E un giorno tristísimo… Se terminó el año futbolístico, con la última deshonra de no haber podido clasificar a la Copa Argentina El Bohemio ya no juega por nada. Se acabaron todos los objetivos, los que se supone que fueron planificados a comienzo de año quedaron pisoteados por completo. Rápidamente no se le pudo seguir el tren a Belgrano, tampoco arrimar el bochín al fatídico número 13 de la tabla de posiciones.
Al menos queda el premio consuelo de seguir en la categoría telonera de la Primera División, esa que en un momento de la temporada se había puesto heavy re jodido. Seguramente habrá que agradecerle a quienes manejan el fútbol de Atlanta por semejante epopeya, aunque cuando se armó el plantel y se establecieron las prioridades en el campeonato ni a palos la idea era pelear por evitar el descenso. Fue un año frustrante por donde se lo mire, con muchas obras realizadas en el club para sacarse el sombrero, pero con muchas pifias en materia futbolística que nos hacen dejar puesta la galera en nuestras cabezas.
Por la fecha 36, del torneo agotado de la Primera Nacional, Atlanta visitaba la Isla Maciel para medirse ante San Telmo con la última carta que le quedaba en el mazo para jugar la Copa Argentina de 2023. El problema que el elenco de Giganti salió a disputar está mano con naipes españoles y la partida era de poker. Fue derrota 1 a 0 que cortó una racha de 4 triunfos en fila y acabó con las espectativas de esta (pésima) temporada. En un duelo que tiene su historia y que arrancó allá por la década del 70 ambos jugando en Primera División, es la segunda vez que El Bohemio pierde en la Isla, la única derrota data de hace 20 años, 2 a 1 en la B Metro. Luego, hubo otros juegos en los que San Telmo hizo de local en diferentes estadios, pero eso queda archivado en el museo de las estadísticas.
Para la penúltima fecha ante el “Candombero” Giganti alineó a esta comparsa de jugadores: Rago fue con su tambor al arco. El traje colorido de la defensa se lo pusieron Molina, Pérez, Colombo y Perinciolo. En el medio del baile estuvieron Dramisino y González. En el ataque la cuerda de tambores la movieron por derecha Marcioni, por izquierda Ríos y en el medio el repique lo entregó Cardozo. Adelante de ellos estuvo la madera de Klusener. Ojo que nadie se confunda, La Madera es el nombre con el cual se conoce a la clave rítmica del Candombe. En definitiva por nombres y esquema Atlanta repitió el equipo que le ganó a Chaco For Ever la fecha pasada, pero no alcanzó con eso para tener el mismo ritmo del último partido jugado en el velódromo de Villa Crespo.
El primer tiempo volvió a mostrar como una suerte de radiografía los problemas que tiene el elenco de Giganti con la pelota en los pies. No es patrimonio exclusivo de este DT está falencia que ya es una patología crónica, una enfermedad inmunológica que no se cura con ninguna píldora mágica. Ante el conjunto de Fabián Lisa, que preferimos obviar su etapa como entrenador bohemio (igual hubo peores en la historia de este club) Atlanta tuvo exceso de esférico y escasa situaciones de peligro. Un remate de Ríos fuera del área en el amanecer del juego, otro tiro de gracia de Marcioni en el último cuarto de hora y un cabezazo de Molina aprovechando el centro del pibito Ríos. Muy poco por el tiempo que tuvo la bola el equipo visitante. También Klusener tuvo su clásica posibilidad de meterla para errarla con todos los honores, pero luego de desperdiciarla se la anularon por posición adelantada. Ellos con muy poco llegaron al gol por un desacople defensivo del Bohemio.
Iban 17 minutos cuando Jonatan Cañete se desprendió por la banda ancha derecha de la defensa de Atlanta, faltó en ese hueco Matías Molina que aún no había regresado. Allí se filtró el jugador Candombero, intentó ponerle una cautelar con su marca Alán Pérez, pero justo a tiempo asistió a Santiago Nagüel. Colombo cubrió la posición de su compañero de zaga, Maxi González bajó hasta el área pero llegó tarde, porque cuando defendes a diferencia de atacar, es mejor estar que llegar. Entonces el “5” bohemio derribó sin escusas al delantero de San Telmo. El mismo futbolista al que le cometieron el penal haría justicia por mano propia (o por pie propio) y anotaría desde los 12 pasos con un remate de derecha, al palo opuesto que seleccionó Rago. Uno a cero abajo y arremar contra la corriente.
Después de un primer tiempo que pudo haberse ido en tablas, Atlanta perdió la brújula en el complemento, no pudo prender el GPS, no encontró un mapa que lo oriente, no tenía una guía filcar que le dé una mano y quedó varado en la Isla Maciel. San Telmo con sus recursos humanos tuvo no menos de 3 chances de gol para aumentar el resultado. Rago respondió cada vez que lo llamaron. Zurbriggen, un apellido difícil de pronunciar sin repetir y soplar, contó con las más claras para el dueño de casa. Pero el equipo de Giganti jugó un segundo tiempo a la deriva, volvió a no meter cambios para arrancar la etapa final y las variantes que realizó sirvieron lo mismo que abanicar a un cadáver.
El primer cambio llegó en formato de binomio cuando al segundo tiempo se le iba el primer cuarto de hora. Matías Donato entró por Gonzalo Klusener y el venezolano Daniel Saggiomo ingresó por Evelio Cardozo. Afuera el 9 y el 10 del equipo, todo un síntoma de lo mal que se estaba jugando. El 9 ya está juntando los bartulos y su estadía en el Bohemio es cosa juzgada. Por su rendimiento en el año lo están desalojando más que no renovando el contrato. Y el 10 es el que rompe el molde en el equipo, pero si sus compañeros no le hacen la segunda (o la tercera o la cuarta) es muy difícil que sus buenas voluntades sean rentables.Las otras variantes se dieron por la lesión de Dramisino que fue reemplazado por Juan Bisanz, con lo que quitó a un volante y puso a otro delantero. La última ventana de cambios se dio con el ingreso de Marín en lugar de González, aquí nada se modificó, y Medina entró por Ríos, otro retoque posición por posición. A pesar de la metamorfosis que quiso imponer el DT todo siguió igual, salvo un remate de Donato que se fue a cualquier parte, le costó enhebrar jugadas de gol al elenco de Villa Crespo, que fue una isla desierta de fútbol en su partido ante San Telmo.
En un fin de semana de elecciones presidenciales, Atlanta estuvo lejos de votar, le costó llegar al cuarto oscuro, no supo cómo meter el sobre en la urna y los guarismos que obtuvo fueron más bajos que la taza de natalidad del Vaticano. Ojalá que aprendamos de los errores, pero uno teme que tropecemos por enésima vez con la misma piedra. Ahora Siamo fuori della copa (Argentina) Pero antes habíamos quedado al margen de cualquier aspiración por volver a Primera. Frente a San Telmo fue un resumen de la campaña de este año. Un equipo de edición limitada en la elaboración del juego, que en la caja de herramientas le sobran tornillos y le faltan pinzas y martillos. Además, no se le destacó (casi) ningún refuerzo que llegó esta temporada, y el rival capitalizó lo poco que generó en el momento que sacó la luz de ventaja.
La próxima fecha, la última del campeonato, será en casa ante Gimnasia de Mendoza; que si gana se asegura ser el 3ro en discordia, una posición con privilegios pensando en el reducido por el segundo ascenso. Ojalá que Atlanta este a la altura de los acontecimientos y le regale un triunfo a toda su gente, que fue más cascoteada que los sueldos con la inflación. El tema que en el fútbol a diferencia de varios rubros no hay un sindicato que los defienda, es cierto que tiene a sus líderes con los bolsillos llenos, pero más de uno de esos gremios van al hueso por los laburantes. Aquí el simpatizante espera que en el 2023 las paritarias futbolísticas jueguen una vez para el pueblo bohemio.
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