18 octubre, 2024

Un lugar, todas las disciplinas

Santo triunfo

Atlanta

No hay nada más lindo que volver a ganar en casa. Ser profeta en tu tierra. Salir triunfante en el León Kolbowski, debe estar en el decálogo de las cosas importantes de la vida. A la altura similar de ver crecer a tu hijo, se posiciona una victoria en Humboldt 540. La pandemia no permitió que sea apto para todo público, como la última vez que Atlanta había ganado en su patio de Villa Crespo. Fue el 8 de marzo de 2020, previo a que Alberto declare la cuarentena. Aquella vez, a cancha llena, venció 2 a 0 a Nueva Chicago. Depende con que cristal se lo mire, como pasa con cualquier hecho de la vida, se puede decir que estuvo más de un año sin ganar de local. O mencionar, que solo habían pasado 5 partidos sin atrapar los 3 puntos en el León.

Por la cuarta fecha del amplio torneo de la Primera Nacional, El Bohemio lo dio vuelta y venció 2 a 1 a San Martín de Tucumán. Un Santo triunfo, en un domingo de pascuas, que te permite romper los huevos toda la semana con esta victoria del elenco de Erviti. El DT de Atlanta fue el padre, tutor y encargado de conseguir los 3 puntos. Fue el arquitecto que diseño con los cambios en el segundo tiempo la remontada del equipo. La lectura que viene teniendo Walter en los partidos merece ser señalada con resaltador. Jorge Luis Borges decía: “Uno llega a ser grande por lo que lee y no por lo que escribe”. “Cañito”, en su primera experiencia como entrenador, suma millas por las victorias que esta escribiendo, pero gana respeto por la lectura que viene teniendo en los partidos. No le tiemble el pulso para quitar al que sea, y junto a su cuerpo técnico la pegan con los cambios que realizan. Son acertados y precisos. No parece ser algo casual, sino causal.

En el primer tiempo Atlanta tuvo el esférico, pero la posesión con la bola fue boba. Tener la redonda se tornó más inútil que abanicar un cadáver. Es cierto que El Bohemio anotó un gol, pero la jugada fue anulada por un presunto empujón de Pedrozo, de dudosa procedencia, ya que para ver esa infracción necesitabas un microscopio. De todas maneras al elenco de Erviti la primera mitad le costó, no por virtudes del rival, sino por defectos propios de fábrica. No había elaboración de juego, los delanteros estaban en otra frecuencia y ni con el código morse se podían comunicar. Ausente por Covid Ochoa Giménez y por lesión Riquelme, al mediocampo le faltaba un gestor en el armado de juego. Aún Gabriel Ramírez esta lento como truco de René Lavand. Y no por casualidad, fue la primera moneda de cambio que recurrió Don Walter para disputar el complemento.

Fuera de libreto llegó el gol del Santo Tucumano. Un cabezazo de Juan Manuel Imbert, que le ganó el duelo aéreo a Ramiro Fernández, que en el epílogo del partido se fue expulsado, le permitió al Ciruja mendigar el primer gol del cotejo a los 40 minutos de la parte inicial. Mucho premio para un equipo que lo buscó menos que Macri al trabajo. Pero el fútbol se sigue midiendo por goles y en esos primeros 45 minutos, el centímetro de San Martín fue más largo que el de Atlanta.

En el segundo tiempo otra vez Erviti fue preciso con los cambios. Al equipo le faltaba ataque, estaba anémico en la faz ofensiva. Y como médico que indica el remedio correcto, el DR Erviti diagnóstico la patología y recetó el mejor antídoto. Afuera Ramírez y adentro Taborda. Quitó a un volante para meter a un delantero. Y ese ingreso cambió el partido. Fue un antes y un después como la llegada de internet. Le dio más energía a la delantera. Pedrozo fue retrasado por izquierda a la tripulación del mediocampo, Taborda se posicionó de extremo en la banda ancha zurda y una vez que El Bohemio ordenó el ataque, Erviti volvió a retocar el equipo. Salió Dramisino y puso a Cassaza. Los cambios dieron sus frutos. El team de Villa Crespo fue otro. A los 15 y 17 minutos del segundo tiempo aparecieron la bendiciones para el dueño de casa. Llegaron dos goles casi juntos que dieron vuelta el pleito.

El primer grito sagrado lo entonó Leonardo Flores. Con un misil furibundo decretó el empate. 120 segundos más tarde, volvió a mojar Pedrozo, que se le abrió el arco del triunfo. Otra vez asistido por Colombini, que antes que la bola se marche del campo de juego, la metió en competencia con un cabezazo para que Fabricio convierta el gol del triunfo. Por lo visto le sienta bien a Pedrozo la 10. La uso ante Almirante y repitió ante el Santo tucumano, en ambas encuentros terminó marcando. Cuando vuelva Ochoa Giménez, que le den la 10 + 1.

Nunca la victoria de Atlanta estuvo en tela de juicio. En parte por las flaquezas del rival y sobre todo por la solidez defensiva del Bohemio. Martín García, que no es ninguna isla para este equipo, sino que es un continente entero en la defensa, le dio máxima seguridad a la última línea del conjunto de Erviti. Que cuando el segundo tiempo se hizo adulto, quitó a Pedrozo y mandó a la cancha a un defensor como Perales, que no canta, pero que tiene voz de tenor para ordenar el fondo. Luego, llegaron las últimas variantes, el debut del “Ruso” García por Colombini y el guaraní Martínez por Solari, para que Taborda abandone la izquierda y juegue por derecha, cualquier similitud con un político, es pura coincidencia. En ese final de match, Atlanta se subió a la motoneta del contragolpe y con un pack de jugadas por esa vía de escape lo tuvo para liquidar, pero le faltó sintonía fina para concretar.

Nunca el Santo tucumano pudo llevarse ni siquiera un punto de Villa Crespo. En dicho estadio, se vieron las caripelas 6 veces y siempre triunfó El Bohemio ante El Ciruja, que hace 21 años no le gana a Atlanta. El conjunto de Walter Erviti se trepó a la cima de la zona A con 10 unidades, alcanzó en lo más alto a Mitre de Santiago del Estero, al que esperamos que haga honor a su tierra y se duerma una siesta. De todos modos el torneo esta en pañales, solo van 4 fechas. Que la euforia de estas victorias no nos hagan creer que la criatura ya camina. Estamos todavía gateando, faltan muchas mamaderas para seguir tomando y ojalá que en la próxima jornada, en el duelo bravo en Córdoba ante el Belgrano de Orfila, la primera palabra que el bebé diga sea: victoria.