0 – Tigre 0
En el maxi kiosco del Gran León, Atlanta recibió a la golosina acomodada de Tigre, que se cree un Ferrero Rocher y hace rato que no llega hacer ni un alfajor Fulbito. El Bohemio otra vez tuvo pocos caramelos en el frasco. Contó con su juego de Media hora, con ataques que se derretían como un Naranju y una defensa abierta como Los Open 25hs, pero está vez la última línea de Erviti no ayudó al rival a pasar por la caja registradora. Fue un empate 0 a 0 que no le sirve ni al kiosquero ni al cliente.
La parda entre el Bohemio y el Matador por la fecha 30 de la Primera Nacional favoreció a los de afuera. El resultado lo celebraron los que están en el club de la pelea de la zona A, que de algún modo deseaban un triunfo de Atlanta. Almirante Brown, Quilmes, San Martín de Tucumán, Agropecuario y Belgrano les cerró mucho más está igualdad que a los propios protagonistas del doparti, que desde 2004 no se enfrentaban en el León Kolbowski. Aquella vez por la Primera B Metropolitana el triunfo fue para el dueño de casa por 1 a 0, con gol de Cristian Pellerano.
Erviti diseñó un partido para no perderlo. Se aferró a aguantar los trapos en el medio, la zona geográfica más poblada por el Bohemio. Ya que allí convivieron 5 jugadores, algunos con autorización especial para acercarse al único que jugó de delantero, “Nacho” Colombini. Rago fue el portero. Carrasco, Pérez, García y Fernández se agruparon en la zona defensiva. La lista sábana de volantes se organizó de la siguiente manera: Bolívar y Ramírez se repartieron el centro del campo. El primero se retrasaba y el otro se adelantaba, como esos relojes al que le andan mal las pilas. A la derecha de ellos dos jugó el venezolano Saggiomo. Y a la izquierda se hamacaba Pedrozo. El último y más adelantado de ese mediocampo fue Evelio Cardozo, que jugó detrás de Colombini. Para los amantes de la numerología, Atlanta en el terreno de juego osciló entre un 4-4-1-1 y un 4-2-3-1. Pero el problema no es la característica telefónica, sino la poca comunicación que tiene con el gol.
Porque más allá de la distribución de la riqueza de sus jugadores en el verde césped, uno de los ítems que el elenco de Villa Crespo no puede completar es la transformación de los avances en jugadas de ataque. Ante Tigre, tuvo una sola nítida situación de peligro. La fundó Daniel Saggiomo cuando dentro del área rival remató a quemarropa ante la humanidad de Marinelli, que salió ileso de esa jugada utilizando sus manos argentinas. Antes y después de esa acción de gracia, mostró falta de recursos humanos para autogestionarse. A Colombini se lo notó aislado del resto, no por obra divina de “Nacho” ni por los planteos de Tigre, el diseño de Erviti lo llevó a ese distanciamiento social. La luchó contra los centrales del Matador como un trabajador para llegar a fin de mes, pero la inflación del equipo bohemio lo alejó de tener chances de gol. Para su bienestar en el campo de juego le conviene tener un “9” en la delantera, pero ese rol lo ocupa exclusivamente él, aunque no sea su fuerte.
A Tigre se lo nota desinflado hace varios partidos, oficia de globo pinchado, aunque sus jugadores de jerarquía aún lo mantienen con aire, da la impresión que no hay pulmón que aguante. Este equipo de Diego Martínez, tan criticado por el hincha del Matador, volvió a tener fisuras en su juego. Y a pesar de su producción discontinua, terminó al palo. Tuvo 3 tiros en los caños. Los Palitos de la selva salvaron a Atlanta de otra derrota, que hubiera sido exagerada como la lista de amantes de la “China” Suárez, pero los merecimientos en el fútbol no se justificaban como los cuernos en una pareja.
Con este empate sin goles Atlanta cortó la racha diabólica de 3 derrotas en fila. De todos modos no maquilla una campaña decepcionante. De los últimos 20 partidos solo se pudieron ganar dos. Esa estadística es lapidaria y preocupante. Le agradecemos al referí Carlos Córdoba que no cobró ningún penal en contra. Ya estábamos mal acostumbrados. 5 sancionados en los últimos 3 partidos nos obligaba a tener agendado en el celular el número 911. Es cierto que Tigre no lo ayudó para lograrlo. La mancha que le quedó en el legajo al colegiado fue no expulsar a Milton Céliz, ni siquiera sancionó la clara falta, se lavó las manos porque el delantero ya tenía una amarilla en el lomo. Pero el resultado no se explica en los fallos de los hombres de negro, la razón del 0 a 0 se sostiene en la falta de juego de ambos equipos. Atlanta rindió por arriba de su status social por el rival que tenía enfrente, pero de ninguna manera es un partido para ponerlo en el currículum vitae de esta magra temporada. El punto al Bohemio lo aleja aún más de la clasificación a la Copa Argentina. Además de tener que ganar partidos, necesita contratar a Adrián Paenza para hacer las cuentas matemáticas que lo puedan meter en el torneo “mata-mata” del fútbol argentino.
Los jugadores destacados del Bohemio se cuentan con pocos dedos. Rago fue importante en el arco, más bien les diría fuera de la portería. Porque como una marca de agua en este equipo, la defensa deja agujeros que le permite a un delantero oponente irse de frente manteca al área rival. Y ahí en el mano a mano, en ese solos y solas que se presenta, “Pancho” va al cruce, pone la gamba en el piso y como “Don Barredora” aleja el peligro. Esta vez al que tuvo de compinche fue al palo, como ya mencionamos, el Tigre de Bengala de Diego Martínez tuvo 3 remates en el poste.
Otro que consiguió un aprobado fue Martín García, rudo y cursi en la última línea. “El Chapa” es el mejor en una zona que esta sobrepasada de problemas. Cuando Erviti no mete la pata y lo manda a jugar de lateral izquierdo, su nivel es jerárquico y quirúrgico de segundo marcador central.
Pero el mejor del partido fue Evelio Cardozo. Es cierto que su fútbol es intermitente, pero jugando en el metrobus del campo de juego y con la bola por el piso hace diferencia. Necesita más compañeros que le hagan el aguante. Es vital y móvil que el lateral que juegue a su costado se muestre como opción de descarga. El DT bohemio se equivoca cuando lo pone a correr por la banda, como decía “El Narigón del siglo”, Carlos Bilardo, los buenos futbolistas deben jugar por el medio.
Por último, la moneda de cambio que más le rindió al team de Erviti fue Juan Bizans. Electrizante en la banda ancha derecha del ataque, pero como le pasó a Cardozo no tuvo socios para la aventura. Por eso, si nadie se muestra en la faz ofensiva, por más que tengas a la cruza de Bochini, Alonso y Riquelme en un solo futbolista, no vas a generar jugadas de gol. Será inútil como competir en una carrera de ciclismo con un monopatín.
La próxima estación para Atlanta será Mar Del Plata. Lo espera Alvarado, equipo en el que colgó los botines Erviti. Veremos si el paso del Bohemio por La Feliz le permite retornar a la ruta de la victoria o terminar en la banquina. El torneo lo arrancó como un Fórmula Uno, pero ahora lo está transitando arriba de un Fitito. Puede pasar cualquier cosa en el autódromo de La Primera Nacional. Esperemos que la escudería de Villa Crespo vaya en la semana al mecánico, no pierda tiempo en los boxes, no pinche más ruedas en el campeonato y aunque ya no le de la nafta para terminar la carrera, al menos estas tres últimas curvas las pueda manejar como “El Chueco” Fangio.
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