
Oro en los 100 metros y en la posta 4×100
La velocidad italiana siempre estuvo vinculada a una Maserati, una Ferrari, un Alfa Romeo, un Lancia o una Lamborghini; sin embargo, después de los Juegos Olímpicos de Tokio también Jacobs, Patta, Desalu y Tortu son sinónimos de rapidez. Los campeonatos obtenidos por Fangio, Lauda o Schumacher -entre muchos otros-, bien vale relacionarlos con los oro de los 100 metros de Lamont Marcell Jacobs y la posta 4×100 del anterior y Lorenzo Patta, Eseosa Fostine Desalu y Filippo Tortu.
Desde los 200 metros conquistado por Pietro Mennea en Moscú 1980, ningún otro velocista italiano logró el oro; pero llegaron los 9.84 de Jacobs en semifinales -clasificación con récord europeo- y la esperanza creció en Italia. Entrenado por Paolo Camossi desde 2015, Jacobs estuvo a punto de elegir el básquetbol y venía de no acceder a la final hace dos años de los Mundiales de Doha -tiempo de 10.20-. Pero la pandemia, como le quitó posibilidades a muchos atletas también se la dio a otros para seguir entrenando y lograr la superación tan deseada -ahora, medios británicos lo vinculan con una investigación policial que afecta a un nutricionista que distribuía esteroides anabólicos-. En los segundos que más vistas se lleva una cita olímpica, el hijo de padre estadounidense y madre italiana y nacido en El Paso (Texas, Estados Unidos) pero residente en Italia desde los cinco años, ganó el oro con una marca de 9.80 -segundo quedó el estadounidense Fred Kerlei (9.84) y tercero el canadiense Andre de Grasse (9.89)- convirtiéndose en sucesor del legendario Usain Bolt -aún dueño de los récords olímpicos (9.63) y Mundiales (9.58)-.

Pero no todo quedaría ahí. Así como Fangio o Schumacher tuvieron a Giuseppe Farina o Rubens Barrichello como compañeros necesarios; Jacobs, se unió a Patta -medalla de plata en los 100 m del Campeonato Europeo por equipos 2021-, Desalu -oro en la posta corta en los Juegos Mediterráneos de 2018- y Tortu -séptimo lugar en el Mundial de Doha 2019- para ganar la dorada en los 4×100 (lo mejor había sido el bronce en Londres 48). En un final que tuvo a Filippo Tortu, su último relevo, pasando al atleta británico a solo diez metros de la meta, la posta italiana con 37 segundos y 50 centésimas terminó adelante de los británicos (37.51, plata) y los canadienses liderados por Andre De Grasse (37.70, bronce) -siguiendo la analogía con los autos, serían los Mercedes Benz o Williams-.
En particular, el balance del atletismo italiano cerró Tokio con cinco títulos olímpicos: 100 metros, 4×100 metros, salto en alto con Gianmarco Tamberi y marcha 20 km con Antonella Palmisiano y Massimo Stano. En general, las 10 doradas, 10 plateadas y 20 de bronce del deporte italiano se deben a múltiples factores, fortalezas propias y debilidades ajenas. Desde lo económico, el ganador del oro cobrará 180 mil euros; y desde lo deportivo, lo explica desde su cuenta de twitter Enrique Julián Gómez: de los 383 deportistas italianos en Japón, 270 son militares o policías (70%); y de los 59 que ganaron medallas, 49 son policías o militares. Se los llama “Atletas militares” o “Atletas de Estado’”, ingresan a una fuerza -en concursos públicos específicos para deportistas, normalmente de 17 a 34 años-, reciben un sueldo fijo y están obligados a realizar los entrenamientos e instrucciones básicas del cuerpo policial o del ejército al que pertenecen, pudiendo dedicarse exclusivamente a entrenar hasta que se retiran y vuelven al servicio.

Lo hecho por Italia se usó en los países del Pacto de Varsovia (URSS, RDA, entre otros) y lo implementa ya desde hace varios años -el primer grupo militar organizado fueron las Fiamme Gialle de la Guardia di Finanza en 1921-; pero sin lugar a dudas, que Tokio fue su gran resultado.
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