21 noviembre, 2024

Un lugar, todas las disciplinas

Fútbol sin alcohol

Rincón Bohemio

En un torneo en que el Bohemio fue abstemio por completo, frente a Quilmes tuvo su último brindis del año jugando de local. Como no podía ser de otra manera dejó con sed a todos sus hinchas que hace 9 partidos no conocen el sabor de la victoria. El equipo de Nicolás Diez se marea tomando agua mineral, con una cosecha de pésimos resultados tanto en su viñedo como en los ajenos, zafó de la cirrosis porque existieron peores choborras en la taberna de la Primera Nacional, Villa Dálmine y Tristán Suárez evitaron que caigamos en alcohólicos anónimos. Habrá que cambiar de chupi para el 2024, no sirve seguir tomando de la misma botella, hay que dejar la damajuana de vino a un lado y apostar por un champagne importado.

Por la fecha 33 de la zona B de la Primera Nacional, es decir la penúltima jornada del torneo, Atlanta recibía en su patio cervecero a Quilmes, que a diferencia del elenco Bohemio tenía asegurado su lugar de privilegio en el Reducido y con altas chances de terminar en el G4 de la clasificación. Ojota que nosotros también podemos finalizar entre los 4 primeros, pero mirando de abajo hacia arriba la tabla de posiciones. De todas maneras, al conjunto del Sur del Gran Buenos Aires había que darle las gracias, regalarle alguna camiseta de Atlanta, tener un gran gesto con esa institución, ya que goleó la fecha pasada a Tristán Suárez y nos quitó el temor de que pudiéramos jugar la promoción por no descender, porque si dependíamos de nosotros, con 3 puntos de los últimos 27, se tornaría más difícil que competir arriba de un fitito contra Verstappen.

Los expedientes secretos X de este partido nos indican que estos dos sospechosos se midieron 83 veces. 30 victorias para Atlanta y 37 alegrías para Quilmes, una de ellas se dio en la Copa Argentina en 2012. La particularidad es que los últimos 3 duelos fueron en la cancha del cervecero. Las últimas dos con victorias bohemias. Este año por 2 a 1 y en 2022 por 3 a 1. Aquella vez fue el primer triunfo nuestro en el estadio Centenario y cortando así una sequía de 44 años sin ganarle de visitante. En ambos dopartis la rompió toda Juan Daniel Galeano. La última vez que se vieron las caripelas en Villa Crespo fue el 16 de junio de 2021 en un triste, solitario y final 0 a 0. El elenco sureño no gana en el León Kolbowski desde 2011, bajo la dirección técnica de Caruso Lombardi e imponiéndose en el score por 1 a 0. El dueño de casa no festeja en su reducto ante este rival desde el 29 de octubre de 1983 con victoria por la mínima diferencia. Hay otro triunfo de Atlanta por 2 a 0 jugando de local ante Quilmes en 1998, pero se disputó en la cancha de Deportivo Español, así que en la alfombra verde del Kolbowski no le ganamos desde hace 40 años.

Para este partido que tenía el mismo valor que un billete de 2 Pesos, Nicolás Diez realizó 3 variantes con respecto a la derrota apestosa la semana pasada ante Gimnasia de Jujuy. Valentín Gelos reemplazaba a Fernando González (venía teniendo asistencia perfecta entre los titulares) Galeano luego de la suspensión pegaba la vuelta por Bisanz y Vedoya retornaba al primer equipo en lugar de Becker. En definitiva, estos fueron los 11 jugadores seleccionados para medirse ante los indios de Quilmes. En el asentamiento del arco estuvo Pedro Fernández. En los Valles Calchaquíes del fondo se acomodaron Dramisino, Gelos, Aguirre y Pinto. Los dos aborígenes que se repartieron el medio fueron Bogado y Duarte, liberando al cacique de Galeano por delante de ellos dos. En la tribu de la derecha se lo vio a Vedoya, para que por izquierda se estanque el nativo de Medina. En la aldea rival con la “9” estuvo Mazzola. La felicidad que había entre los habitantes del pueblo originario bohemio al saber que era el último acto en el Kolbowski de este ñato, no tiene comparación. Salvo que los eruditos que manejan el fútbol le renueven el contrato, ahí nos internan a varios. 4-2-3-1 fue la etnia táctica empleada ante la civilización cervecera.

El primer tiempo Atlanta lo jugó de mayor a menor, como un resumen de su rendimiento en el torneo. Generó un pack de situaciones de gol, aunque una sola tenía la licencia de jugada de peligro. Fue la primera chance en el arco vecino. A los 2 minutos y tras un tiro de esquina, Nicolás Mazzola estrelló un cabezazo en el travesaño. Luego, se escapó por la banda elástica derecha sin enviar un buen centro Franco Vedoya, que aunque sea más zurdo que Lenin, Nicolás Diez lo ubicó ahí para que juegue a pierna cambiada, lo mismo optó con Medina por la izquierda, sin importar que ambos estuvieron más incómodos que musulmán con una sola mujer. Al toque de esa posibilidad llegó un tiro de gracia de Galeano que no encontró un alma caritativa que capture el rebote. Después de esas aproximaciones, Quilmes tomó los controles del encuentro y ya Atlanta no visitó más a la defensa enemiga, como si la justicia le aplicara una perimetral para no poder acercarse al área cervecera.

La visita inquietó al dueño de casa apostando un pleno en el casino de Villa Crespo por su derecha, la izquierda bohemia. Así casi salta la banca con una escapada por ese sector del jugador Sanabria, que metió ficha instalándose en el área chica, en el reservado de los campos de juego, pero justo a tiempo apareció el crupier de Kevin Duarte para evitar que Anselmo gane la partida. El problema que Quilmes no abandonó el salón Bohemio, siguió aferrado al tragamonedas y a los 36 minutos Alan Aguirre, que también jugó a perfil cambiado sufriéndolo en carne propia, lo bajó a Sanabria dentro del área y el referí Diego Ceballos no dudó en sancionar penal. Esta vez el colegiado no se equivocó y la falta fue dentro de la zona caliente, a diferencia de 2015 en la final de la Copa Argentina entre Rosario Central y Boca. Iván Colman lo sentenció a Pedro Fernández rematando al medio de una portería que no ofreció resistencia. El mismo player pudo un par de minutos más tarde aumentar el score, pero esta vez el disparo ubicó a nuestro golero. 

Para el segundo tiempo Diez concurrió al banco, parece mentira que con espantosa campaña aún tenga financiamiento, pero a pesar de su peligrosa situación crediticia decidió cambiar al “9”, poner el plazo fijo de Lucas Ríos en lugar del deudor Mazzola. También reubicó a los extremos, los formateo. Vedoya pasó a la caja de ahorro de la izquierda y Medina se fue a la derecha, algo superlógico, pero el míster Bohemio quiso revolucionar el sistema cambiándolos de perfil, se quiso hacer el revolucionario usando una remera del Che Guevara. 

Los primeros minutos del complemento fueron un calco de los últimos de la etapa inicial. Quilmes tuvo sus contadas oportunidades de gol, la más contundente fue un remate al travesaño. Si bien Atlanta pudo marcar por intermedio de Ríos que lo tuvo tres veces, el juego Bohemio nunca fue a color, siempre se lo vio en blanco y negro. Con el correr de los minutos se fue destiñendo cada vez más ante un DT que es daltónico.

En la ensalada que son los cambios que se realizan partido a partido, esta vez Diez mandó a la cancha a Becker por Bogado, para que el dueño de casa se pare 4-1-4-1. Un rato más tarde, Mosca ingresó por Pinto y debutó el chiquilín Esmay por Vedoya, aunque reinó la confusión, era un mejunje de futbolistas desparramos en el campo. A diez minutos del final los estrategas de la cúpula técnica pusieron a Pavia por Medina, más en honor a un manotazo de ahogado que a un cambio convencido. En un momento parecía que Francisco Berscé era el DT y Nico Diez su ayudante de campo. Ya que el primero daba indicaciones a morir en la línea de cal, mientras que el otro estaba más estático que una estatua. Tal vez sea una imagen que pinte la realidad de un Atlanta que necesita dar un giro de 180 grados (no digamos como muchas veces se escucha, dar un giro de 360°, porque si no ahí volvemos al mismo lugar en el que estábamos, algo que en nuestro club viene sucediendo todos los años).


En el último espectáculo(?) en el León Kolbowski Atlanta ante la cerveza hizo agua y perdió 1 a 0 con la impotencia como bandera y con su fútbol sin alcohol en las venas. Un Quilmes ordenado y nada cebado se aseguró su lugar en el Reducido y confirmó que el Bohemio es de los peores equipos jugando en su cancha (también lo es de visitante, pero eso ya no importa) Si Dálmine gana el último compromiso de local, el elenco “Greco Romano” será el de peor performance de los 37 clubes que juegan en la Primera Nacional en su casa. Ya está penúltimo en esa condición, un gran logro de esta gestión, que por tercer año al hilo no clasificó al reducido, ni a la Copa Argentina y que coqueteó con los puestos del sótano en la tabla de posiciones de su zona. Ojalá que las amistades (peligrosas) queden aisladas y se arme un nuevo Atlanta en el 2024, pero eso parece tan difícil como que culminen los conflictos entre Palestina e Israel, en el que la paz no aparece y la sangre la ponen siempre los inocentes. 

La última fecha de esta horrenda temporada finalizará en Adrogué ante el Brown de Vicó, que necesita ganar para intentar meterse en el Reducido, por ahora tiene la puerta cerrada, esa que nunca el Bohemio se acercó ni siquiera al picaporte, que en el manojo de llaves todas pertenecían a otras cerraduras, y que ni pagándole una fortuna a un cerrajero podría abrírsela. Esperemos que en la próxima campaña tengamos la llave maestra de nuestro lado, que no nos sigan cerrando la puerta en la cara y que al menos esta vez nos dejen competir por el cofre de la felicidad.