27 julio, 2024

Un lugar, todas las disciplinas

En la noche de Los Oscar, Atlanta no gana ni el Don Segundo Sombra

Derrota en Mendoza.

Aún seguimos masticando bronca porque no se le dio a Argentina, 1985. Festejaron los alemanes de “Sin novedad en el frente” que ganaron como mejor película extranjera, que como la nuestra también está basada en hechos reales. Esto demuestra que a la industria yankee le pega más el drama europeo que el latino. Lo que no pega y esta lejos de que lo nominen en alguna terna es a Atlanta. El fútbol de este equipo ni siquiera es el de una película de bajo presupuesto, por ahora es una foto fuera de foco. La pifiamos con el casting de actores realizado por el productor Romano. Encima el libreto del film aún está en blanco y Psicosis parece una comedia al lado de los partidos jugados por este elenco cinéfilo.

Por la quinta fecha de la zona B de la Primera Nacional se proyectó en la salas mendocinas Deportivo Maipú y Atlanta. Buscaba el Bohemio su tercer partido pochoclero en el año, después de las victorias en Madryn y ante Dálmine. El triunfo la jornada pasada ante el Violeta no fue el de una película taquillera, se ganó en las últimas escenas pero en general al film le faltaron buenos encuadres. Fue emocionante, pero nadie diría que fue un peliculón. Esta vez “El Botellero” se aprovechó de un ciruja Atlanta para ganarle 1 a 0 y dejarlo afuera de los créditos. 

En estos tiempos de mil tácticas, de cuerpos técnicos que tienen más empleados que una PyMe, esa vieja frase de equipo que gana no se toca quedó en deshuso. Hoy tiene menos clientes que Chemea. La mayoría de los team varían hasta de aguatero. Giganti con respecto al último doparti ante Dálmine hizo un pentagrama de cambios. Marcos Pinto pegó la vuelta por Camisassa en el lateral izquierdo. En el medio archivó al banco a Mauro Bogado y en su lugar entró Dramisino, que volvió a la casita de los Viejos, ya que después de bastante tiempo retornó a jugar de volante. También, quitó al “5” que apareció ante el Lila, Kevin Duarte, para que allí se ubique Federico Marín. Adelante freezó a Mazzola para que juegue el purrete Lucas Ríos, y el otro canterano Nicolás Medina ingresó por el veterano Pablo Mouche.

Algunas modificaciones oficiaron de sorpresa 1/2, aunque todos los que salieron habían hecho méritos para mirar el partido en el banco de suplentes, el tema que no todos los que ingresaron hicieron los deberes para arrancar en el equipo de etiqueta.

En definitiva estos fueron los 11 apellidos seleccionados por el DT bohemio: Sumavil se mantuvo en el arco al margen que ya se recuperó Pedro Fernández. En la defensa se agruparon Camargo, Aguirre, González y Pinto. El medio se lo repartieron como si fuera el botín de un robo Dramisino y Marín, el tema que ese botín tenía cordones y no billetes. A la derecha arrancó Medina, pero al toque cruzó de vereda y se posicionó a la izquierda. Suelto de “10” delante del doble “5” jugó Galeano y el que empezó por izquierda y luego se mudó a la derecha fue Becker. Arribeño de número “9” se movió Ríos. Entre un 4-2-3-1 y un 4-4-1-1 mutaba el sistema dependiendo si Atlanta estaba en la sala de juego o en la de espera.

Tuvo sabor “Camargo” el primer tiempo para el conjunto de Giganti. Como decíamos algunas líneas más arriba el doble “5” tenía menos presencia que un linyera en un casamiento de la realeza. Dramisino y Marín no ordenaban ni el tránsito, así que podrían trabajar perfectamente como agentes vial en la Ciudad de Buenos Aires, estarían a tono con esos empleados porteños. Al margen de la prestación de los ex Guardia Urbana, el equipo tuvo una postura de yoga, meditó en el campo de juego. El mapa de calor, una palabra que ya no queremos leer, ni escuchar y mucho menos sentir, seguramente indicaría que el Bohemio estuvo más tiempo en terreno propio que en ajeno. Deportivo Maipú manejó a piacere la redonda, tuvo más situaciones de riesgo y si tenía HD en las gambas de sus delanteros el resultado para el elenco mendocino prodía haber sido más abultado.

Igual, la jugada más peligrosa del primer tiempo fue la que tuvo Nicolás Medina. Aún no comprendo como no fue gol, ya pasaron muchas horas y todavía no me cabe en el balero que no la metió el “7” bohemio. Ni la inteligencia de Einstein podría aclarar lo que pasó. Hasta Sherlock Holmes se hubiera jubilado intentado descubrir que sucedió en esa área. Como un sueño borroso recuerdo que se mandó un centro al corazón de la defensa mendocina. Uno de ellos no pudo despejarla, se la sirvió como si fuera una habilitación al mencionado Medina. El arco lo tenía a su merced, era gol en todas partes, menos en el pie del delantero que la tiró afuera. Es más fácil traducir un texto en hebreo que transcribir está chance que perdió el atacante de Villa Crespo. 

Deportivo Maipú tuvo un pack de jugadas de gol. Remates de media distancia, centros que sobrevolaron el área visitante y en el final de la etapa inicial cuando Sumavil tapó una bola de fuego volando al ángulo izquierdo de su portería, llegó el penal de Franco Camargo que metió la mano en un lugar inoportuno. La discusión no es lo sancionado sino permitir que “El Botellero” te llegue tan fácil a tu propia área. Esa postal se repitió seguida en el primer tiempo, entre un Atlanta alejando del campo rival, enemistado con el balón y con un elenco local que al ritmo del viejito piola de Rubens Sambueza movió las influencias para acercarse a las barbas de Sumavil, que igual se afeita todos los días. El propio Rubens cambió por gol el penal y Deportivo Maipú se fue al descanso con la ración justa en el resultado. 

Después del penoso, triste y monótono primer tiempo jugado por Atlanta, Giganti se sintió en la obligación moral de hacer algún cambio. Por suerte o por desgracia aún no se habilitó la chance de hacer más de 5 modificaciones. Menos mal que las variantes son limitadas, porque si fuera como en otros deportes, habrían salido una parda de jugadores y dudo que la mayoría volvíera en el complemento. El único retoque fue en la delantera. Salió Diego Becker, que a tono con el equipo cada partido juega peor. Su lugar lo ocupó Mouche, ya estacionándolo definitivamente a Medina por la extrema derecha y al delantero surgido de Boca lo recostaron a la izquierda. Igual el elenco bohemio siguió acostado, con el pijama y el gorrito pompon puestos y con el osito preferido abrazado en el medio del pecho. Deportivo Maipú perdió la estabilidad del balón, ya la pelota pasó hacer propiedad del conjunto visitante, aunque a esta flamante adquisición no tenía mucha idea como usarla, como cuando comprás un nuevo electrodoméstico y necesitás leer el manual de las instrucciones para poder ponerlo en marcha. El problema que hace rato que Atlanta no se acuerda donde guardó ese instructivo.

Los otros manotazos que metió en el equipo el DT bohemio fueron los siguientes: Nicolás Mazzola entró por Dramisino, quitando un volante y sumando un delantero. Un ratito más tarde vinieron en dueto los ingresos de Bogado y Vedoya. El primero reemplazó a Marín para que se pare en el centro de cómputos de la mitad de cancha, y el autor del empate ante Dálmine fue moneda de cambio por Nicolás Medina. La última ventana se dio con la aparición con vida de Juan Pablo Krilanovich por Lucas Ríos que no fue ni una laguna. Esta metamorfosis que sufrió el elenco de Villa Crespo permitió sumar más delanteros y quitar volantes. A Galeano como si lo pusieran en penitencia lo mandaron a jugar al lado del “5”, eso lo aleja de la zona de influencia y lo llena de compromisos que atentan contra su juego. Es cierto, que ante Dálmine esa acumulación de delanteros y la reducción de personal en la mitad de cancha le dio sus frutos, pero la excepción nunca puede transformarse en regla.

En esos últimos 45 minutos que Atlanta tenía el esférico por necesidad más que por convicción solo generó dos jugadas de gol. La primera nació sin querer queriendo, ya que fue un centro de Bogado que casi se le mete al golero. Y la otra fue un imponente cabezazo de Mazzola que tapó el “1” de “El Botellero”. Demasiado poco para un conjunto que tiene oxidada la distribución de su juego. Si los volantes son el corazón de un equipo, urgentemente Giganti tiene que pedir un turno con un cardiólogo. Hay momentos que el elenco de Villa Crespo no late, no respira y su lugar en el mundo no sería en una cancha de fútbol sino en una habitación de unidad coronaria.

Reprobaron casi todos los jugadores. Los laterales son un karma, ninguno parece dar la talla. Se ninguneó el puesto del “5”, ya que se mantuvo a Marín en el plantel porque tenía contrato y ningún club le echó el ojo, y su volante central de repuesto es menos ultil que ponerse a vender trajes de baños en Bolivia. Los delanteros son como un vendedor de call center, prometen más de lo que el producto puede dar. En ese lote de menospreciar algunos puestos del campo de juego, también se le quitó valor al “9”. Se trajo a Mazzola que festeja más seguido Navidad que hacer un gol. Se apostó un pleno por el juvenil Ríos y se pensó que Olivera está listo para la Primera Nacional. Es lógico que con el chasco que se pegaron con Klusener, el que se quema con un “9” de experiencia ve a otro y llora. Pero a este plantel le faltaron especialistas en roles fundamentales del equipo. De todos modos ya estamos en el baile, no hay que quejarnos que nuestra pareja tiene los pies chuecos y llenos de juanetes, como sea hay que tratar de no desentonar en la pista. 

En la noche de Los Oscar, Atlanta no gana ni el Don Segundo Sombra. Ya es tiempo de ir mejorando el libro, el vestuario, el maquillaje y el montaje para las futuras filmaciones. La próxima toma será en nuestro estudio de Villa Crespo ante otro elenco mendocino, Independiente Rivadavia. Esperemos no errarle, porque por ahí escuchamos que enfrentamos a La Lepra y preparamos el partido como si jugaramos contra Newell’s. Ojalá que los estrenos que se vienen en la pantalla grande del Bohemio sean un éxito rotundo, que logren récord de espectadores y sea aclamada por la crítica, a pesar que ya vimos la cola y no nos genera demasiadas expectativa.