8 septiembre, 2024

Un lugar, todas las disciplinas

Independiente del planteo, Atlanta se trajo un puntazo de Mendoza

La columna Bohemia.

Igualdad ante el líder de la zona.

No debe haber mortal en esta vía láctea que no conozca la frase sobre gustos no hay nada escrito. Debo confesarles que ya me tiene hastiado escucharla, a tal punto que en cualquier momento edito un libro de cocina llamado: Sobre gustos hay algo escrito. Y así cago esa milenaria frase. El problema es que yo en la cocina el único elemento que conozco es la heladera. Pero al margen de mis limitaciones culinarias, la frase se adecua a lo que se vivió en Mendoza con Atlanta.

En el mundo hay civilizaciones que comen todo tipo de bichos, otros tienen a la vaca como un ser sagrado, intocable. Ni nosotros podemos soportar los platos de insectos que se sirven en Tailandia, ni la India puede ver con buenos ojos que disfrutemos aquí de un asado. En el fútbol como en el universo existen muchas formas de alimentarse. Atlanta planteó un partido de resistencia, de retroceder las fuerzas, de jugarlo cerca de su arquero y aguantar los embates de su rival en la habitación del fondo. Hay hinchas que defienden ese estilo, otros se oponen de cuajo. El resultado endulzó un esquema que necesita la misma fórmula que para ganar en el casino: la suerte.

Por la fecha 23 de la zona B de la Primera Nacional, Atlanta viajaba a la provincia del festival de la vendimia para enfrentarse al líder, Independiente Rivadavia. 18 puntos separaban a estos equipos en la tabla de posiciones. El elenco cuyano en su estadio, el Bautista Gargantini, venía con unos números formidables. Jugó 11 partidos, con 9 victorias, 1 empate y 1 derrota ante Tristán Suárez, que por el nivel mostrado por ambos equipos en el torneo llama la atención ese resultado (1-3).

En contrapartida a lo que marcan las estadísticas, parecía que el Bohemio tenía el antídoto ideal para frenar a la Lepra mendocina. Cuenta el manuscrito de sus enfrentamientos que Independiente Rivadavia en su cancha nunca venció a Atlanta. Tampoco es para golpearse el pecho, ya que no son muchos los duelos protagonizados entre ellos. En total jugaron 7 veces, y en el Gargantini chocaron solamente en 2 oportunidades. La primera vez terminó 0 a 0, y la otra la ganó el conjunto porteño en el escritorio. Porque a los 5 minutos de iniciado el doparti se suspendió por disturbios en la tribuna local. Nunca se reanudó. En una gesta memorable el presidente del Club, Gabriel Greco, logró que nos den la victoria 1 a 0, en el mismo campeonato que borraron el torneo de la temporada 2019/2020 en el que Atlanta terminó recolectando 41 puntos y era el puntero de la zona. Pero se hizo más fuerza ante los tribunales de la AFA para que nos den ganado ese cotejo en Mendoza, que defender a capa y espada la campaña que se consiguió en la cancha. Ya sé que es tema de antaño, pero un pueblo sin memoria está condenado a repetir su pasado. Es una frase que sirve para la política como para los clubes de la Argentina.

Nicolás Diez realizó una sola variante con respecto a la derrota ante Deportivo Maipú (1-3) Ingresó el restaurado Franco Vedoya por Lucas Ríos, que hace varios partidos su torrente de fútbol se va por la corriente. En definitiva, estos fueron los 11 futbolistas que arrancaron el cotejo en la provincia del buen vino: en la bodega de la portería estuvo Sumavil; en la cava del fondo se mantuvieron Camargo, Aguirre, González y Pinto. “Cepa” usted que en la mitad de cancha jugaron Dramisino, Bogado y Galeano, que es el encargado de fermentar el fútbol en el equipo. A la derecha del ataque estuvo el de mejor cosecha en los últimos partidos, Becker. En la viña izquierda se movió Vedoya y de centrodelantero pisó las uvas Mazzola, que es abstemio al gol. 4-4-1-1 fue la graduación alcohólica del sistema de juego.

El primer tiempo Atlanta no lo jugó, quedó atrapado en el fútbol de la Lepra, que lo presionó más veces que un patrón a sus empleados de una multinacional. El elenco de Villa Crespo puso dos combis cerca de Sumavil. Los delanteros oficiaban de laterales, es probable que el rival te lleve a ese sector del campo, pero también había ganas de jugar cerca del área propia. Encima, a los 15 minutos se lesionó el empleado del mes en el Bohemio, Diego Becker. Tuvo que dejar la cancha y su lugar lo ocupó Ríos. 

Este cambio podría ser de tenistas, pero aquí no están ni Boris ni Marcelo. Es cierto, que quien salió era la raqueta número uno del equipo y el que entró viene cometiendo muchos errores no forzados. De todos modos, Atlanta nunca se acercó a la red de Independiente, que lo superó en el saque, en la devolución, en los golpes de revés y en los tiros ganadores. Contó el equipo mendocino con varios smash, passing shot y ace en ese primer set que le fue favorable desde el primer game. 

Pero como esto no es tenis, se fueron al descanso igualando cero a cero. Y miré que no le miento que ellos tuvieron todo para pasar al frente. Su goleador, el guaraní Alex Arce que tenía 21 conquistas en 22 juegos, tuvo las más clarita de la etapa inicial. Una pésima salida de González permitió que el capocannoniere del torneo quede en un mano a mano demoledor con Sumavil, que fue a enfrentarlo con un escarbadientes, mientras que el delantero atacaba con un tanque de guerra. Pero no definió bien, su remate pasó cerca del caño derecho. Antes y después de esa jugada, tuvieron otras más, aunque sin tanta nitidez, la mayoría eran centros venenosos al área bohemia. Igual, nos hicieron precio de amigo (?) y no la metieron. 

Casi rozó el milagro que al cabo de los primeros 45 minutos estuviéramos firmando tablas, para un Atlanta que en el tablero de ajedrez tenía solo peones. No vimos en la cancha ni caballos, ni alfiles, ni torres, ni muchos menos un rey y una dama. Si seguíamos permitiendo que en el complemento metan más centros a nuestra área, el jaque mate estaba a la vuelta de la esquina. 

Este es un llamado a la solidaridad: le pedimos a Nicolás Diez y todo su cuerpo técnico que dejen de darle pelota a Fernando González en la salida por abajo del equipo, es una máquina de perder las bolas cuando el rival te presiona. Ya lo padecimos contra Deportivo Maipú y lo repetimos ante Independiente Rivadavia. Está claro que son buenos equipos y a cualquier defensor van a apurar, pero mejor busquemos otra vía de escape, seguir con esa fórmula es peligroso como la sal en el hipertenso, la azúcar en el diabético y el gluten en el celíaco. Si continuamos con esas salidas desde el fondo nos van a prohibir hasta el agua mineral.

Para el segundo tiempo, el DT no tocó nada del equipo, y Diez mantuvo a los mismos once que terminaron la etapa inicial. No solo los nombres siguieron en el campo, también el planteo le sacó fotocopia a color al de los primeros 45 minutos. Es lógico que si el resultado estaba cerrado, la postura sería la misma. El problema que ellos desde el Cerro de la Gloria seguían enviando centros a nuestra área. 

A los 14 minutos de la complementaria llegó Gabriel García Márquez con crónica de un gol anunciado. Ezequiel Ham, ese que recibió de regalo una plancha de Tévez en una de sus visitas al Diego Armando Maradona, y que casi lo arruina para toda la cosecha, metió un centro preciso al área bohemia. Mauro Maidana conectó esa pelota con su sabiola y conquistó el primer tanto de la partida. La suerte no suele durar 90 minutos y en algún momento te deja a gamba.

Nicolás Diez movió bien el banco y consiguió un plazo fijo. Volvió a integrar la lista de convocados Kevin Pavia, ya que el panelista de Pablo Mouche se lesionó y en la nómina ingresó este purrete que pertenece a Estudiantes de La Plata. El extremo por derecho fue una de las monedas de cambio por Camargo y el otro Kevin del plantel, Duarte, entró por Bogado. Entonces con esta metamorfosis, Dramisino pasó a ocupar el lateral derecho y cambió el esquema del equipo. 4-2-3-1 fueron los nuevos números de comunicación. Galeano y Duarte se repartieron el medio. Pavia, Ríos y Vedoya armaron el trío de ataque con Mazzola como punta de lanza, aunque unos pocos minutos más tarde sería reemplazado por el guaraní Ferreira. Atlanta se paró mejor en el campo, fue un toque más agresivo. 

También es cierto que el rival juega, y la Lepra mendocina había pasado por el oculista y ya no tenía presión alta. Se alejó con carpusa de Sumavil y sus visitas al área de enfrente se achicaron como la ropa cuando la llevas al lavadero. Además, los cambios que fortalecieron al visitante, al dueño de casa le propinaron todo lo contrario. Ninguna variante le funcó y el conjunto de Nico Diez en cámara lenta se acercaba a la portería de Gagliardo, que se quiso hacer el vivo y el tiro le salió por la culata. Desde aquí al ex arquero Bohemio le aconsejamos que también finja lesiones cuando su equipo vaya perdiendo, así cuando este ganando le podemos creer su acting. 

El partido se terminaba, daba la sensación que nos acordábamos tarde y de forma tímida de ir a buscarlo. La única chance concreta que se gestionó fue un envío terrestre de Alan Aguirre desde su propio campo para Lucas Ríos, quien no pudo definir con categoría ante la presencia del “1” rival. Estaba el elenco cuyano a punto caramelo de atrapar su primer triunfo en el Gargantini ante Atlanta y el noveno de forma consecutiva en el torneo. Todo pintaba color de rosas para Independiente, como la nueva vida de Messi en Miami o como las salas de cine viendo a Barbie, pero el conjunto bohemio cortó con tanta música de Pink Floyd y en la última del partido sonó en su Spotify un tangazo, Por una cabeza.

Ya se estaba jugando el descuento, habían adicionado 4 minutos, cuando en la defensa de la Lepra metieron una mano innecesaria cerca de su área y le regalaron un invasivo tiro libre a la visita. Lo ejecutó Galeano, no era una pelota detenida para cortarse solo, había que meterla al área. El envío fue al meollo de la cuestión. Ganó más alto que el resto el mejor jugador del Bohemio en el partido, Alan Aguirre. Su testazo se incrustó dentro del arco y se rescató un empate dorado cuando la derrota ya había preparado las valijas para viajar a Buenos Aires. Se le pagó con la misma moneda, y no estoy parafraseando a una canción de la Princesita, solo que Independiente Rivadavia abrió el marcador con un cabezazo de Maidana y nosotros lo igualamos también con un defensor que usó la cabeza como revólver. Sí ahora sí, estas últimas palabras son a lo Soda Stereo. ¡Qué viva la música y Atlanta!

Independiente del planteo, Atlanta se trajo un puntazo de Mendoza. Es lógico que el resultado final suavice el juego del equipo. No es un delito ceder la geografía y el elemento al rival de turno, mucho más si jugas en su estadio y es el líder del certamen. Pero no dejar moros en la costa para contragolpear, que tus defensores no se animen a atorar al que manda el centro o a tapar al que remata al arco, y que sistemáticamente salgas elegante desde el fondo, no es ganancia para un planteo de resistencia. Es verdad que el elenco de Nicolás Diez enfrentó en las últimas dos jornadas a los mejores equipos de la categoría, pero tapizar todo en eso y no ver errores en el sistema inmunológico puede llevarte a terminar llamando más adelante al SAME. Igual no soy ningún salame, y festejo el resultadazo cosechado en la provincia cuyana. Ya que la Lepra venía enfermando a todos en su nosocomio del Gargantini, que por el nombre que tiene el estadio la especialidad debería ser el estudio de la garganta. 

Es cierto que al fútbol lo sobreanalizamos, le damos más explicaciones que a nuestras parejas. El otro día ante Deportivo Maipú se generaron chances de gol por varios lados y se perdió 3 a 1. Ante Independiente Rivadavia costó hacer pie en el campo, el rival te llenó la jeta de bifes, y en la última del partido se lo empatas de chiripa. Es probable que lo intervencionista que fueron los DT en el encuentro hayan inclinado la balanza, que la Lepra la vio fácil y se durmió en los laureles y que Atlanta con campo abierto se adelantó más por el rival que por sus convicciones. Pero en definitiva el 1 a 1 le sirve más a los que vienen rodeándole la manzana al líder que al propio equipo de Nicolás Diez, que le podrá dar un valor especial a esta igualdad si gana el próximo partido en condición de local. 

En un rendimiento flojo de papeles en la mayoría de los player, se rescata el nivel mostrado por Alan Aguirre, en una zona de la cancha que se vio la peor cara del equipo. Le ganó varios duelos aéreos al goleador Arce, comandó con su estirpe guerrera los avances bohemios en el complemento y como premio a su esfuerzo conquistó el agónico gol del empate. Mención de honor para Galeano, que no se ve hasta aquí su mejor versión con el nuevo DT, pero cuando retocaron la maquinaria su nivel levantó. Ponerlo tan cerca del “9” y alejarlo del “7”, del “8” y del “11” lo limita en su inspiración futbolística, es un poeta viviendo en una casa sin ventanas. Al insertarlo cerca de Duarte en la recta final del doparti, fue más participativo y decisivo en el encuentro. Su papel en el gol del empate fue primordial. Por último, quiero valorar el ingreso de Pavia. Estaba guardado en el armario por Nicolás Diez y la lesión de Mouche lo sacó del ropero, su juego ayudó a la igualdad.

En la próxima fecha Atlanta recibe a unos de los equipos que pelea en la zona bajón de la tabla de posiciones, como Chaco For Ever. Para consolidar el trabajo del nuevo cuerpo técnico y coquetear con los puestos del reducido, la victoria es necesaria como agua para chocolate. La noticia más rimbombante de este cotejo es que Atlanta jugará de local un día domingo. Después de mil quinientos partidos disputados en el León Kolbowski los lunes, llega un encuentro dominguero. Es verdad que es medio “Marco Tardelli” el horario, lo programaron 21.30, pero no miremos pequeñeces y festejemos que jugamos en el día del fútbol. A raíz del fallecimiento de Ernesto Enrique Mastrángelo, que inició su carrera en el conjunto bohemio, podríamos decir que el próximo domingo jugamos contra Chaco For “Heber”.