Todavía lo veo al arquero de ellos revolcándose en el piso con el mismo dolor que provoca ser impactado por un Chaski Boom. Aún la retina de mis ojos sigue observando en el suelo a uno de sus zagueros centrales que pareciera estar moribundo, y por el tiempo que transcurrió desde que cayó en su propia área, en lugar de que ingresen los médicos del club para atenderlo debía entrar al campo de juego algún forense.No es ni una excusa ni una razón que explique este empate 1 a 1 entre Atlanta y Chacarita, pero desde que se subieron al micro cuando dejaron la concentración que vienen haciendo tiempo. Para el próximo aniversario de su fundación le vamos a regalar un reloj de arena.
Se editó un nuevo clásico de Villa Crespo, la versión 137, que tuvo muy poco fútbol, en el que no hubo expulsados y en las tribunas no se registraron incidentes, por ende dudamos que haya sido el derby entre Atlanta y Chacarita, tememos que nos haya metido una fake news y el partido entre estos dos colosos del ascenso nunca existió. Es imposible que en un duelo entre el Bohemio y el Funebrero no hayan rajado a un solo jugador, si esto no fue un lawfare yo ya no entiendo nada. Lo único real es el que dueño de casa sigue sin imponerse en su reducto ante su eterno rival. La última vez que lo hizo había mucha inflación en el país, el dólar estaba indomable, el presidente tenía bigotes y la selección Argentina de fútbol contaba con el mejor jugador del mundo…
Lo más lindo del encuentro no se dio en los 90 minutos de (poco) juego, sino en la previa, ya con los equipos en el campo de juego. Se recordó al gran Luis Marabotto, de los pocos hombres queridos por ambas instituciones que este 31 de mayo partió para jugar en el equipo del Barba. Ambos planteles posaron juntos con una bandera que decía: “Lucho Marabotto presente”El recordado defensor jugó 55 partidos en el conjunto de Villa Crespo y logró el ascenso a la B Nacional en 1995. Fue DT también de nuestro club y aunque todos sabíamos del amor de Lucho por el Funebrero, se hizo querer y respetar de este lado del mostrador.
Llegó el partido que todos los hinchas Bohemios deseaban desde que se inició el campeonato, que por el desempeño que tuvo el equipo en el torneo era el único aliciente que quedaba, el último bastión que había, se debía gambetear el descenso y vencer al ex vecino, el que se mandó a mudar a San Martín en la década del 40 por moroso incobrable. Por la fecha 28 de la pesada Primera Nacional Atlanta se medía ante el Funebrero para sepultar los 38 años sin ganar en Villa Crespo. La última vez fue en el Metropolitano del 84, en el último duelo que los enfrentó en la máxima categoría. Ese partido se disputó dos días después de que arrancó la primavera de ese año. Atlanta floreció para derrotar a su archirrival 1 a 0 con gol de tiro libre de Osvaldo Mazo, y de ahí en más no se volvió a ganar en el Gran León. Fueron 14 partidos sin registrar una victoria (6 derrotas y 8 empates) Habrá que seguir esperando para cortar con el maleficio, el mismo que nos estancó en el laberinto del ascenso y que no nos permite encontrar la salida, aunque no hay conjuro en el mundo que pueda quebrar el amor que los hinchas sienten por este club.
Mauricio Giganti hizo una sola modificación con respecto al equipo que le había ganado a Brown de Adrogué la jornada anterior. Franco Perinciolo ingresó por Martín García, buscando más salida por el lateral zurdo, ya que el de nombre de isla es un zaguero central, que jugó en sus antiguos clubes allí pero le cuesta ser pulsante cuando va al ataque, cualquier parecido con el que lo reemplazó es pura coincidencia. Viendo el desempeño de Perinciolo uno duda si el DT lo pone convencido o apostó con sus amigos que en el clásico le iba a otorgar la titularidad. El que se recuperó de la lesión y fue guardado como un tesoro en el banco de los suplentes fue Juan Daniel Galeano, y el que ya no estará más porque partirá a la segunda división de Grecia fue Fabricio Pedrozo, jugador muy querido por el hincha aunque ya su ciclo en el bohemia había caducado, necesitaba tanto él como los hinchas otro aire. En definitiva estos fueron los 11 jugadores seleccionados por el míster para agrandarse ante Chacarita: “Pancho” Rago bajo los tres palo.
Matías Molina, Alán Pérez, que cumplió 100 partidos en el club, Rodrigo Colombo y el ya marcado Franco Perinciolo se agruparon en los fondos buitres. La mitad de cancha se la repartieron Alejo Dramisino y Federico Marín. En la tripulación ofensiva se posicionó a la derecha la nueva joyita de Celina, Nicolás Medina. A la izquierda se estacionó Juan Bisanz, también un jugador fatto in casa, y en el medio de ellos dos flotó Evelio Cardozo. Como “9” algunos me cuentan que jugó Matías Donato. El entrenador sigue apostando al 4-2-3-1 tanto de local como de visitante.
El primer tiempo se jugó más como quiso Atlanta, fue un poco más el dueño de casa, pero sigue teniendo urticaria con el gol, se llevan para la mona, como perro y gato. Si estuvieran casados ya estarían tramitando el divorcio, creo que el gol le habría metido los cuernos, sería una escandalosa separación, de un lado estaría como abogado Burlando y del otro Rosenfeld.La situación de mayor peligro nació después de una pelota detenida que le quedó en los pies al hombre centenario, Alán Pérez, pero falló a la hora de los confites. Definió al cuerpo del arquero Losas, que no es ningún plato, aunque algunas intervenciones pueden dar mucha risa. También pudo mojar en el amanecer del partido el melli Bisanz, pero ninguna jugada de riesgo era para tirar fuegos de artificios, los mismos que recibieron al equipo cuando pisaron el césped del Kolbowski.El mejor de esos 45 minutos iniciales fue Evelio Cardozo, manejó la batuta, pero cuando se ponía de frente manteca no tenía compañía. Su nivel sería premium si los laterales se mostrarán, sobre todo el que juega por izquierda, una zona del campo que por momentos está renga. Para el puesto de extremo no hay ninguno que sea una fija. Pedrozo hasta su partida diambulaba por ahí sin tener claridad. Bisanz lo hace ahora y se siente incómodo como el fiscal Luciani con la verdad. Tampoco Marcioni, que no está para ser titular, siente que ese sector sea su lugar en el mundo. Si encima tu lateral no se proyecta por ese costado, el equipo tiene anulada la mano izquierda.
Para el segundo tiempo Giganti decidió no realizar cambios, mantuvo los mismos jugadores, y como ante Defensores de Belgrano, el último juego en casa, después de un correcto primer tiempo, en el complemento la visita le robó el esférico. Empezó a manejarle la pelota, sin generar demasiado ruido pesado en el área de Rago, pero Atlanta y el balón ya no tenían la misma relación. Antes de que llegue abrir la cuenta el Funebrero, el Bohemio se despachó con una tira de tres cambios. Iban a realizarse dos, pero la lesión de Pérez provocó un tridente de modificaciones. El mencionado defensor salió tocado y en su lugar entró Martín García. Julián Marcioni reemplazó al pibe Medina y Juan Daniel Galeano retornó al equipo en lugar de Evelio Cardozo. Por esta última variante podrían haber metido en cana al DT. No es un delito que quiera poner a Galeano más allá de sus cuestiones físicas, sino que la flagancia se da en sacar al “10” que estaba jugando bien, al menos aún tenía hilo en el carretel para seguir. En un partido cerrado, clásico, que tú figura está entre algodones, no quites al de mejor pie, al contrario juntalos a los dos para que una pata ayude a la otra. Innentedible decisión, porque JDG podría haber ingresado por Medina y correr a Bisanz a su sector fetiche, el derecho, reubicar a Cardozo en la izquierda y que ambas almas estén unidas por Galeano. De todos modos, detrás de un teclado, sentado en una platea, todo es más fácil.
A los 22 minutos del complemento llegó el gol de Chacarita. La jugada se concretó desde un tiro de esquina, la pelota le quedó para la volea al experimentado Abel Masuero, lo marcaba Colombo con toda la intención de robarle la camiseta, pero el ex defensor de Gimnasia y Esgrima La Plata metió una volea tremenda que se le coló en el palo izquierdo a Rago, que la quiso sacar pero la bola ya había pasado la línea de sentencia. Gol sin discusión por más que el arquero y capitán bohemio juraba hasta por sus futuros nietos que no había ingresado por completo. Legítimo tanto el marcado por la visita, que con poco pasó por la caja registradora y facturó el gol que le estaba dando una nueva victoria en el clásico de Villa Crespo.
Giganti después del grito sagrado entonado por el Funebrero mandó a la cancha a Klusener y quitó a Donato. 9 x 9, daría 81, pero esto no es matemática, es el cambio de centro delantero por centro delantero que diseñó el DT, una variante que se caí de maduro, o de Chávez o del mandatario que usted elija. Pero tampoco la solución estuvo en el ex goleador de Talleres. No solo las dificultades son de quién juega como terminador de las jugadas sino de quién inicia y profundiza cada jugada. Cuesta generar situaciones de peligro, el equipo tiene poca fluidez de pases, le falta ser ancho como las caderas de Jorge Porcel. Además, poner mano a mano a uno de los nuestros contra el arquero rival es más difícil que ver a Vivana Canosa en una marcha por los derechos humanos.
Cuando al partido le quedaban 8 minutos para el cierre llegó la parda para Atlanta. De una pelota quieta, se envió el esférico al corazón del área y el defensor Federico Rosso, que hacía un instante había ingresado en la visita, lo tomó a Martín García de la camiseta, no lo dejó ir a la pelota, fue tan evidente que hasta William Boo te lo cobraba. Penal sancionado por el colegiado y la esperanza renacía en Villa Crespo. Con la jerarquía y la tranquilidad de la sabiduría Galeano cambió por gol el tiro de gracia desde los doce pasos y desde la tribuna se empujó al equipo a buscar la victoria. No llegó. Casi que no hubo situaciones. Fue más buena voluntad que otra cuestión. Ellos aprovecharon para gastar los últimos minutos arrojándose al piso, haciendo creer que necesitaban la visita de un curandero más que de un médico. “Hacen” tiempo que no le ganamos en Villa Crespo, pero tengo miedo que cuando se vuelva abrir el estadio, tanto Parra, como Losas o Fredes sigan tirados en el campo de juego.
El mejor del equipo fue Dramisino por su ímpetu, por su empuje, por su corazón. ¿Estamos seguros que tiene dos pulmones? No tendrá una media docena y nadie lo sabía. El otro destacado fue Cardozo, una pena que lo quitaron del campo antes de tiempo. Es discontinuo y lagunero, pero de los volantes es el más original para el departamento creativo. También, hubo buenos aportes de Bisanz y de Medina, pero ninguno completo todo el formulario, en un partido discreto protagonizado por dos equipos de muy bajas calorías, faltó el postre.
No “C” festejan los empates, siempre los clásicos se hicieron para ganarlos, y esa cuenta pendiente más temprano que tarde en el León Kolbowski se saldará. Ahora hay que enfocar los cañones en mantener la categoría, fíjense que Santamarína que parecía tener el boleto picado abandonó el último lugar y da pelea con sus refuerzos, algo que de este lado de la mecha faltó copiar. La próxima jornada hay que sumar, será en Puerto Madryn ante Guillermo Brown, a esta altura no se si hay que llevar a un preparador físico, a un entrenador de arqueros, a un asistente de vídeo o a un instructor de ballenas.
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