovechó el desorden del rival y con una gran definición decretó la salomónica igualdad.

En el complemento, en el que Atlanta fue otra vez absorbido por el conjunto de Orfila, a los diez minutos de esa etapa final, El Bohemio fue arrastrado al bando perdedor. Belgrano volvió a convertir. Otra vez agarró en línea a la defensa oponente. Balboa, que no es Rocky, pero que da pelea, lo dejó de garpe a Rago, que se sintió Apollo, para encarar hacía la portería. Sacó un fuerte remate que no pudo desviar de palomita Martín García, que sin querer queriendo terminó tocando el balón, para que El Pirata de vuelta con justicia el partido.

Todo se terminaba, Atlanta se iba del barrio Alberdi con la cara penosa de la derrota. Hasta que apareció esa última bola de la noche. Porque fue de ese modo, te estaba yendo como la mona en el casino, y con lo último que te quedaba apostaste un pleno en la ruleta, y salió tu número, colorado el 20. O mejor dicho, Ruso el 20. Porque ya lo dijo El General en las veintes verdades peronistas: “Para un Ruso no puede haber nada mejor que otro Ruso”. Y Cristián García con su gol ya es un compañero más. Porque recuerden que primero esta la patria bohemia, después el movimiento y luego los hombres. Por eso el pueblo entero está unido y grita de corazón:

¡Viva Atlanta! ¡Viva Atlanta!