Se viene un clásico con historia
¿Qué tiene de “especial” un Estudiantes – Almaro o Almagro – Estudiantes? ¿Por qué es diferente a los clásicos de primera división? Inhóspitos jugadores para el mundo del fútbol devenidos en ídolos eternos de sus instituciones. La rivalidad barrial en su máxima expresión. Corría el año 89 y lo único que me interesaba con mis diez años era volver del colegio e ir a jugar al fútbol: a la vereda, a la calle o en el recordado club Patria, en el corazón de
José Ingenieros. Sí, éramos (la familia Munuain) lo que algunos vecinos nos llamaban “la oveja negra”. En realidad, y para ayudarlos a encontrar una mejor definición, tendríamos que haber sido “la oveja negra y blanca…”.
En un barrio identificado claramente con Almagro, nos criamos con mi hermano, Diego, entre rivalidad en todos los ámbitos, incluyendo en nuestro club de baby fútbol, Villa Reconquista, de Ciudadela. Pero ojo, hay que aclararlo de entrada: era rivalidad, pero con respeto y códigos. Por eso, a los 42 años puedo darme el lujo de seguir considerando a Martín Chacha como mi mejor amigo. En ese entonces, perder un clásico significaba pagar la apuesta
de una bolsa de palitos para ser deleitada en el mástil del colegio Padre Agustín Nores, que se encuentra en el barrio de Villa Devoto, donde su alumnado estaba dividido entre ambos clubes de 3 de Febrero. Quizás por todos estos motivos hay un clásico que aún recuerdo. Y no por lo
deportivo porque no hay dudas que hubo encuentros muchos más importes, trascendentes e históricos. Pero a días de jugarse nuevamente el clásico mi cabeza viaja al 23 de diciembre de 1989. Esa tarde, el equipo dirigido por Pedro Mastromauro visitó a Almagro, de Don Ricardo Trigilli (hablando de paradojas el técnico más ganador en la historia Pincha siendo DT de los Tricolores). Y a pesar de ir perdiendo 1 a 0 por gol de Balmaceda, lo dimos vuelta: primero “El Negro” June y luego, Daniel Capello, justamente quien había llegado a Caseros en esa temporada tras haber sido dejado libre en Almagro. ¿Venganza? Seguro que sí, porque aún retumba en mis oídos a la gente de Estudiantes gritar el “Capello los cag…, Capello los cag…”.
Pero eso no fue todo. Ese día vi, por primera vez, ganar a Estudiantes en la casa del rival eterno. Y para no olvidarme se dio un hecho impensado para nuestras épocas donde la rivalidad se mide en violencia e intolerancia ante la presencia del otro (o sea, ante nuestro vecino, pariente, amigo, porque todos conocemos a un hincha de Almagro y viceversa). ¿Y qué fue lo que me marcó de ese Clásico? Claro, creerlo o no, ese día mi papá, “El Vasco”,
me llevó a la platea de Almagro junto a un puñado de no más de tres o cuatro dirigentes del Pincha. ¿Gritamos los goles? Claro que sí, y lo más lindo y placentero fue gritar el tanto de Capello y mirar a los ojos la cara de resignación de nuestros compañeros de butacas que no paraban de putear al rubio de rulos que los “estaba traicionando”. Pero a nosotros ni siquiera nos cruzaban una mirada, aunque me moría de ganas que pasara eso para que vean la sonrisa gigante que tenía. Es verdad, el fútbol de hoy ya no es el mismo. Si ni siquiera podemos vivir un Clásico entre ambas parcialidades. Lejos quedaron las peregrinaciones que años más tarde empecé a hacer desde Caseros a José Ingenieros, cruzando por el medio del campo de golf al grito de “llegan los borrachos del tablón”. Y ni que hablar, en la adolescencia, esperar que el Clásico terminara para juntarme con mi amigo Chacha y dejar de lado la bolsita de palitos para comer una grande de muzzarella con una cervecita bien fría. Uno alegre; el otro triste. Pero narrando el partido que acabábamos de ver horas antes y terminando la noche con un abrazo de amistad.
Eso es el Clásico de Tres de Febrero. No es un partido más. Es el más esperado e importante del torneo. Ganar significa ser “los dueños del barrio”; perder, refugiarse en la casa y esperar que pase lo más rápido posible la semana. ¡Por eso el sábado 30 de abril, a las 15:30 hs y siendo uno de los privilegiados que estará presente en la popular visitante, sólo pediré un triunfo para que sea recordado por mis hijos, Renata y Martiniano, como su primera victoria en la casa de los vecinos… ah y para que se lo recuerden a Luquita, el hijo de Chacha!!!
Por Mariano Leonel Munuain, Abogado – Periodista, pero antes de todo eso, hincha de Estudiantes
Foto: June, Claudio López y Capello, tres protagonistas de mi clásico más recordado. Agradecimiento: Ariel “Pipi” Marcheletta por las estadísticas y “Gallego” López por la foto.
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