En el zoológico de la Primera Nacional, El Bohemio quedó encerrado en su propia jaula, con un fútbol en peligro de extinción, plagado de animaladas y jugando el peor partido del año. Se mandó cagadas como un pato, tuvo la velocidad de una tortuga, la belleza de un bagre, el olor de un zorrillo y la inteligencia de un oso panda. Nadie dirá que enfrentó al rey de la selva, pero la fauna de Giganti no estaba para darle pelea ni al más perezoso de la jungla; por eso ante Ferro, se movió como una babosa en terapia intensiva, perdió 2 a 0 y retrocedió como un cangrejo en la tabla de posiciones.
Por la fecha 14 de la zona B de la Primera Nacional, Atlanta visitaba la estación de Caballito para enfrentarse al renovado Ferro, que desde que asumió “el gordo” Cordón a la dirección técnica la locomotora verde se encarriló en el torneo y ya ingresó al reducido andén por el segundo ascenso. Una plataforma que lo tenía al bohemio hasta esta jornada, pero con esta caída lo bajaron del tren a la formación de Giganti que ya no tiene más saldo en la SUBE.
A pesar que el historial era favorable al elenco de Villa Crespo, ya que habían jugado 88 veces y en 35 oportunidades se había impuesto Atlanta con 29 triunfos de Oeste, esta vez la paternidad(?) No saltó en el ADN y la visita quedó huérfana. Esperemos que alguien quiera adoptar a esta criatura antes que termine en un reformatorio.
Para este crucial doparti en el que el bohemio llegaba 2 puntos arriba de Ferro, Giganti se vio obligado a realizar una variante. Se desgarró Alejo Dramisino, una baja sensible, irreemplazable. Es como que a Don Quijote le quiten a su Sancho Panza, a Borges le roben a su Álvarez o al Chavo del 8 le escondan su barríl. El DT decidió que juegue otro producto original de Villa Madero como Federico Bisanz, aunque esta ausencia del “Chucky” no se podía maquillar ni encargando todos los productos “Pavón” de Moni Argento. Para el hincha fue una puñalada en el medio del pecho enterarse 24hs antes de este encuentro que el jugador fetiche del torneo estaba lesionado.
Sin repetir y soplar así formó Atlanta ante Ferro: en el trasbordo del arco estuvo Nicolás Sumavil. En el furgón del equipo anduvieron Camargo, Aguirre, González y Mosca. Los maquinistas de esta formación fueron Bisanz, Bogado y Galeano. En el carril de adelante jugaron(?) Ríos, Mazzola y Vedoya. 4-3-3 se ordenaron los vagones, no sabemos si esta palabra describe al vagón del tren o a la actitud de los futbolistas en el campo de juego.
El primer tiempo de Atlanta fue un insulto al hincha, un despropósito con todas las letras, una ofensa directa. Ya como muestra gratis de lo que iba a pasar durante el cotejo a los 4 minutos Jonathan Herrera tuvo la primera clarita para Ferro. Se escapó de los defensores bohemios que muy probablemente no estaban enterados que ya había arrancado el partido. Ingresó el ex DT de San Lorenzo e Independiente en el área ajena y con un ángulo cerrado remató a portería encontrando la resistencia de Sumavil. Fue la carta de presentación del encuentro, una postal que en el tiempo se repetiría hasta el hartazgo.
Dos minutos más tarde de la primera jugada de riesgo del Verde, llegó el penal de Aguirre a Herrera. Mandaron un centro desde su costado derecho, el veterano Hernán Grana, Atlanta intentó tímidamente despejar el peligro con el balero, pero nuevamente Ferro se encargó de enviar la bocha al corazón del área bohemia. Con la experiencia de ser un “9” de mil batallas, Jonathan Herrera le ganó la posición con extrema facilidad a Alán Aguirre, quién desesperado para que el atacante no llegue pleno a la definición, lo enganchó con su gamba y como si estuviéramos en el colegio le metió una suerte de zancadilla. A dirección lo mandaron al “2” de Atlanta, el boletín de calificación indicó que era penal para Oeste, mientras el alumnado de Giganti perdía el norte. Cambió por gol la pena máxima Alexander Díaz, aquel tanque delantero surgido del Ciclón que sopló también por Arsenal. Remató con toda la fuerza bruta, Sumavil acertó tirándose al palo derecho, pero con la potencia de bafle que venía ese disparo no podía contenerlo ni teniendo un equipo completo de psicólogos.
Los primeros 45 minutos fueron un recital pleno de Ferro, Atlanta no le dio ni para cantar a capela. Desafinó más que Iliana Calabró, si el conjunto de Giganti viviera de la música estaría pidiendo limosna en alguna esquina, que no lo haga cantando porque no le darían ni 10 centavos. Si bien el show de la banda de “El Gordo” Cordón no fue la de Divididos festejando sus 35 años en cancha de Vélez con La Renga de invitado sorpresa, sonó muy bien el dueño de casa, que tuvo un par de hitazos más para aumentar el resultado y hasta un insólito offside le cobraron a Herrera que arrancó en su campo y el línea levantó la bandera, sino se hubieran ido al intervalo con más diferencia.
Promediando el primer tiempo, ya Giganti tuvo que abrir una ventana y gastar el primer cambio. Salió lesionado el autor del penal, Alán Aguirre, e ingresó en su lugar Nicolás Del Grecco. Algunos se preguntaban si era pariente del presidente, eso explicaría su llegada al Bohemio. Pero el mandamás de Villa Crespo es Greco con una sola C, este tiene dos y muchas dudas cuando juega. González se mudó con sus bártulos a cuesta a la posición de primer marcador central haciendo extraña pareja con el mencionado Del Grecco. Fue una variante obligada que no modificó nada, todo lo contrario, arrojó más nafta al incendio defensivo de Atlanta.
Para el complemento, Giganti mantuvo a los mismos 11 que terminaron la primera parte, aunque antes que se pueda acomodar en el banco ya le enchufaron el segundo tanto. Gastón Moreyra despachó un centro venenoso al área rival. Apareció en la hoguera uno que recién había ingresado como moneda de cambio en el locatario, Pablo Palacio, que remató al cuerpo de Sumavil, quién no le quedó alternativa que dar un rebote administrativo para que Jonathan Herrera dispare munición pesada y estire por dos la ventaja de Oeste a los 40 segundos de la etapa final. Es muy factible que los defensores bohemios como en el primer tiempo no se hayan enterado que ya había arrancado esta segunda mitad y el conjunto visitante tuvo menos defensa que Sacco y Vanzetti.
Antes que el agua llegue al cuello, Giganti decidió mover la estantería. A los 8 minutos reseteó la delantera. Dejó la cancha Ríos, que como si fuera el Quini 6 siempre sale, para que entre Mouche que difícilmente te gane el pozo. La otra variante en esta ventana fue la retirada de Bisanz para que lo reemplace Olivera, afuera un volante y adentro un delantero. Se repartieron la mitad de cancha Bogado y Galeano, se recostaron por las bandas Mouche y Vedoya, y como dos faros en el medio de la oscuridad aparecieron de centrodelanteros Mazzola y Olivera. El primero le tiene alergia al gol y el segundo le falta tomar mucha chocolatada para ser el 9 de Atlanta. Los dos con sus recursos humanos tuvieron chances nítidas para descontar, pero como era superlógico de sospechar fallaron a la hora de los confites. Mazzola tuvo un mano a mano delicioso, en el que arqueó muy bien su cuerpo, pero definió al idem del arquero. Ya en la adultez del doparti Olivera luego de un tiro de esquina quedó de frente manteca con el golero, pero su cabezazo ofició de bandeja y le alcanzó el balón al “1” de Ferro.
La última ventanita de cambios en la visita se dio a los 38 minutos de la complementaria, quitando a Vedoya y colocando a Krilanovich, pero si no la hubiéramos escrito en estás líneas era lo mismo, pasó tan inadvertido como la actuación del Bohemio.
El elenco de Cordón pudo haber aumentado la ventaja, transformar la victoria en goleada, solo no lo consiguió por Sumavil, el único héroe en este lío. Herrera, Díaz, Palacio, apellidos que caminaron por el sendero luminoso del gol, pero las intervenciones del “1” bohemio evitaron un score más abultado. Que nadie compre espejitos de colores y crea que por las chances de edición limitada que tuvo Atlanta en el complemento pudo arrimar el bochín, siempre estuvo afuera del partido. Obviamente que el rival marque temprano en cada tiempo le dio la chance de manejar a control remoto el juego, pero se aprovechó de un conjunto de Giganti que jugó el peor partido en este 2023. En Caballito Atlanta fue un burro. Tuvo las orejas por el piso, un fútbol de estatura pequeña, una defensa que metió la pata, un mediocampo que nunca movió la cola y una delantera que jamás mostró los dientes.
Con esta derrota 2 a 0 el bohemio abandona la zona restringida del reducido y su rival se mete en ese lugar confidencial. Es real que el plantel se armó para escapar al descenso más que alimentar el sueño de volver a la A. El tiempo dirá en qué lugar se acomodará, obviamente que el dedo acusador volverá a señalar a Giganti, que es responsable pero no culpable. Tal vez con otro DT estaríamos más abajo, por ahí con algún otro más arriba, algún día habría que verificar si cambiando a los popes que arman la plantilla estaríamos mejor o peor que en esta cruda actualidad.
La próxima fecha Atlanta será local de Gimnasia de Jujuy. Esta programado para el lunes 22 de mayo en el horario canchero(?) de las 20.35. No podrá tener a Galeano porque llegó a la quinta amarilla. No sirve que le saquen esa tarjeta por protestarle al árbitro, es mejor enojarse en la cancha con la pelota en el piso y no llenando el libro de quejas. Además, sería milagroso que se recupere Dramisino, por eso habrá que prenderle velas a los que salgan a la cancha. Esperemos que ante el lobo norteño no seamos Caperucita, que no terminemos engañados como la abuela, que podamos llenarle la canasta de goles así volvemos a leer un cuento con final feliz.
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