Otra vez lo resultados ajenos fueron más positivos que los propios. Hicimos todos los méritos para mudarnos a jugar el próximo año en la B Metro, pero los rivales tuvieron más ganas que nosotros de que nos quedemos en la Primera Nacional. Aún la puerta no está cerrada, pero la tenemos bien entornada. Matemáticamente no estamos salvados, pero le llevamos 7 puntos de ventaja a Tristán Suárez cuando quedan 9 en juego. Hay que agradecerle a los Granados que creyeron que el torneo era de fútbol senior y no de ascenso. Otra temporada vergonzosa nos regalaron los eruditos que manejan a Atlanta, si el equipo del año pasado se enfrenta a este, se suspende el partido por falta de fútbol, no hay garantías para brindarle una pizca de espectáculo a los hinchas. El que pague una entrada para ver a estos dos equipos debe ser internado de urgencia, realizarle mil estudios médicos para descubrir que nueva enfermedad tiene. Por favor que nadie se acerque a esa persona porque puede ser muy contagioso y reproducirse en masa, ya algunos facultativos la están llamando la enfermedad Romano.
Por la fecha 31 de la zona B de la Primera Nacional, Atlanta recibía a Ferro en el Coliseo de Villa Crespo. Ellos en zona de reducido y nosotros queriendo evitar caminar por el pantano de los que pelean abajo. Con la confirmación 24 horas antes del triunfo de Chaco For Ever 2 a 1 contra Estudiantes a secas, el elenco chaqueño se puso a un punto y nos llenó la cocina de preguntas. De todos modos, lo más preocupante es el funcionamiento de nuestro equipo. De los 37 clubes que juegan en esta categoría, solo Dálmine sumó menos puntos de local que el cuadro bohemio. Ojota que tampoco la campaña es buena fuera de casa, pero si en tu cancha no te haces fuerte no podes pretender pelear ni una carrera de embolsados. Ahora llegaba el turno de toparse con el Verdolaga, no me refiero a que nos transformamos en economistas y vamos a domar al dólar, es que en el Gran León nos visitaba Ferrito, una institución que se nos parece. Somos como Argentina y Uruguay, tenemos a Griguol para tironear de él como hacen estos países vecinos con Gardel, y en vez del ferry usamos el tren como el transporte para unir a estos barrios de Buenos Aires.
Cuenta esa vieja historia que estos dos equipos se vienen enfrentado desde los tiempos cavernícolas del fútbol argentino, cuando no había guita para considerarlo profesional. Data el primer duelo entre estas dos escuadras en el año del centenario de la Revolución de Mayo. Ferro aventaja por 3 partidos a Atlanta en el largo aliento que representa este historial, ya que en total se vieron las caras y caretas en 116 oportunidades. Oeste no gana en Villa Crespo desde 2001, ese año fatídico de corralitos y represión del Estado Nacional. Si hablamos de acercamientos entre estas dos instituciones, no podemos obviar el ascenso Bohemio a la vieja Primera B Nacional el 10 de junio de 1995, haciendo de local en el estadio del Verdolaga. Venció en el partido de vuelta 2 a 1 a Dock Sud (ya había ganado la ida 2 a 0 en cancha de Racing) Para volver a la segunda categoría del futbol hogareño. Además de disputarnos a Carlos Timoteo Griguol, también nos enfrentamos por el patentamiento de León Najnudel, el padre del básquet argentino que fue campeón como entrenador en ambos lugares. Con un pasado de gloria y de dirigencias corruptas que mandaron a la ruina institucional a los dos por igual, hoy se vuelven a medir estos barrios cercanos y populares de Buenos Aires.
Para este encuentro cercano del tercer tipo con Ferro, Nicolás Diez modificó jugadores y esquema de la derrota pasada ante Riestra. Obviamente rompió relaciones carnales con la línea de 5 en el fondo, sumó un integrante más a la delegación de la mitad de cancha y retocó la parte de adelante. En el plato volador del arco estuvo Sumavil. Los alienígenas del fondo fueron Camargo, Aguirre, González y Pinto. En el ovni del mediocampo se repartieron la nave del eje el experimento de Duarte junto al fenómeno de Bogado. Este último para muchos hinchas era un objeto no identificable, porque hacía rato largo que estaba afuera de la tripulación, aunque su fútbol por momentos parece ser de otro planeta. A la derecha se movió el E.T de Dramisino y a la izquierda reapareció como titular el terrícola de Becker. Suelto aterrizó el sideral Galeano, para que de “9” se mantenga Mazzola que ni yendo al Cerro Uritorco encuentra buena energía para tener contacto con el gol. Con algunas mutaciones tácticas, podríamos decir que se arrancó con un 4-2-3-1, se pasó a un 4-1-4-1, aunque mayormente se jugó con el clásico 4-4-2 ante los marcianos verdes de Caballito.
En el primer tiempo se vio la mejor versión del equipo, emulando a la bandera de Brasil hubo orden y progreso en el campo. Camargo jugó unos 45 minutos iniciales interesantes, probablemente en el paño verde del estadio bohemio se vio su mejor rendimiento. Armó un buen dúo con Dramisino en el sector más facho de la cancha. Es cierto, que a la hora del reparto de marcas el que tiene apellido de calle de Villa Crespo por momentos dejó la zona liberada, es que ahí Ferro apostaba un pleno a perforar ese costado, sus tímidos ataques de la primera mitad fueron por ese lado. De todos modos, Atlanta generó situaciones de riesgo confirmando que Bogado, aunque este en el otoño de su carrera, debe jugar en las 4 estaciones del año. De su pegada en un tiro libre apareció la primera llegada. Se la puso en la cabeza a González que no pudo educar al balón sin que este termine el jardín de infantes y así la pelota descansó en las manos del arquero Verdolaga.
A los 16 minutos del primer tiempo llegó el éxtasis a las gradas del León. El ya mencionado Bogado puso un bochazo supersónico a Mazzola, este para no sorprender a nadie trastabillo porque a la alergia que le produce el gol, también se le suma una suerte de urticaria cuando tiene contacto con el esférico. Por fortuna divina antes de quedar tumbado en el suelo puso la cabeza para que entre en escena Dramisino, “El Chucky” metió un centro artesanal al corazón del área y ahí estaba Galeano, que la única vez que usó la cabeza en el partido le dio el gol a su equipo. Leyó muy bien esa jugada el 10 de Atlanta. Al salir Mazzola de la hoguera rival, Juan Daniel fue a ese lugar y agarró patas para arriba a la defensa de Oeste, que atrás nunca encontró su norte para poder marcar con efectividad.
El elenco de Nicolás Diez siguió en la ruta de las jugadas de gol sin necesidad de pagar ningún peaje. Las dos oportunidades más contundentes los tuvieron de protagonista a Bogado y a Mazzola. El primero tomó el manubrio en un tiro libre que el arquero de Ferro la mandó al córner. Y el “9” se perdió inexplicablemente el segundo tanto del encuentro en el área chica del adversario. Bueno, no tan inexplicable, su prontuario de goles desperdiciados lo avalan notoriamente para este tipo de chances malogradas. Agarró muy abajo al balón mandándolo sin escalas a la tribuna. Igual el dueño de casa se iba al entretiempo con la certeza que fue superior a la visita, pero la cautela entre sus hinchas era bandera, nadie se pone a cenar cuando aún no desayunó y este equipo bohemio puede pasar de una gran comilona a un ayuno total como en el Día del Perdón.
Para el segundo tiempo Nicolás Diez se vio obligado a meter mano en el equipo. Quitó a uno de los mejores de la etapa inicial. Afuera desgarrado Camargo y a la cancha Gelos, una nueva muestra gratis del mal armado del plantel, que no tiene más que un solo “4”. Es que cuando diseñaron el inventario de este año a Dramisino lo consideraron más lateral que volante, trajeron a la calle que se formó en River y que venía de Platense, y además en el fondo del mar lo tenían a Carrasco, que ni bien se recuperó de la lesión le armaron el bolso y lo largaron. Si en el primer tiempo vimos un ordenado equipo bohemio, el complemento fue todo lo contrario. Es que perdió piel con la pelota, la redonda lo ordenaba en el campo, sin el suministro principal para poder jugar el elenco local se perdió como una criatura en la playa, solo faltó que sus hinchas aplaudan en las gradas.
Nuevamente Mazzola siguió actualizando su CV en la cancha y confirmando que tiene cero experiencia con el gol. Sus trabajos con la emoción máxima que tiene el fútbol fueron muy esporádicos, siempre lo contrataron de forma precarizada, nunca lo pusieron en blanco y con el grito sagrado no fue ni monotributista ni autónomo, su nula relación de dependencia con el gol no le permite estar entre las personas a la que le devuelvan el IVA de sus compras. A esta altura ni CUIL debe tener generado. Antes del empate de Ferro tuvo el segundo para Atlanta, pero el desempleado del gol no le puso el cascabel a una contra mortal comandada por Galeano, que tenía opción de pase a la derecha con Dramisino pero que eligió la izquierda con el “9”, que no pudo hacer pie para definir y así mandar a liquidación al encuentro.
Como mencionamos en el párrafo de arriba llegó el empate del ilustre visitante. Todo nació de un tiro libre en la mitad de cancha para el conjunto de Jorge Cordon. La hicieron jugable a esa pelota detenida. Filtraron la número cinco al “3” de ellos que sin Camargo en la cancha ya era una pesadilla para Gelos. El lateral zurdo de Oeste la puso en el área rival y cada pelota que cae en la casita de nuestros defensores oficia de orden judicial, es un allanamiento que los jugadores de Atlanta abren paso para que los atacantes de turno metan la cabeza como sea. Así fue que el “2” de la visita, Nahuel Arena, logró el testazo para igualar el doparti a 30 minutos del final. Otra vez Atlanta se instalaba en su propio desierto, sin una cantimplora de fútbol que lo salve ni camellos que lo acerquen al área de enfrente.
Después del empate visitante, Atlanta se desplomó en el campo, parte de la delegación titular se fundió y debieron ser reemplazados. Dramisino y Bogado terminaron extenuados. Este último fue quitado por Ríos para modificar el esquema y ser más ofensivo, pero el bohemio siguió siendo inofensivo. En la otra ventana de cambios salieron Dramisino y Mazzola, reemplazados por Krilanovich y Ferreira, dos jugadores que confirman el mal ojo (o los negociados) que se tuvo para armar la plantilla. Más tarde ingresaría Medina por Becker, pero nada ayudaría a torcer el rumbo nauseabundo del equipo, ni siquiera que Ferro se quedó con 10 por la roja a su “3”. Eso lo llenó de más obligaciones al elenco locatario, pero ni a palos lo llegó a convertir en figura al golero rival.
Después de la expulsión en el Verdolaga llegaron las tarjetas color tomate para los nuestros. Por una protesta desmedida lo rajaron a Nicolás Diez. Que nadie festeje que no lo echaron del club, solo fue sacado antes de tiempo en el partido por el colegiado, algo que ni siquiera impediría que dirija el próximo partido. Su lugar lo ocupó Berscé, es como en la primera presidencia de Cristina, cuando ella viajaba al exterior y lo reemplazaba Cobos. El show de la tarjeta roja siguió su espectáculo a orillas del “Movicom” Arena. Ya que por una entrada fuerte a Galeano el referí Pablo Dóvalo lo expulsó sin dudar. La infracción fue dura, pero la sanción podía ser más amarillenta que colorada.
El encuentro terminó en tablas, fue un empate uno a uno que estira el invicto de Atlanta con los triunfos, hace 7 partidos que no conoce la victoria. La alegría para el pueblo bohemio llegó un par de horas más tarde, vino con delay. El Lobo jujeño en el epílogo le ganó 2 a 1 en Ezeiza a Tristán Suárez. Más de un hincha en Villa Crespo y sus coquetos alrededores gritó el empate de Gimnasia que lo hizo Diego Nakache, que salió de nuestra cantera. En el último suspiro logró ganarlo el elenco norteño y ya la felicidad llegó a las venas del simpatizante bohemio. Un tanto en la última bola conquistado por Nicolás Miracco se transformó en San Salvador para Atlanta, qué así valoró un toquecito el empate ante Ferro ya que ahora le lleva 7 puntos al Tambero quedando 9 en juego. Ya sé que es papelonezco gritar goles ajenos, pero los que gestaron este presente horrendo nos obligan a quedar afónicos con los tantos que concretan los demás, ya que si es por los que marcamos nosotros las cuerdas vocales estarían intactas, los fonoaudiólogos se morirían de hambre con los hinchas de Atlanta.
Casualmente, el próximo rival del elenco de Nicolás (-) Diez será Gimnasia de Jujuy. Yo si fuera dirigente bohemio viajo al Norte con una plaqueta de agradecimiento al Lobo, le regalo una camiseta a Nakache y organizo una peña con el nombre de Miracco en algún rincón de la provincia que nos maravilla con la Quebrada de Humahuaca y con el Cerro de los Siete Colores. Será este compromiso que nutre al programa de la fecha 32 de la zona B el próximo domingo en la Tacita de Plata; ojalá que podamos llenarla de fútbol, aunque últimamente no nos da ni para tomar agua de la canilla.
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