Todavía retumba el silencio atroz en el gol del empate del melli Bisanz, como si alguien hubiera agarrado el control remoto y habría apretado el botón de mute. Después de un primer tiempo que no podíamos sintonizar ningún canal, en el que arrasó en el primer time el Funebrero, se jugó un segundo tiempo diferente, le rompimos el rating en su propio estudio de grabación. Con entrega, sacrificio y corazón le igualamos el minuto a minuto a ellos, que ya habían tirado fuegos de artificio de manera adelantada para celebrar el triunfo. Ya está escrito en los mandamientos: no festejarás la victoria antes de tiempo. Parece que la cohetería fue al minuto 69, tal vez era un homenaje camuflado a los campeones de ese año. Nosotros deberíamos hacer lo mismo con el título de la Copa Suecia, el problema es si tiramos los fuegos artificiales en el minuto 58 o en el 60.
Por la fecha 9 de la zona B de la Primera Nacional, se jugó el clásico de Villa Crespo número 138 en la historia de Atlanta y ChaCarita. Con 102 ediciones disputadas en la máxima categoría, se volvieron a ver las caras en San Martín, donde se mudó el Funebrero hace más de 75 años abandonando sus raíces. La última vez que se habían enfrentado en Villa Maipú ganó El Bohemio 1 a 0 con gol de Colombini y jugando gran parte del derbi con 9 jugadores. Parece una cargada de mal gusto por parte de la AFA programar este partido en la jornada 9. Menos mal que nadie se dio cuenta de semejante humillación. Desde aquí no estamos de acuerdo con ninguna provocación.
Para este clásico, Giganti resucitó a la línea de 5, la que usó en Chaco e ignoró la fecha pasada. Volver al quinteto en el fondo fue un error no forzado, se lo habrá aconsejado un enemigo, sino no se entiende. Capaz que algún amigo gracioso le mandó un audio de WhatsApp en tono jocoso y el DT lo tomó en serio y lo implementó. Tal vez Giganti recurrió a usar el ChatGPT para que lo oriente en el armado del equipo y la inteligencia artificial le indicó jugar con 5 atrás y el entrenador mandó ese pentagrama defensivo al campo de juego por culpa de la tecnología. Como sea, fue una pésima decisión.
Con respecto al último cotejo contra Mitre se realizaron 3 cambios, ya que Ián Rasso entró por Pinto (para jugar de otra cosa) E ingresaron los experimentados Mauro Bogado y Nicolás Mazzola por Marín y Ríos respectivamente. De este modo formamos con Sumavil en la valla. El pentágono de la retaguardia se armó con Camargo, Rasso, Aguirre, González y Dramisino que lo mudaron de costado. El triángulo del medio lo dibujaron Galeano, Bogado y Bisanz. El dueto de atacantes lo interpretaron Mouche y Mazzola, pero no les dio ni para cantar bajo la ducha. 5-3-2 fue la numerología seleccionada (y equivocada).
El primer tiempo de Atlanta fue de malo a muy malo, y creo que soy generoso en la calificación. Cero empatía con el balón, enemistado con las jugadas de gol y divorciado en la defensa. Cuando el dueño de casa se ordenó y el “5” y el “10” sentaron las bases y condiciones del partido, marcaron diferencias gigantes en el clásico. Perdomo y Blanco en esos 45 minutos iniciales se comieron la cancha y convidaron al resto de sus compañeros. Es probable que el gol llegó en un momento equilibrado del cotejo, pero siempre estaba la sensación que ellos eran superiores. Todo lo que le faltó al Bohemio, al Funebrero le brotaba. Se imponía en las áreas, algo que nosotros ni con la autorización de la Corte Suprema de Justicia podíamos lograr.
A los 28 minutos de esa etapa, anotó ChaCarita el primer gol del clásico. La empezó el “10”, se la tocó al “9”, Luciano Giménez, que se amacó por la extrema derecha de su ataque ante una defensa bohemia que yo temía que en algún momento lo invite al delantero con una copa de vino, con un café o con un juguito. El centroforward sacó el remate a portería donde encontró un roce en el guante de Sumavil y un desvío en el poste derecho del arco. El rebote le quedó al que había iniciado la maniobra ofensiva, Ricardo Blanco, que no se puso colorado y sin que nadie lo marque abrió el resultado. Atlanta decidió jugar con 5 atrás para que nadie defienda. Es como contratar a un abogado para que te represente en un juicio y el letrado no sabe ni mandar una carta documento, cree que se envía un sobre con tu DNI adentro.
Al equipo de Giganti cada vez que le hacen un gol hay que pedir un médico forense para que lo analice. La pelota en movimiento confunde a nuestros defensores, es como que un piloto de avión le tenga vértigo a las alturas. Por cierto, el elenco de Villa Crespo jugó 45 minutos iniciales sin siquiera poder carretear en la pista del Funebrero. Se enchastró cada vez que quería salir jugando desde atrás, ya que no tiene la materia prima para hacerlo. El único del medio que sobresalió fue Bisanz, el resto en ese primer tiempo estuvo recontra ausente. Arriba Mouche cada vez se afianza más, no de titular sino de panelista en la televisión. Y Mazzola tiene el gol vetado, bloqueado, abandonado. Ya ni jugadas de peligro genera. Igual, se sabía que su fuerte no era el grito sagrado, ahí desafina por completo. El error fue no haber traído uno más ducho en la materia. En definitiva Atlanta jugó un primer tiempo de costado, como que estaba mal perfilado en el partido. Le sobraba gente atrás y le faltaba más adelante. Lo mejor de esa primera mitad era el resultado, perder solo por un gol ante las situaciones que tuvo el local era un negocio redondo cómo vender barbijos en el 2020. Por suerte después llegó la vacuna de Bisanz y a otra cosa mariposa.
Para el segundo tiempo, Giganti debía hacer algo, modificar el esquema, ponerse una peluca o prender velas. Al parecer decidió lo primero, ya que salió con su pelada al viento y nadie llevó ni velitas de cumpleaños al estadio. La variante fue de nombre y de sistema. Afuera Rasso y adentro Vedoya. Quitó un defensor y puso un atacante. Y con ese ingreso además de pararse con 4 atrás, también trocó a los laterales. Dramisino fue a jugar a la derecha. En la izquierda se siente mareado como Barney Gómez en la taberna de Moe’s. Y al sector zurdo lo mudaron a Camargo, que allí no sólo no desentonó sino que fue participe necesario en el gol del empate. Vedoya se estacionó en la banda ancha zurda de la tripulación de adelante y Atlanta salió al complemento con su clásico 4-3-3.
El Bohemio cambió el chip para jugar el segundo tiempo del derbi. Se adelantó en el campo, Bogado se afirmó en el medio y empezó a ganar todos los duelos. Con la actuación que tuvo en la etapa final no puede abandonar ese puesto ni por la fórmula de la Coca Cola. Es cierto que al elenco visitante aún le faltaba generar situaciones de riesgo, una patología que ya pasó hacer crónica. Pero desde la actitud la historia era diferente. En tiempos de Pascuas, Atlanta ponía los huevos de chocolate en la cancha, le empezaba a dar rosca al rival y la resurrección se empezaba a notar.
Giganti siguió retocando el equipo en búsqueda de la parda. Lucas Ríos fue la otra moneda de cambio por Pablo Mush. Mejor lo escribimos en francés para darle más glamour, ya que sus actuaciones no se pueden escribir en ningún idioma. La clave de sol en el derbi estuvo con la salida de Perdomo, el “5” de ellos, que ya jugaba con una gorra de natación desde la primera mitad después de sufrir un involuntario cabezazo de Mazzola (lo más productivo que hizo desde que está en Atlanta) La pérdida de dicho futbolista complicó aún más al dueño de casa. Pero el conjunto de Villa Crespo, el que se quedó en el barrio, no podía generar jugadas de peligro. A pesar que ellos habían decidido, como marca el manual de estilo de Aníbal Biggeri (su DT) refugiarse más cerca de su arquero, llegaron a la zona de riesgo para mandar a liquidación el clásico, pero Sumavil en un par de oportunidades lo evitó con trabajo forzado.
A los 37 minutos de la etapa final llegó la igualdad. La inició el zaguero central Alán Aguirre, que intentó sin demasiada altura mandar la pelota al área. La cuchareó a la bola, pero con poca fuerza. El despeje de ellos fue malo, le quedó el esférico a Galeano, quien sin dudar filtró la redonda para la subida intimidatoria dentro de la hoguera rival de Camargo. El lateral zurdo envío un centro rasante y tajante ante la mirada incrédula de los defensores funebreros, que empezaron a sentir un escalofrío por todo el cuerpo. La bocha viajó un instante por el subterráneo del área para encontrarlo en el segundo palo a él, al mellizo Federico Bisanz, que con el arco desnutrido lo alimentó de gol y el clásico pasó a estar empatado. Silencio de hospital en el estadio. Ni los pájaros se animaron a cantar. Los gritos eran de los nuestros, de un pibe forjado en la cantera del club, que lograba marcar su primer gol profesional. Si te dan a elegir como anotar tu primer tanto, seguramente pique en punta el que logró el mellizo.
Se lo empató con “VaCelina”. Federico Bisanz se formó en la cuna bohemia en Villa Celina, como Dramisino, Ríos, Mosca, Galeano y Olivera, que ingresó en la adultez del doparti por Mazzola. Un ratito antes habían salido post gol Galeano y Camargo, para que entren Marín y Del Grecco. Es real que el “10” no fluyó en el encuentro y su salida parecía inevitable. Lo que no se comprendió fue la otra variante, Camargo estaba al dente jugando de “3” con asistencia incluida en el currículum vitae del partido. Su cambio fue raro como Musulmán con una sola mujer.
Cuando el match day se expiraba se dio la gran polémica del derbi. Le metieron una bocha al vacío a Lucas Ríos para que se vaya a marcar el segundo, pero instantáneamente el línea sancionó offside. Era para que haya delay de bandera y que el VAR intervenga, agarre la escuadra y el transportador para tirar las líneas y lo decida. Con el ojo humano es llamativo certificar que estaba adelantado, más bien todo lo contrario. El viejo telebeam diría que estaba habilitado.
Después de un primer tiempo flojardi, en el que ChaCarita pudo haber marcado más de un gol y nos hizo precio de ex vecinos, la levantada del segundo tiempo fue meritoria. Es cierto que le faltó mucho juego al Bohemio, pero esa falencia la maquilló con muchos huevos y con el corazón en la mano. La figura de nuestro lado sin dudas que fue Bogado. En la segunda parte ofició de pulpo en el centro del campo. También sobresalió Camargo de “3”. Dramisino se entonó jugando de “4”. Ordenó Aguirre a su tropa trasera y Sumavil sigue respondiendo en el chat de su arco cuando el rival le escribe. Párrafo aparte para el Melli Bisanz que volvió a un nivel destacadísimo, cuando todo era negativo en el primer tiempo fue el único que dio la cara. Había tenido un gran partido en Chaco y un tristón encuentro ante Mitre. Era más fácil sacarlo que incluirlo en el clásico, por eso está decisión hay que reconocérsela a Giganti, que se la jugó por él y dejó en el banco a Marín. Ante el Funebrero fue empate 1 a 1 que suma más en lo anímico que en la tabla del campeonato.
La próxima fecha será de local el lunes 17 del corriente mes en principio en el horario bacán de las 19.40. Decimos en principio porque este fútbol argentino es capaz de cambiar el inicio del doparti con los jugadores ya en el campo de juego. En la jornada 10 tocará recibir a Tristán Suárez. Esperemos ante el tambero no tener mala leche, pasteurizar el mejor juego, tener ordeñada tanto a la defensa como a la delantera y sumar los 3 puntos que son muy valiosos como el precio de un sachet de leche.
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