Si el fútbol se midiera por colores, el equipo de Giganti tiene un negro panorama en su juego. Los delanteros cuando entran al área se les pone la mente en blanco, en el mediocampo hay demasiados grises y los defensores a la hora de marcar se tiñen de un marrón como cuando vas al baño para hacer lo segundo. El único que pinta de color esperanza al Bohemio es Juan Galeano. Tiene un pincel en su gamba, arma jugadas robadas de un museo de bellas artes y aunque a veces parezca en la cancha de un color neutral, apagado, sus brillos siempre marcan la diferencia, el tema que sus compañeros suelen ser daltónicos.
Por la fecha 6 de la zona B de la Primera Nacional Atlanta recibía en su casa central a Independiente Rivadavia de Mendoza, lástima que este Independiente no era dirigido por Stilitano. La última vez que La Lepra medocina vino al Gran León se llevó la victoria. Por cierto en el corto historial entre ambos, los dos triunfos que cosechó el elenco del ex presidente paralelo de la AFA, Daniel Vila, fueron en Villa Crespo. 2012 y 2022. Así que nada tenía que preocuparnos ya que este año no terminaba en 2. Pero al margen de las estadísticas, el elenco de Giganti necesitaba capturar los 3 puntos para no alejarse del trencito del reducido. Hasta aquí lo único reducido que vemos es el juego del equipo, que si se tiene que tomar un tren tememos que se quiera colar sin pagar el boleto.
Luego de la derrota ante Deportivo Maipú, Giganti volvió a meter mano en el equipo, producto de actuaciones que están tan flojas de papeles que no le comprarías ni un auto usado. Además, el DT Bohemio no tiene en su marote quienes son los titulares, son pocos los que tienen asegurado un puesto, hay posiciones en el campo que en cualquier momento las venden en el marketplace de Facebook (hoy Meta para los eruditos del internet) o si quieren perder guita te la publican en MercadoLibre. La defensa junto a su arquero se mantuvieron intactos del doparti pasado. Bogado regresó por Dramisino, Duarte jugó en el lugar de Marín y adelante continuaron los retoques. Mazzola volvió a usar la “9” por Ríos. Y Vedoya le ganó la pulseada del sector izquierdo del ataque a Becker. Fueron 4 cambios con respecto al último cotejo, el problema mayor es que no hay cambios en la estructura del juego.
En definitiva y sin más chacharas así formó Atlanta: Sumavil bajo los tres palos. Camargo, Aguirre, González y Pinto se asociaron a defensa civil. El mediocampo se lo repartieron como una herencia Bogado y Duarte. Parece que en el testamento solo había deudas. Delante de ellos dos jugó Galeano, debería ir en mayúsculas la letras de la palabra JUGÓ. Por la derecha se movió Medina, de centro delantero se “asustó” Mazzola y en la banda ancha zurda se aproximó Vedoya. Por momentos fue un 4-2-3-1, en otras ocasiones un 4-4-2 y en ratitos podía verse el clásico 4-3-3. Diversas mutaciones que no hacen a la diferencia.
El primer tiempo fue espeso, cortado y de bostezo. Hay entrenadores que compran los espejitos de colores creyendo que jugar bien es cuando tu equipo se hace de los servicios del balón. Tener la pelota sin generar juego es tan útil como hablar con las tostadas. A ese pan quemado hay que ponerle mermelada, manteca y/o dulce de leche, no sacarle charla. Con la pelota es lo mismo, ojo no digo que al esférico lo untemos con queso blanco, me refiero a que sino sabemos que hacer con la bola no tiene sentido tenerla. Y el conjunto de Giganti que a ratos tuvo la pelota no tenía idea que hacer con ella. Es un equipo fotogénico, ya que permanente juega como si fuera una foto, tienen tantas en la cancha que en cualquier momento abre una cuenta de Instagram para compartirlas todas juntas.
La única jugada decente que generó Atlanta fue a los 30 minutos de esa etapa inicial. Un gran pase filtrado de Bogado, el mejor aporte desde que está en el club, dejándolo en la zona restringida del área rival a Mazzola. Pero el “9” bohemio tardó en rematar, se durmió un siestón, podía haber tocado el balón, disparado a portería, pero se fue cerrando y cuando tiró el arquero de la Lepra le puso todo el cuerpo y evitó un mayor peligro. Hasta ese momento era la única maniobra peligrosa del dueño de casa. Su rival inquietó muy poco a Sumavil, su mayor logro fue tener 4 tiros de esquinas seguidos, todos desperdiciados a gran escala. Pero como decía Fito Páez no todo está perdido, yo vengo a ofrecer mi corazón. Lo cantó al oído Juan Galeano.
A eso de los 34 minutos del primer tiempo Galeano armó un zafarrancho, dejó rivales en el camino, fue la Pulga Juan Daniel, hasta alguno se preguntó si su mujer no se llamaba Antonella. Cuando se estaba metiendo al área lo tumbaron y el referí sin dudar cobró penal. Como bonus track fue expulsado el infractor, su número “4”, Varela, que hizo una del humorista y dejó al conjunto mendocino con 10 el resto del match. La propia pluma de Galeano se encargó del penal. Remató con gran prosa al palo derecho del golero que eligió el otro tomo del arco y así Atlanta pasaba a escribir la victoria en su biblioteca de Villa Crespo, mientras disfrutaban sus lectores en las gradas. El fútbol a sol y sombra se leía bien fuerte en el León Kolbowski y todo pintaba para una tarde poética, hasta que Camargo, que ya tenía una amarilla en su cuento, metió la mano y antes del final del primer capítulo se fue expulsado. Como en toda narración literaria siempre hay algún villano, y el personaje malo fue el “4” bohemio.
La única jugada de real peligro de Independiente fue en el final de esa etapa. Surgió de un córner, nuestros defensores vieron pasar el balón como quien observa una invasión de mosquitos, de casualidad no picó el empate del ilustre visitante. Ante el quedo defensivo el remate se fue desviado, por encima de la portería de Sumavil que si es creyente ya estaría prendiendo velas para que la Lepra medocina no llegue a su área porque sus compañeros del fondo no le iban a dar una mano.
Para el segundo tiempo a Giganti no le quedó más alternativa que ir al banco central y buscar en el tesoro de la moneda para rearmar al equipo a partir de la expulsión de Camargo. Ingresó Dramisino por Bogado (la misma variante que se dio a la inversa para este partido) y Becker fue el otro cheque que se tiró a la cancha por Vedoya que jugó sin fondos. Con la intromisión de Dramisino se buscó formatear la defensa, entró para jugar de “4”, el lugar que dejó vacante el expulsado. En el medio se movieron por el centro Duarte y Galeano. A la derecha se sostuvo Medina y a la izquierda se alineó Becker. Para que adelante quede solitariamente Mazzola.
A los 8 minutos de iniciado el complemento llegó el empate de la visita. La armó el jugador Sánchez por el medio, se la enganchó a Distaulo que le ganó la espalda a Pinto, metió el centro rasante a la hoguera bohemia, y de ahí en más todo fue un papelón de nuestra defensa, que marcó como quien le rinde un homenaje a las tortugas. El envío de Distaulo encontró a su compañero Arce, quién remató al arco, Sumavil con lo que tenía puesto la atajó, nadie de Atlanta llegó al rebote y el que la había iniciado, Brian Sánchez, conquistó el empate ante una defensa que era más muda que Benny Hill.
Seis minutos más tarde del gol de flipper que anotó Independiente llegó el segundo tanto del equipo de Giganti. La inició Galeano, soltó la redonda a Medina que ya estaba estirado por la izquierda. Tiró el centro obligatorio al área de ellos, intentó el guardameta despejar la pelota pero no pudo meter el puñetazo y en el segundo palo estaba Dramisino con el tenedor y el cuchillo para saborear el plato principal. Disparó con la portería semi vacía y anotó el segundo gol.
Otra vez Atlanta al frente. Delirio en el restaurante de Humboldt al 500. Hablando de morfar si usted aún no fue al bodegón del club no sabe lo que se está perdiendo, aproveche el tiempo y vaya a comer a un lugar que dejará a su barriga con el corazón contento. Pero la alegría a la panza del hincha bohemio le duró muy poco. El rival se encargó de empacharnos y otra vez logró empatarlo. Metió un centro desde su casa el ya mencionado Distaulo, nadie con dos dedos de frente en el fondo de Atlanta pudo despejarla, cabeceó de pique al suelo Ezequiel Ham, aquel pibe que jugando para Argentinos sufrió la lesión por un patadón del (ex) jugador del pueblo. En un abrir y cerrar de ojos lo igualó el elenco visitante. Mientras defendamos como una caricatura, es lógico que los delanteros rivales se hagan un picnic, más allá que el día de la primavera este muy lejos en el calendario. Otra vez el Bohemio debía meterse en el encuentro, dos veces en ventaja y en ningún caso lo pudo sostener.
El partido se abrió de par en par, Giganti volvió a meter mano y realizó otros dos cambios. Entraron Ríos y Mouche que reemplazaron a Mazzola y Medina, pero como ya se mencionó más arriba el equipo tiene el esférico y le falta un plan de juego para utilizarlo. Es como que le regalen una Ferrari a alguien que nunca sacó el registro para manejar. Es como comprarle un protector solar a un pingüino o es como que se anote una persona para el curso de aviación cuando en su vida nunca se subió a un avión por tener miedo a volar. Así se mueve el Bohemio con la pelota. Si esto fuera Gran Hermano tendría a sus volantes centrales nominados, y si el reglamento lo permitiera, en una gala tratarían de sacarlos a todos juntos. Ni Bogado, ni Marín, ni Duarte, ni Dramisino jugando en ese puesto han rendido. Encima arriba tenés muy poco desequilibrio y el “9” le tiene alergia al gol. Para completar el cóctel los defensores la única marca que tienen es la pilcha que los viste. Tenebroso por donde lo mires.
La última variante fue el ingreso de Krilanovich por Pinto, para poner un atacante más en la extrema izquierda. Pero la visita vestido de contragolpe era más incisivo y peligroso que el elenco bohemio. Sumavil tuvo que ponerse la capa de Superman para evitar la caída, el problema que la mayoría de sus compañeros ofician de kryptonita. La mala puntería del rival hizo que Atlanta rescate un empate en su cancha, estando dos veces en ventaja y ni siquiera pudiendo mantener el hombre de más que tuvo un rato en el campo de juego.
Fue empate 2 a 2 ante la Lepra medocina, que se fue para su provincia con mejores sensaciones. En el fin de semana de San Patricios Atlanta sigue muy verde, se marea hasta tomando agua de la canilla y de tan confundido que se lo ve si lo invitan a salir de copas es probable que salga de la casa con el juego de copas de la nona. Ojalá que en el futuro inmediato haya mejoras porque sino vamos a caernos a la lona. Esto ya no es joda.
La próxima fecha será visitante de Chaco For Ever. Esperemos que haya mejor Resistencia en defensa, un aspecto que este equipo tiene oxidado. Será el cuarto domingo consecutivo que juegue el Bohemio, permitiendo que eso sea lo más cercano que estuvo en las últimas 3 décadas para poder jugar en Primera. Imploremos traernos los 3 puntos de la provincia del chamamé, aunque vengamos desafinando en todas las canciones. Es fundamental ganar en rodeo ajeno aunque viendo en la provincia que se va a disputar y sobre todo como se está jugando es probable que terminemos encerrados en el Parque Nacional El Impenetrable.
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