Una nueva derrota, que ya no sorprende pero molesta, la noventa en un torneo que indigna. Hace 6 partidos al hilo que el equipo no moja, la última vez que se hizo un gol aún era otoño, nadie había cobrado el aguinaldo y Silvina Batakis estaba sin laburo. Esta vez el que se benefició con Atlanta fue Agropecuario que le ganó sin demasiado esfuerzo 1 a 0 en su reducto de Carlos Casares. El gol de la victoria es una radiografía del momento que vive el Bohemio, que hace rato que se afilió al club de la pelea, de la pelea por evitar el descenso.
Por la fecha 23 del insoportable torneo de la Primera Nacional el elenco de Mauricio Giganti visitó al sojero con la obligación de volver a tomar la ruta de la victoria, pero se olvidó de cargar combustible. Con un fútbol de neumáticos pinchados, con los resultados en punto muerto y con la tabla de posiciones que se acerca al semáforo en rojo, el auto bohemio cada vez peligra mas su participación en la segunda carretera del fútbol argentino. Ya es el tercer mecánico que revisa el coche. Primero estuvo Erviti, luego Orfila y ahora Giganti. Hasta altura del campeonato más que un ingeniero en automotriz se necesita a un verdadero mago.
Para el choque con Agropecuario Giganti retocó el equipo por obligación. Ya que Juan Bisanz minutos antes del cotejo sufrió un cuadro de gastroenteritis. De todos modos fue al banco de suplentes, tal vez estaba en penitencia y en lugar de desafectarlo lo sentó 90 minutos a mirar al Bohemio. Es verdad que si alguien quiere castigar a otra persona no hay mejor idea que mandarlo a ver un partido de Atlanta, flor de escarmiento se llevará. Dejemos de lado las chicanas y concentrémonos en lo importante (?) Los 11 titulares que eligió el míster bohemio para enfrentar al sojero. En el arco estuvo Rago; la cuaterna defensiva la formaron Carrasco, Pérez, Colombo y Perinciolo. En el medio Berterame, Dramisino, Marín, Galeano y Pedrozo alternaron ese paño de la cancha. Adelante como referencia de área estuvo Donato, que como viene la mano es preferible que juegue de “9” el que cocina o el que canta con Estéfano.
El primer tiempo fue más pobre que el país de Burundi. Fue parejo y aburrido, pero con Atlanta teniendo las más claras jugadas de peligro, por ese motivo deberíamos sumar aunque sea un punto, en esta lucha descarnada que nos llevaron por evitar el descenso, sumar una unidad de chiripa es casi una bendición. Esas jugadas de gol lo tuvieron a Pedrozo como estandarte. La primera con un cabezazo en el amanecer del cotejo y otra en la adultez de la primera parte con un remate que contuvo el golero del sojero. También, Galeano probó de media distancia con un tiro de gracia que pasó cerca del caño izquierdo del dueño de casa. Con profundidad de una pileta pelopincho fue el juego del conjunto de Giganti en la etapa inicial.
Si los primeros 45 minutos fueron escuetos lo que vendría en el segundo tiempo sería de cortejo fúnebre. Costa Pobre, el país ficticio de Alberto Olmedo, sería ricachón en serio comparado con el juego bohemio. Ya que la posesión boba de la bola de Atlanta hizo estragos en el estadio de Agropecuario. A los diez minutos del complemento llegó el gol que definiría el pleito, porque a este equipo de Villa Crespo le convertís y no te lo levanta más, ni contratando a todas las grúas que transitan por Buenos Aires tiene forma de levantar un resultado.Ese único tanto del encuentro lo conquistó Emanuel Dening, sacándole jugó a los horrores defensivos de la visita. Entre 3 jugadores de Atlanta se llevó la pelota el mencionado delantero sojero, Alán Pérez lo quiso frenar con algunas boleadoras imaginarias y como era de esperar quedó en ridículo y ante la salida de emergencia (y apresurada) de Rago le pinchó el balón para anotar su gol. Como dirían en España fue de vaselina, aquí se mencionaría que la picó, más allá del término que elijamos y que el gol puede ser merecedor de estar en el MALBA, la bronca de que te anoten un tanto así, plagado de errores, te provoca mucha rabia que no se va con ninguna vacuna antirrábica.
Después de ese grito sagrado que entonó Dening, nunca más se repuso el elenco de Giganti. Los cambios confundieron más al equipo. Marcioni, que podría llamarse Marciano y no porque sea de otra planeta sino porque su juego no puede ser identificable, ingresó por Bertarame. Un toque más tarde Klusener entró por Perinciolo para que defienda el lateral izquierdo Dramisino, que al rato fue reemplazado por Matías Molina. La última variante fue la de Patricio Pérez por Donato. Como mencionamos en los párrafos de arriba Juan Bisanz tuvo el acceso denegado, en un equipo que tuvo el juego anegado por todos lados.
El presente futbolístico de Atlanta hace rato que se picó. Hay errores defensivos, algunos tan infantiles que todavía no tienen edad para estar en la salita azul o rosa. El arquero vive su peor temporada desde que está en el Bohemio. Los volantes solo construyen castillos de naipes con una delantera que hasta le costaría hacerle un gol a San Marino. No hay juego asociado, los pases que se fabrican orientan menos que una brújula sin aguja. No hay desequilibró en el uno contra uno, falta ingenio, astucia e inteligencia. Si la mayoría de los jugadores estuvieran en la play tendrían la flechita para abajo. Ni cambiando el joystick es la solución. Se tendrían que haber aprovechado los refuerzos de mitad de campeonato, sacarle viruta a esas 4 plazas que había para incorporar, pero se priorizaron las amistades peligrosas y se trajeron suplentes. El saldo es negativo, el sueño de llegar a la A se transformó en una pesadilla y ahora hay que sacar cuentas para evitar volver a la B (Metropolitana) Esa que descienden los últimos dos de la tabla de posiciones, algo que nunca pensamos que el nombre de Atlanta podía estar figurando con letras rojas ahí.
La próxima fecha será en el Gran León, el sábado venidero a las 14 horas contra un “Chocho” Tristán Suárez, rival directo en esa pelea por no irse de la categoría. Los tres puntos deben quedar en casa como sea. Si en la semana los ven andar por Villa Crespo secuestrenlo. Son puntos tan importantes como el anillo en una boda, aunque viendo como juega Atlanta estamos más cerca del divorcio que del casorio. Esperemos que Giganti prepare el mejor equipo, que los jugadores por una vez defiendan con honores estos colores y que el gol llegue aunque lo haga un defensor del lechero en contra. A esta altura no importa que ser humano la meta en el arco rival, con que sea gol del Bohemio no me molesta que lo termine marcando Carlitos Balá o Toti Cileberto.
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