Atlanta
A esta altura de la vida no sé qué es peor, si escuchar una canción de Pablito Ruiz o ver jugar a Atlanta. Uno me daña los oídos, el otro los ojos. Es cierto, que con el primero puedo evitar que su música (?) se escuche en mi Spotify, pero con el otro tengo una relación tan sentimental que me obliga a llevarle el apunte. Me hace bosta el corazón verlo jugar así. Mi psiquis se desarma en mil pedazos padeciendo en el cargo a otro entrenador primerizo que lo único que conoce de la categoría es que se juega en dos zonas. Pero no es culpa de Diez, sino del cero a la izquierda que maneja el fútbol bohemio y contrata todos los años a un debutante diferente. Lo imagino a este ñato teniendo que operarse del bobo y pedir que el médico que este a cargo del quirófano sea uno que por primera vez agarra el bisturí. Es verdad que esta bueno dar oportunidades al que recién arranca, pero si lo haces siempre y nunca te sale bien, te diré que de buen tipo pasaste a ser un tremendo boludazo.
Otra derrota en el último minuto, tercera caída al hilo, con un juego que partido a partido se desdibuja un poco más. Lamentablemente llegó la hora de pelear por no irnos a la B Metro. Tenemos que aferrarnos como sea a los puestos que evitan el papelón de perder la categoría. Estamos como tantos políticos de este país que se atornillan a un cargo en el Estado, aunque sea como empleado de limpieza en una municipalidad tenemos que seguir en la Primera Nacional. Será con Nicolás Diez o con un DT de suma experiencia, con el que sea y como sea hay que mantenernos donde estamos. Estos tipos que manejan el club nos llevaron a priorizar quedarnos en la segunda división y olvidarnos de ilusionarnos con pegar la vuelta a Primera.
Por la jornada 27 de la zona B de la Primera Nacional, Atlanta visitaba Ezeiza para medirse ante Tristán Suárez, que estaba penúltimo en la tabla de posiciones con una plantilla que se asemeja más para el fútbol senior que para disputar la categoría telonera de la Liga Profesional. Al margen de cualquier chicana, nosotros también tenemos nuestros grandulones al pepe, Mouche es el abanderado en ese rubro. Por ese motivo tampoco estamos para señalar a lo Nelson Muntz el armado de los planteles rivales. Justo nosotros que en ese aspecto somos una calamidad, que a los 3 refuerzos que vinieron a mitad de temporada los usamos cada muerte de obispo. Si alguien sabe el paradero de Kevin Pavia se agradece su información, parece que el entrenador le da menos bola que Doña Florinda a Don Ramón. Ya sé que este jugador no es el Chapulín Colorado, pero en un equipo que tiene futbolistas que se esconden en el barril del Chavo del 8 por ahí este pibe termina dando clases como el Profesor Jirafales.
Informa el reporte crediticio de este enfrentamiento que el Bohemio tiene saldo favorable contra el Lechero. En 42 registros, el elenco de Villa Crespo se impuso en 16 oportunidades, contra 13 del Tambero. Eso sí, los últimos duelos en Ezeiza tienen a la victoria en el veraz, ya que vienen de firmar tablas en los tres compromisos anteriores. Si seguían con este déficit de que no haya ni vencedores ni vencidos en la cancha de Tristán Suárez, entrarían en la lista de morosos incobrables, pero viendo como terminó este doparti no me molestaba otro empate, aunque nos denuncien como deudores en el Banco Central.La última vez que había ganado el dueño de casa en su terruño fue en 2016 por 2 a 1. Mientras que Atlanta hizo la pata ancha en el estadio 20 de octubre un año antes imponiéndose 2 a 0. Una vez más las estadísticas nos dieron la espalda.
Para este duelo que debía enterrar la derrota ante el Funebrero, Nicolás Diez metió doble camiseta de cambios en el equipo titular con respecto al clásico de Villa Crespo. Kevin Duarte reemplazó al lesionado Camargo, aunque lógicamente no iba a cumplir la misma función, ya que este futbolista que cuenta con el mismo apellido que Evita juega de “5” y el que terminó en la camilla lo hace de “4”. El otro que abandonó sesión fue el guaraní Ferreira, de titular en el derby a borrado al siguiente partido. Su lugar lo ocupó Lucas Ríos, que venía jugando de extremo, pero ante el Tambero fue el “9”. En definitiva, estos son los 11 seleccionados por el DT para medirse ante el Lechero. Ordeñando el arco como siempre estuvo Sumavil. En el ganado del fondo jugaron Gelos, que fue el “4”, Aguirre, González y Pinto. “Las Tres Niñas” del medio la alimentaron Dramisino, Duarte y Galeano. Para cultivar el gol, jugó por derecha Becker. En el puesto de “9”, que hasta aquí en ese rol todos los que usurparon ese lugar fueron unos quesos, estuvo Ríos, y en la granja izquierda se movió Bisanz. 4-3-3 no es el valor del dólar agro sino el parado táctico utilizado. Aprovechando que hablamos de lácteos, desde este humilde lugar pido que si usted ve que alguna empresa de esta índole tiene mala leche y aumenta sus precios no le compre, aunque se llame La Serenísima.
En el equipo tambero nos topamos con futbolistas con pasado bohemio. En la defensa estaba Leandro Martínez Montagnoli y Nicolás Pantaleone. Y más arriba jugó Braian Miranda, que también supo tener su paso por Villa Crespo. Por eso se temía que alguno promulgue la ley del ex, pero los fines de semana el Congreso está cerrado. Bueno, con leyes que se modifican como la de alquileres, uno ya no sabe que día funciona correctamente ese inmaculado sitio de la democracia.
El primer tiempo fue entretenido a pesar de la ubicación que estaban en la tabla de posiciones. Los dos con sus estilos, el dueño de casa más directo, el Bohemio con más posesión, tuvieron chances para abrir el marcador. Dramisino rompió el hielo con un remate de media distancia. Luego, el melli Bisanz aprovechó un envío del “Chucky ” y dentro del área desperdició un tiro de gracia. Por último, Lucas Ríos lo tuvo por duplicado. El primer remate ya instalado en la hoguera rival se desvío sutilmente en un defensor contrario, y el otro disparo a portería encontró la resistencia del arquero lechero. Ellos como ya dijimos supieron tímidamente tener sus posibilidades bajo los 3 palos, allí Sumavil, el jugador más regular hasta aquí de la temporada, volvió a mostrar su mejor repertorio de atajadas. Galeano otra vez se lo notó alejado de su mejor versión, Becker la otra pluma del equipo, desde que retornó de la lesión no escribe del mismo modo. Su prosa decayó bastante. Ojalá más temprano que tarde vuelva a conseguir musas inspiradoras en los partidos que dispute.
Para el segundo tiempo Nicolás Diez no quiso meter mano en el equipo, mantuvo intacto a los player y parecía que el destino le estaba por dar la razón. Ya que a los 5 minutos de la complementaria se dio la jugada vip del doparti. Bisanz ingresó con pelota dominada al área y lo desestabilizaron en su carrera a la fama. El árbitro Diego Ceballos no dudó en sancionar la falta. Esta vez no la pifió como en la final de la Copa Argentina entre Central y Boca y la infracción fue dentro del área. El conductor designado para estos acontecimientos desde los 12 pasos es Juan Daniel Galeano. Que de los 2 penaltis que ejecutó este campeonato venía con una puntería del 50 %. Adentro con la Lepra mendocina y errado contra Maipú de la misma provincia. Ambos rematados en el Gran León. El arquero del Tambero, Joaquín Mendive, se arrojó hacia su palo derecho, pero el disparo del “10” Bohemio fue al medio con poca altura, con lo que el “1” de Suárez le alcanzó para atajarlo con su gamba. Decepción en el alma del hincha de Atlanta. Encima el capitán del elenco de Villa Crespo sintió su penal malogrado y su rendimiento, que nunca fue el mejor, terminó cayendo al sótano del partido.
La primera variante de Diez fue extremo por extremo. Afuera Becker y adentro Nicolás Medina. Si de cambios hablamos, las modificaciones del dueño de casa, que dirige desde hace 4 partidos “El Moncho” Ruiz, le dieron más vitaminas, empezaron a ganar el medio y a ubicarlo a nuestro arquero Sumavil como figurita repetida del encuentro. Encima el DT Bohemio entró en la confusión total cuando se fue expulsado Alan Aguirre. Uno de los más destacados en el derby contra el Funebrero, no repitió ni a palos esa buena actuación contra el Lechero. Dos faltas merecedoras de la amarilla, una en cada tiempo, lo mandaron más temprano que al resto a las duchas. Atlanta se quedaba con 10 y ahí Diez la terminó de pudrir.
Para rearmar el equipo por la expulsión de Aguirre, entró Federico Marín por Bisanz. Uno imaginaba que Dramisino se pararía de “4”, Gelos se movería unos escasos metros a jugar de zaguero central y el recién ingresado inútilmente compartiría el eje del medio con Duarte. Digo inútilmente, ya que los dos juegan de lo mismo. Es como pedir un plato de ravioles de ricota y otro de jamón y queso. Pero la realidad superó a la imaginación. Finalmente, el acompañante de Duarte fue Dramisino, Gelos siguió de lateral derecho y de marcador central jugó Marín. Mucha improvisación. Encima, estaba también Franco Vedoya para entrar en la visita, así usaba esa ventana para meter a los dos jugadores. Pero lo mandó a que siga calentando. Por suerte el míster consiguió su objetivo y el futbolista se calentó por no ingresar. Tres minutos más tarde, gastó la última ventanita del amor que le quedaba y puso a Vedoya por Galeano y a Mazzola por Ríos. Todo fue al balde, se mal gastaron los cambios, se agotaron rápido y el equipo se quedó en el penal que falló Galeano.
Sobre llovido mojado, a los 44 minutos del segundo tiempo llegó el esperado gol del elenco de Ezeiza. Decimos esperado ya que sobrevolaron mil veces en el completo nuestra propia área. Sumavil nunca es “Restamil” y atajó hasta el aire. Pero la aerolínea de Atlanta se despistó otra vez en el último minuto del vuelo y demostró que su fútbol es tan peligroso como subirse a un avión de LAPA. Al igual que el país, su piloto se tomó el palo, aunque acá no tenemos a ninguna Massa que tome el control de la nave, es cierto que con comisarios de abordo así es preferible ir buscando el paracaídas. Frente a esta campaña, hay temor de terminar estrellado, aún estamos a tiempo de llegar a aterrizar de forma forzosa esta avioneta que para algunos es El Boeing 747 a pesar que por su realidad futbolística no llega a ser un low cost.
¡Oh Mamá! Él me ha ganado. Cuando el partido se moría, apareció un jugadón de Pablito Ruiz. Se la llevó atada a la pelota, nadie se la podía sacar, y antes de entrar al área bohemia remató esquinado al palo izquierdo de Sumavil, que solo pudo rozar la bocha sin impedir que bese la red. En definitiva, el equipo de Ruiz lo ganó con un gol de Ruiz y no somos redundantes en la información. Ojalá la próxima vez el conjunto de Diez lo gane con un gol de su “10. Como ante el Funebrero, en el último suspiro nos vuelven a vencer. 1 a 0 y a llorar a la iglesia o a la sinagoga. Con este panorama, nos alejamos del sueño del reducido y si no nos despertamos a tiempo la pesadilla del descenso estará a la vuelta de la esquina.
El mejor de Atlanta casi que es una obviedad, se cae de maduro, no hace falta escribir el apellido de Sumavil. Pero en el imaginario podio hay que ubicar las ganas y la movilidad de Ríos jugando de “9”, en un puesto que sus antepasados en este torneo oficiaron de Momia, este chico le rindió tributo a Martín Karadagián. Algo de Dramisino en el primer tiempo y no mucho más para destacar, se jugó de mayor a menor ante Tristán, que no fue ningún capocómico en su cancha pero que le alcanzó para hacer reír a todo su público.
En la próxima fecha Atlanta enfrentará a Aldosivi. Será en nuestro puerto de Villa Crespo, con la esperanza de volver a pescar un triunfo que nos acomode en el mar de la Primera Nacional. Otra derrota no se puede soportar, porque ahí nos convertimos en un bagre y nos vamos a ahogar en el fondo de la tabla de posiciones. Ojalá que los anzuelos que use Nicolás Diez esta vez den buenos resultados. Yo temo que el DT ya este tan mareado que ahora que va a jugar contra el Tiburón llame a Spielberg para que lo ayude a preparar el partido.
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