18 octubre, 2024

Un lugar, todas las disciplinas

Violenta derrota

Rincón Bohemio

En el fútbol se dice que se puede ganar, empatar y aprender. Esto no quiere maquillar la derrota, ni tampoco romantizarla, aunque pueda sonar a eso. Seguramente aprendemos más cuando nos va mal en un examen que cuando nos sacamos diez, aunque el objetivo siempre tiene que ser conseguir la nota más alta, pero en el error está el conocimiento, el tema es saber captarlo, interpretarlo, aceptarlo. Atlanta viene de 3 temporadas seguidas reprobando todos los parciales que tiene, el problema que no asimila sus equivocaciones, prefiere echarle la culpa al profesor de la cátedra, a los compañeros que tiene en el aula, a los apuntes de la materia o a la educación en general.

Esta vez la caída fue en el único partido que importaba exclusivamente el resultado, en el clásico de toda la vida, ante los (ex) vecinos. Si el examen era oral hablamos menos que Chaplin. Si nos tomaban un multiple choice elegimos siempre la respuesta equivocada. Si rendiamos una prueba escrita, fuimos sin birome al día del parcial. Obviamente que no hace falta indicar que no estudiamos una mierda para este clásico de Villa Crespo. Nos seguimos preparando con maestras particulares que no terminaron ni la primaria. Aunque lo peor no fue perder ante el Funebrero por 1 a 0 en el último minuto del partido, sino que ejerzamos la violencia entre nosotros mismos. Una vez finalizado el encuentro y mientras a coro todo el estadio pedía que se vayan todos, los muchachos mal llamados barras bravas, ya que son delincuentes con todas las letras, entraron a pegarle al que cantaba en contra de la dirigencia. A hombres mayores, a mujeres, a niños, al que sea; y más, si era hincha de Atlanta. Tal vez el presidente de la institución, Gabriel Greco, saque un comunicado pidiendo disculpas, las mismas que no hizo cuando dejaron de luchar por los 41 puntos que nos robaron en las oficinas de la AFA. Igual, cualquier declaración de los popes del club será tarde, el daño de pegarle a uno de tu familia bohemia ya es irreparable.

Por la fecha 26 de la zona B de la Primera Nacional, Atlanta jugaba el partido más importante del año, por eso el León Kolbowski estaba repleto hasta los dientes. Filas extensísimas para poder ingresar al estadio, tan largas como las del domingo pasado cuando teníamos que votar en las Primarias. Es cierto que si nos daban una urna, o una pc para meter el voto electrónico (una estafa organizada que orquestó la Ciudad) muchos de los futbolistas bohemios que se presentaban no habrían recibido un solo sufragio a su favor. Pero aquí no era para ejercer la democracia, sino para ver el clásico de Villa Crespo en su edición número 139. Para tratar por fin de ver ganar al único equipo que se quedó en el barrio. Ya que desde 1984, 15 partidos, que Atlanta no puede vencer en su terruño a ChaCarita. 

Para este derbi que tuvo sus años mozos en Primera División, ya que el Bohemio jugó 64 temporadas en la élite del fútbol y el Funebrero 60, ambos ganando un título, Nicolás Diez armó un equipo de resistencia como si el doparti se jugaría en San Marín. Es cierto, que el elenco tricolor está afiliado al club de la pelea, y que nosotros damos pena. Pero en los clásicos los antecedentes importan lo mismo que una declaración de un bebé recién nacido. Con el planteo del DT Bohemio se decidió jugar con pañales, con chupete en la boca, babero para no mancharnos y con un sonajero que no hacía ruido. Mientras ellos corrían, nosotros no podíamos ni gatear, es que el partido como se encaró lo empezamos a perder en la nursery.

Nicolás Diez decidió armar una inédita línea de 5 en el fondo. Apostó en el medio al melli Bisanz, tal vez porque fue quien empató el último derby jugado en San Martín. Y decidió darle la “9” al guaraní Ferreira, que jugó tan bien que nos hizo extrañar a Mazzola. Eso sí, cuando ingresó este último, nos hizo recordar a toda su familia, que desde aquí pedimos disculpas por insultar a parientes que no tienen la culpa de las condiciones técnicas que exhibe su familiar. En definitiva, estos fueron los once bebés que salieron al campo de juego con la cautelosa táctica de 5-3-2 que recorrió las venas de los jugadores: en la cuna del arco estuvo Sumavil. En el cochecito de atrás anduvieron Camargo, Gelos, Aguirre, González y Pinto. En el moisés de la mitad de cancha vimos a Galeano, Dramisino y Bisanz. Para que adelante las dos mamaderas sean Becker y Ferreira, aunque ninguna tenía una sola gota de líquido.

Ya en los primeros minutos del clásico quedó demostrado para algún desprevenido, o algún extraterrestre que cayó de incógnito por el Gran León, quien era el que peleaba los puestos de arriba y quien estaba militando la zona mediocre de la tabla de posiciones. ChaCarita se plantó como protagonista y Atlanta se ajustó el cinturón como si se ubicará en la montaña rusa. Como pasa siempre que el rival lo presiona, la defensa bohemia hizo agua. Ese caprichito que tiene Diez de querer salir jugando por bajo, que también se lo vimos a su ayudante de campo, Francisco Berscé cuando fue DT nuestro (antes y después de ese paso por acá no fue cabeza de grupo en ningún lado) Ese berretín sirve si el equipo que está enfrente se queda muzzarella en su campo, pero si te presiona como lo hace el Funebrero, es provocar a las fieras, es darle espinacas a Popeye. Y más temprano que tarde el marino llegó a inquietarlo, diga que en el arco estaba Sumavil o que abajo jugaba Alan Aguirre, de los poquitos que entendieron que acá se estaba jugando un clásico. 

Dramisino robó algunas bolas en el medio, pero estaba muy desprotegido ese sector. Ya que Bisanz perdía seguido el esférico y Galeano estaba ubicado en un sector que lo obligaba a usar un aspecto de su cuerpo que no le gusta emplear, el músculo, aunque es cierto que su mayor atributo tampoco lo mostró, su cerebro. Becker quedó centralizado como segunda punta y sus buenos rendimientos desbordando por la banda fueron aniquilados jugando como delantero. Ferreira no aguantaba ni a su sombra y cada pelota que iba a su cuerpo la perdía sin mostrar resistencia, hasta un chasque boom lo asustaba al “9” Bohemio.A los 24 minutos del primer tiempo Atlanta debió abrir la primera ventana de cambios. Salió lesionado Carrasco e ingresó Bogado. Con esta variante obligada, Dramisino agarró sus pertenencias y se mudó al lateral derecho para dejarle el centro de cómputos del mediocampo al recién ingresado. De todos modos, siguió la misma tónica, un rival que proponía y otro que dormía.

Recién a once minutos del final de esa primera mitad Atlanta coleccionó la única jugada que tuvo de gol. Fue un tiro de esquina, tampoco había que ser una tarotista, un mano santa o un brujito para saber que la única forma de generar peligro sería por una jugada de pelota quita. En el centro al área ganó Aguirre, se la bajó a su compañero de zaga, Valentín Gelos, quien remató algo desviado a la portería funebrera. Ellos obviamente siguieron llegando, tuvieron chances nítidas en los pies de Pombo que remató mal una jugada que gestaron con guapeza sus compañeros y otra de su goleador Giménez que se encontró con las manos pesadas de Sumavil. Nos fuimos al descanso sabiendo que lo único bueno de la tarde era el resultado.

Para el segundo tiempo Nicolás Diez no hizo cambios de nombres que tenía en el banco de suplentes sino que modificó posiciones de algunos hombres que tenía en el campo. Rompió relaciones carnales con la línea de 5 en el fondo y lo mandó a Gelos a jugar de “4”, que creemos que ni en los recreos del colegio primario jugó ahí, pero tampoco lo mandó a dirigir el Conicet (desde aquí pedimos que no se cierre si gana la peluca de Milei) A Dramisino lo reubicó en el medio junto a Bogado para liberarlo más a Galeano, que de todos modos su actuación fue pobretona independientemente en el sector de la cancha que se desplazó. Atlanta tuvo algunas chances a cuenta gotas para abrir el marcador, pero alejadas del juego asociado. La primera fue un cabezazo de Ferreira que le faltó alma de “9” para meter un buen testazo. Luego llegó un remate de media distancia de Bisanz a las manos del “1” de ellos, que también tuvieron sus posibilidades, sobre todo con un tiro de esquina de Astina que intentó promulgar la ley del ex pero su gol olímpico se chocó con el travesaño. 

Sobre el final, cuando al tiempo reglamentario le faltaban solo 60 segundos apareció un contraataque del Funebrero que nos sepultó por completo, nos tiró toda la tierra en nuestra jeta. Rodríguez se filtró por la izquierda de la defensa bohemia para meter un centro artesanal al área rival. La bajó Giménez para que termine rematando Cuello. Sumavil logró despejar con los pies, pero la pelota salió al medio como si se tratara de un rebote en un penal. Allí estaba con el tenedor y el cuchillo para saborear el gol de la victoria Luciano Giménez, quien definió con calma y estampó el único tanto del cotejo. Este “9”, que su pase pertenece a Boca, con sus goles le dio 16 de los últimos 18 puntos a su equipo, mientras nosotros no tenemos un centrodelantero para golpearnos el pecho. Bueno, tampoco tenemos un “4”, un “3”, un “5” y un “11” que nos enorgullezca. Algo parecido sucede con el DT, ellos tiene uno de experiencia y nosotros somos la residencia para los médicos que se están aún formando.

Es medio al pepe contarles los cambios que aplicó Nicolás Diez en el complemento. Que entró la estrellita televisiva de Mouche por Becker, que Mazzola reemplazó a Ferreira y que Lucas Ríos ingresó por Bisanz. Son totalmente anecdóticas estas modificaciones, sumaron menos que una calculadora solar en un día de lluvia. El tema que el plantel que se armó solo conoce la resta y la división en las operaciones matemáticas. Seguimos usando un ábaco para incorporar jugadores. Quien maneja desde hace varios años nuestro fútbol, antes fue jefe de prensa en el club, también pasante de Olé en los tiempos que te explotaban por dos mangos cubriendo el fútbol de ascenso los sábados a la tarde, sigue apostando como si jugara en el casino a la hora de armar los planteles de Primera. Los refuerzos que llegan a mitad de temporada casi nunca juegan, se permiten negocios con representantes amigos y cada año que pasa el sueño de volver a Primera se convierte en una pesadilla. Es para aplaudir de pie las obras que se hacen en el club, pero que los palcos, las nuevas cabinas de transmisión o la imponente y renovada fachada del estadio no tapen los horrores en materia futbolística. Sino el próximo partido que jueguen desde el arranque los albañiles que levantaron las paredes para esos palcos o los que pintaron el estadio, ojota que por ahí alguno lo hace mejor que varios que salieron al campo de juego.

En la próxima fecha, el equipo de Diez visitará al penúltimo de la tabla de posiciones, Tristán Suárez. Hoy el Bohemio le lleva 9 puntos de ventaja al Lechero, y está a 5 del último que ingresa al reducido, Brown de Adrogué. No hace falta aclarar que hay que atrapar la victoria para no comprarnos un nuevo problema; eso sí, esta vez no será una violenta derrota, porque los delincuentes que ofician de barras en Atlanta no estarán en nuestras casas pegándonos porque criticamos a los dirigentes del club.