
Algunos coleccionan autitos, soldaditos, estampillas o monedas, Atlanta tiene el hobby de acumular derrotas, ya tiene 11 en el torneo y aún queda hilo en el carretel para seguir alimentando este masoquismo que tiene de perder los partidos que disputa. En cualquier momento alguno arma un club de fans celebrando está campaña horrorosa.
En Puerto Madryn se proyectó un nuevo capítulo bochornoso de Atlanta, que sigue decepcionando a grandes y chicos. Esta vez perdió 1 a 0 contra un equipo que tiene nombre y apellido como Guillermo Brown, si se presenta uno llamado Pablo Gómez o Esteban Giménez también le ganan al Bohemio. Le digo más, si en la cancha en lugar de jugadores habían ballenas póngale la firma que triunfaban los cetáceos.
El presente del elenco de Giganti es muy preocupante, aún se mantiene fuera de los dos puestos de game over en la tabla de posiciones, pero se le vienen rivales directos en esa pelea bizarra por evitar el descenso. Si no cosecha victorias ante Rafaela y Santamarína las puertas del infierno se le abrirán al Bohemio, yo por las dudas voy buscando algún cerrajero de confianza.
Por la fecha 29 del somnífero torneo de la Primera Nacional Atlanta visitaba por segunda vez en el año Puerto Madryn (ya había perdido 4 a 1 en el mes de abril ante Deportivo Madryn en el exitoso ciclo de Erviti) Se necesitaba sumar para darle sentido al empate en el clásico frente al Funebrero y así seguir gambeteando la oscuridad de los puestos del descenso, pero el equipo volvió a defraudar y ya más de uno está pensando en comprar velas por si se corta definitivamente la luz.
Giganti para este partido tenía la baja por acumulación de tarjetas de Perinciolo y de Alán Pérez, este último además estaba lesionado. También, no podía contar con Galeano, quién lamentablemente sufrió el fallecimiento de su suegro. Por eso el DT bohemio armó este equipo, sorprendiendo en la zona izquierda de la defensa, ya que recicló para la zaga central a Martín López, que es más inseguro que caminar con ropa de la selección argentina por alguna Favela brasileña. Y en el lateral zurdo optó por Gabriel Carrasco, que si de “4” está flojo de papeles, imagínese jugando de “3”.
En algún momento pensamos que era un error de tipeo, que no podía ser real la elección de estos hombres, que debía ser un chiste de mal gusto, un meme de algún gracioso, pero la noticia era posta, no había nada de ciencia ficción en tamaña decisión.En definitiva, estos fueron los 11 apellidos elegidos por el entrenador: Rago en el arco. Molina, Colombo, López y Carrasco en el fondo. En el mediocampo volvió a jugar desde el arranque Maxi González junto a Dramisino. Por la extrema derecha se movió Nicolás Medina, suelto jugó Evelio Cardozo y a su izquierda actuó Juan Bisanz. De “9” anduvo Donato. Otra vez 4-2-3-1 fue el numerito seleccionado por el míster.
El primer tiempo fue más aburrido que escuchar un partido de bowling por radio, no pasaba naranja, ninguno generaba una jugada de peligro. Atlanta había arrancado a 220 por intermedio del superpibe Nicolás Medina, que al toque ya le habían cometido falta, una infracción que lo iba a limitar, a tal punto que no pudo salir a jugar el segundo tiempo. Pero en una discreta y monótona etapa inicial, el dueño de casa pudo pasar por ventanilla y facturar. Hasta en los partidos insulsos que no se generan situaciones de riesgo, a este equipo bohemio le anotan goles.La jugada como no podía ser de otra manera la gestaron por la izquierda del elenco visitante, se juntaron los González porque esa es la ley primera. Rodrigo González armó un surco por la banda ancha derecha de su ataque, descargó justo a tiempo dentro del área con el otro González, Sergio, que definió sin preámbulos para estampar el único gol del doparti.
Carrasco y López, los defensores improvisados del conjunto porteño, fueron los invitados de honores en ese tanto, vieron en primer plano como le anotaban al equipo, pero la culpa no es de los chanchitos sino del que le da de comer. Otra vez jugando de visitante hubo mala praxis en el armó de los 11 titulares, ya pasó con otros entrenadores, y una ya duda de quién da las órdenes para cometer semejantes errores.
Como ya mencionamos en el párrafo anterior, para el segundo tiempo salió el intrépido Medina, tocado por la infracción en el amanecer del encuentro. Su reemplazante fue Julián Marcioni, que se ubicó a la izquierda y Juan Bisanz se mudó a la derecha, pero ni siquiera jugando en su sector fetiche el melli pudo rendir, fue opaco y triste el partido que tuvo, como la mayoría de sus compañeros.Atlanta padeció todo el complemento, fue repetitivo cuando avanzaba a campo enemigo y dejaba grietas abiertas en la zona defensiva. Guillermo Brown con poco inquietó al Bohemio, que si tenía sintonía fina en los últimos metros habría líquidado el pleito.
Giganti movió el banco, agotó todas las variantes, pero el destino ya estaba sentenciado. Salvo la última modificación, todos los cambios fueron puesto por puesto, figurita por figurita, y así es muy difícil llenar el álbum. Klusener ingresó por Donato y el nene Lucas Ríos por Bisanz. En la otra ventana de recambio el venezolano Saggiomo entró por Cardozo, que alternó buenas y malas, fue el único que a cuenta gotas intentó romper el molde. La última variante fue la de Patricio Pérez por Martín López, recién allí se produjo una modificación un toque más arriesgada.
Atlanta en los 90 minutos tuvo solo dos jugadas de peligro. Se armaron recién en la adultez del partido, muy poco para un equipo que sigue naufragando a la deriva. La primera nítida fue a los 33 minutos del complemento. Una buena jugada de Saggiomo y una definición de Marcioni que controló el experimento arquero Martín Perafán. La otra acción de gracia se originó a 5 minutos del final, media vuelta de Klusener y otra vez el portero de Guillermo Brown se revolcó en el piso para detener el disparo. Más allá de estos coqueteos con el gol, la victoria del dueño de casa no merece discusión. El Bohemio volvió a jugar mal, no puede pretender que en todos los partidos exista un Federico Rosso en la defensa rival.
¡La Madryn qué lo parió! Con esta derrota Atlanta no puede soltarse de los puestos del sótano, el peligro del descenso sigue latente. Por ahora los que pierden la categoría son Santamarína y Sacachispas con 24 unidades, el Bohemio tiene 30 y aún debe quedar libre. El problema no es sólo numérico, sino futbolístico. Carece de juego asociado, no prevalece en el uno contra uno, para ver un gol debe viajar a alguna concesionaria de Alemania y tiene menos defensa que Sacco y Vanzetti. Los próximos dos compromisos son vitales. El lunes 22 del corriente mes recibe a Atlético de Rafaela que tiene 26 puntos. Y luego visitará Tandil para medirse ante Santamarína, otro rival directo en la pelea morbosa por evitar perder la categoría. Ya no hay más margen de error ni de improvisación, estamos arriba de la montaña rusa, habrá que ajustarse el cinturón y empezar a rezar, ojalá que no terminemos como el Italpark.
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